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Esfera, Pez y Hexagrama: - Fundación Pablo Neruda

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[ 20 ] NERUDIANA – nº 3 – 2007<br />

Desde la adolescencia <strong>Pablo</strong> <strong>Neruda</strong><br />

experimentó, en su vida y en su obra, el<br />

influjo de Jean-Arthur Rimbaud. Los primeros<br />

indicios corresponden a una atmósfera<br />

que el poeta francés ha irradiado desde<br />

su centelleante aparición y ejercicio<br />

de la literatura, desde los 16 a los 20<br />

años, hasta hoy. Rimbaud es un contemporáneo<br />

de la vanguardia, un<br />

eterno adelantado, y la adhesión<br />

que provoca surge de dos afluentes:<br />

el hecho de menospreciar la<br />

poesía a temprana edad, cuando<br />

cree consumada la tarea porque su<br />

continuación llevaría a la clausura,<br />

y el acto concreto de dedicarse<br />

a reproducir y, paradójicamente, a<br />

rechazar lo anunciado por las palabras.<br />

Lo prueban sus desplazamientos<br />

hacia el Oriente, parecidos a una<br />

fuga, que constituyen en su medio histórico,<br />

el siglo XIX, el espejismo de lo exótico<br />

y la respuesta al cansancio producido<br />

por la urbe oficial y su cultura, pero también<br />

la nueva veta sirve para acarrear mercancías<br />

a la metrópoli, que son el producto<br />

de un desembozado saqueo. En suma,<br />

la huida de Rimbaud tiene un propósito,<br />

en primera instancia, literario y, acto seguido,<br />

comercial.<br />

Solidariza con La Comuna, pero ni las<br />

explosiones de pólvora ni los himnos de<br />

guerra tocan al joven ambiguo, de rostro<br />

desafiante y angelical. Ya no se fatiga sin<br />

sentido viajando desde Charleville a París,<br />

donde sólo encontrará decepciones:<br />

ahora la ambición guía sus zancadas hacia<br />

las antípodas de Europa. Empieza a quedar<br />

atrás el vidente: se trata de vivir de<br />

acuerdo al desorden premeditado de los<br />

sentidos. Rimbaud busca en su propósito<br />

Huellas de Rimbaud en <strong>Neruda</strong><br />

MARIO VALDOVINOS<br />

Universidad Finis Terrae, Santiago<br />

tornarse rico, olvida la literatura, escribe<br />

sólo epístolas de comercio, es administrador<br />

de factorías coloniales y vende armas.<br />

En medio de la neblinosa mitología que lo<br />

envuelve, y que su vida y su silencio final<br />

estimulan, se transforma en traficante de<br />

esclavos y agota su cuerpo, mientras el<br />

tiempo pasa.<br />

El grandioso derrotado<br />

<strong>Neruda</strong> conoce sus textos siendo muy joven,<br />

en traducciones precarias o directamente<br />

del francés. Presiente el deseo de<br />

Pero en definitiva él botó esta basura.<br />

— Enrique Lihn<br />

Rimbaud como algo inabarcable y por eso<br />

lo hace suyo. El primer acercamiento corresponde<br />

al espíritu compartido por<br />

Rimbaud con Baudelaire y Mallarmé –también<br />

poetas malditos– y es coherente con<br />

la consubstancial rebeldía juvenil expresada<br />

en hostilidad a la figura paterna y<br />

en la búsqueda de una vida llena de<br />

desdichas cuyo acicate es el dolor del<br />

universo. Para este efecto ofrece ante<br />

la realidad una presencia de enlutado,<br />

al mismo tiempo, visceral y<br />

conscientemente anárquico. Las<br />

desmesuras de Rimbaud, desplegadas<br />

por Europa y África, no estaban<br />

claras ni siquiera para él. Los pasos<br />

que persiguieron opio y pedrerías y<br />

lo cubrieron de spleen, configuran un<br />

ideograma grabado en la escritura y en<br />

sus tempestuosas correrías por el Mar<br />

Rojo, Abisinia y Somalía, obsesionado por<br />

el oro y furioso por alcanzar de una vez la<br />

sentencia: yo es otro.<br />

En el itinerario de <strong>Pablo</strong> <strong>Neruda</strong> la<br />

primera huella visible del grandioso derrotado,<br />

como lo llama, es más bien una actitud,<br />

una situación espiritual que el poeta<br />

chileno asume junto al (neo) romanticismo<br />

presente en la composición de sus textos<br />

inaugurales, de allí al constante acicate<br />

del deseo en el temple de esos poemas<br />

(Crepusculario, Veinte poemas de amor y<br />

una canción desesperada, Tentativa del<br />

hombre infinito). Cuando se traslada a<br />

Oriente como cónsul, en medio del olvido<br />

y del desarraigo, cae en la lectura recurrente<br />

de Rimbaud y experimenta con dolor la<br />

pasión telúrica: «Djibouti me pertenece. Lo<br />

he dominado paseando bajo su sol en las<br />

horas temibles: el mediodía, la siesta, cuyas<br />

patadas de fuego rompieron la vida de

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