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Esfera, Pez y Hexagrama: - Fundación Pablo Neruda

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[ 12 ] NERUDIANA – nº 3 – 2007<br />

nidad, cuestionándolo, más se aproxima al<br />

ámbito álgido de un puro presente<br />

carnavalesco. La inacción, que tiene como<br />

finalidad el desaprendizaje (de una óptica<br />

y de un lenguaje precedentes) y que lleva<br />

a la cosmovisión carnavalesca, también<br />

complejiza el ser del hablante en un<br />

ambivalente no ser: «Quiero no saber ni<br />

soñar. / Quién puede enseñarme a no ser, /<br />

a vivir sin seguir viviendo?» (“Estación<br />

inmóvil”). El que sabe y sueña lo hace en<br />

la medida de su aprendizaje histórico y lo<br />

buscado es la radical distancia con tal<br />

aprendizaje.<br />

La no-acción está lejos de poseer correspondencia<br />

con la muerte, antes bien,<br />

es la acción de lo no cultural, de lo natural<br />

inferior donde el tiempo y la muerte como<br />

conceptualizaciones históricas no existen.<br />

El poeta que pregunta a lo cultural y no<br />

tiene respuesta («Cuánto vive el hombre,<br />

por fin?») acude a la inmovilidad para acceder<br />

a los signos de la materia, para ser<br />

también cualidad de esa materia: «Inmóvil,<br />

con secreta vida / como una ciudad<br />

subterránea / para que resbalen los días /<br />

como gotas inabarcables: / nada se gasta<br />

ni se muere / hasta nuestra resurrección, /<br />

hasta regresar con los pasos / de la primavera<br />

enterrada, / de lo que yacía perdido, /<br />

inacabablemente inmóvil / y que ahora<br />

sube desde no ser / a ser una rama florida»<br />

(“Estación inmóvil”). Lo inferior, esa «ciudad<br />

subterránea», sube en este punto a la<br />

superficie, otorgando una concepción del<br />

tiempo que no puede ser definida ya por<br />

los días, medida cultural, sino por las estaciones,<br />

medida natural del ser, en donde<br />

«nada se gasta ni se muere» porque tal<br />

acontecer es transformación, es decir, resurrección,<br />

en donde el no ser es siempre<br />

posibilidad y potencia de existencia.<br />

El poeta que ha ingresado a otro lenguaje<br />

carente de la forma solemne, alta,<br />

sublime, expresamente escapa del monótono.<br />

El nuevo sonido a veces sarcástico y<br />

en general irónico es matizado, alimentado<br />

por la dulzura, noción-acción que une<br />

a la poesía con la realidad de la experiencia<br />

humana y provoca la risa ambivalente<br />

llena de significado. El posmoderno poeta,<br />

cansado y a veces perplejo, aparece<br />

ironizando la crisis de un sistema dentro<br />

del cual se mira a sí mismo y donde ese sí<br />

mismo refracta la crisis. En poemas como<br />

“Sobre mi mala educación”, “Estación inmóvil”<br />

o “Muchos somos”, emerge el dispositivo<br />

irónico, como mecanismo central<br />

en la elaboración y constitución del mundo<br />

al revés: «Cuando todo está preparado/<br />

para mostrarme inteligente / el tonto que<br />

llevo escondido / se toma la palabra en mi<br />

boca» (“Muchos somos”). En el ámbito del<br />

carnaval la figura-forma del tonto (o del<br />

loco) sugiere precisamente lo contrario de<br />

la medida cultural. Todo Estravagario es<br />

el discurso enloquecido del hablante y en<br />

esa perspectiva se crea el mundo, que como<br />

mundo carnavalesco, implica la subversión<br />

de su equivalente monológico. Esta característica<br />

del poeta-enunciador sugiere el<br />

desarraigo de las costumbres sociales y al<br />

mismo tiempo la instalación de la libertad<br />

del individuo. La visión del loco desmantela<br />

la seriedad y el miedo respecto al<br />

mundo cultural en crisis.<br />

El poeta, que ya se mira a sí mismo<br />

como lo inverso (que es una forma de contener<br />

aquello que se invierte) de lo serio<br />

cultural, ironiza al mismo tiempo sobre las<br />

características del individuo moderno cerrado<br />

y concluso, seguro de sí mismo:<br />

«Cómo puedo rehabilitarme? / Todos los<br />

libros que leo / celebran héroes refulgentes<br />

/ siempre seguros de sí mismos: / me muero<br />

de envidia por ellos, / y en los filmes de<br />

vientos y balas / me quedo envidiando al<br />

jinete, / me quedo admirando al caballo”<br />

(“Muchos somos”). Pero al mismo tiempo<br />

se disfraza de aquel ciudadano profundo,<br />

«patriota de ferreterías», que también es.<br />

Éste es uno de los momentos intensamente<br />

carnavalescos de Estravagario en cuanto<br />

superación de su (moderna) autobiografía<br />

sublime. El capitán es ahora tripulación<br />

alzada, el oráculo es sólo pregunta, el alquimista<br />

es ahora bufón. Este momento de<br />

intensa reflexión no deja de ser festivo y no<br />

alcanza magnitud de seriedad total, porque<br />

la visión de la inversión es de suyo una<br />

amplificación de la conciencia del poeta.<br />

La órbita más profunda en que opera<br />

el desaprendizaje es la memoria del sujeto<br />

enunciador. Alterando su saber del mundo<br />

y en consecuencia su saber de sí, el poeta<br />

intenta una diversa disposición de la me-

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