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Juan Francisco Mesa Sanz Il. 13.308 (lo segundo es menos probable). Od. 4.692 (el rey) (igual observación). ÍNDICE 74 (ADRADOS, 1992: 505) Observamos, pues, que la oposición se expresa tan sólo en términos de «la intensidad de la expresión de la noción de modo», tal como decíamos más arriba (nota 26). Nada parecido, por tanto, a lo que sucede en los actos directivos con el modo imperativo, ya que éste sí que ha de considerarse expresión gramatical de una orden –hecho que se ve confi rmado por el carácter defectivo de su conjugación incapaz de desarrollar formas que no pertenezcan a la segunda persona, i.e. orientadas hacia el destinatario–. Hemos repetido así el objetivo de nuestro estudio. Eliminado de este apartado el modo verbal, las expresiones a las que de bemos atender son dos: (i) la relación con otras categorías verbales (v.g. per sona y tiempo); y (ii) las formas irregulares del subjuntivo latino. La persona y el tiempo gramaticales constituyen, sin duda, un elemento muy a tener en cuenta para la identifi cación de los actos de habla. La persona gramatical, en tanto que expresión del sujeto del predicado –que puede expli citarse o

El deseo y el subjuntivo no–, marca la posible orientación del mensaje cuando coincide con el hablante –1ª pers. sg.– o el destinatario –2ª pers. y 1ª pl. (nota 27)–. Este fenómeno ya lo hemos manifestado en dos ocasiones, mientras afi rmábamos el carácter modal volitivo de algunas expresiones, –uolo– las cuales obligatoriamente deben aparecer en primera persona; o, cuando atendíamos al análisis de los mensajes directivos de parte de Risselada, quien nos mostraba que la segunda persona era la que favorecía tal interpretación en el modo subjuntivo. Desde luego, no es un criterio exclusivo, pero si un importante factor. El tiempo gramatical, por su lado, también desempeña un papel importante en el problema de distinguir la orden del deseo. Hasta ahora, los aspectos que hemos tratado tienden a manifestar que en el acto optativo localizamos la ne gación de las características defi nitorias de un acto directivo; a saber, (i) la participación activa del destinatario en la realización del contenido expresado en la locución, (ii) la creencia del hablante en la posibilidad de realización de ese contenido, y (iii) el contenido es futuro. Este último factor es el que per mite entrar en juego a los tiempos. Por supuesto, nadie pone en duda a estas alturas que el tiempo gramatical no tiene una relación unívoca con el tiempo real ni con el tiempo de la enuncia- ÍNDICE 75

El <strong>de</strong>seo y el <strong>subjuntivo</strong><br />

no–, marca la posible orientación <strong>de</strong>l mensaje cuando coinci<strong>de</strong><br />

con el hablante –1ª pers. sg.– o el <strong>de</strong>stinatario –2ª pers.<br />

y 1ª pl. (nota 27)–. Este fenómeno ya lo hemos manifestado<br />

en dos ocasiones, mientras afi rmábamos el carácter modal<br />

volitivo <strong>de</strong> algunas expresiones, –uolo– las cuales obligatoriamente<br />

<strong>de</strong>ben aparecer en primera persona; o, cuando<br />

atendíamos al análisis <strong>de</strong> los mensajes directivos <strong>de</strong> parte<br />

<strong>de</strong> Risselada, quien nos mostraba que la segunda persona<br />

era la que favorecía tal interpretación en el modo <strong>subjuntivo</strong>.<br />

Des<strong>de</strong> luego, no es un criterio exclusivo, pero si un importante<br />

factor.<br />

El tiempo gramatical, por su lado, también <strong>de</strong>sempeña un papel<br />

importante en el problema <strong>de</strong> distinguir la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l <strong>de</strong>seo.<br />

Hasta ahora, los aspectos que hemos tratado tien<strong>de</strong>n a manifestar<br />

que en el acto optativo localizamos la ne gación <strong>de</strong> las<br />

características <strong>de</strong>fi nitorias <strong>de</strong> un acto directivo; a saber, (i) la<br />

participación activa <strong>de</strong>l <strong>de</strong>stinatario en la realización <strong>de</strong>l contenido<br />

expresado en la locución, (ii) la creencia <strong>de</strong>l hablante<br />

en la posibilidad <strong>de</strong> realización <strong>de</strong> ese contenido, y (iii) el contenido<br />

es futuro. Este último factor es el que per mite entrar<br />

en juego a los tiempos. Por supuesto, nadie pone en duda a<br />

estas alturas que el tiempo gramatical no tiene una relación<br />

unívoca con el tiempo real ni con el tiempo <strong>de</strong> la enuncia-<br />

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