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El acoso moral entre pares (Bullying). Pedreira Massa, J. L., Basile, Héctor S.<br />
curso aparecen quejas de abdominalgias, malestar, negativa a acudir al centro<br />
escolar y alteración patente del humor (baja autoestima, oscilaciones del<br />
humor, alteración del sueño y pérdida del apetito). A pesar de señalar estos<br />
datos, en el centro escolar continúan aferrándose al TDAH y cuesta un gran<br />
trabajo obtener su colaboración para desactivar la situación.<br />
Aitor tiene 14 años, es remitido a nuestro servicio para estudiar su fobia<br />
escolar (falta de concentración, inatención, negativa a acudir a clase y<br />
búsqueda de excusas para conseguirlo). Aitor es un chico grande y algo<br />
blando, su nivel intelectual impresiona de límite a lo largo de las entrevistas.<br />
Sus padres son de edad avanzada y es el menor de una fratría de tres<br />
hermanos, pero la diferencia de edad con el segundo es de 21 años. Se han<br />
cambiado de domicilio al inicio de este curso y a las pocas semanas Aitor<br />
presenta un hambre superior al habitual, dificultad para conciliar el sueño y una<br />
creciente irritabilidad, síntomas que han ido en aumento, hasta que se asocia<br />
con dificultad para entrar al colegio o entraba y al poco tiempo eran requeridas<br />
las figuras parentales porque Aitor presentaba mareos, náuseas y hasta<br />
vómitos. La negativa a asistir al centro escolar va en aumento y ningún<br />
razonamiento hace modificar esta actitud. En la consulta Aitor narra que unos<br />
chicos le insultan, le amenazan con pegarle si no hace lo que ellos le digan,<br />
siendo una imagen que le vuelve una y otra vez a la mente. Al plantear la<br />
situación a la Dirección del Centro escolar nos comenta que es una<br />
“exageración” que Aitor es “limitito” y que no se puede hacer nada.<br />
El caso más sorprendente es el de Amalia de 18 años. Remitida por<br />
presentar clínica que fue diagnosticada como Trastorno del comportamiento<br />
alimentario (TCA). Los síntomas se habían iniciado a raíz del sentimiento de<br />
vacío y las mofas que le hicieron sus amigas de siempre cuando pasó a ser la<br />
única de todo el grupo de chicos y chicas de la “pandilla” que rendía bien en los<br />
estudios y había conseguido entrar en la Universidad. La clínica TCA parecía<br />
concluyente y así se diagnosticó, hasta que se fueron abordando otro tipo de<br />
contenidos...<br />
Curso de formación con Equipos Psicopedagógicos de nuestro Área<br />
sanitaria: se plantea el tema del bullying. La actitud es dubitativa y ambivalente:<br />
reconocen que han “leído” de la existencia del cuadro, que han visto “algún que<br />
otro caso que podría ser, pero poquito”. Plantean la gran y extrema dificultad en<br />
atender estos casos por las dificultades en poder detectarlos y la incredulidad<br />
por parte de Dirección y profesores. Los claustros minorizan el problema y la<br />
intervención institucional es muy limitada: ¿cambio de clase o... de centro? ¿de<br />
quién o quiénes? ¿cómo hacerlo?<br />
Sorprende en este tema, como en otros relacionados con violencia<br />
familiar o laboral, esa especie de “pacto de silencio” que acontece entre los<br />
compañer@s de clase, que pueden conocer, de hecho conocen, (pues en<br />
nuestros casos expuestos con anterioridad era así), la situación del acoso y<br />
quiénes son tanto los acosados como los acosadores. Pero hay silencio, un<br />
terrible pacto de silencio que se inicia en el propio chico acosado y se continúa