Cocina sonorense - Sistema de Información Cultural
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<strong>Cocina</strong> Sonorense<br />
confundir con franqueza: po<strong>de</strong>mos mentir —como todo mundo— a gritos<br />
y directamente), pue<strong>de</strong> parecer un tanto grosera al que no está acostumbrado,<br />
pero en la mayor parte <strong>de</strong> los casos se llega pronto a una cierta<br />
unanimidad, entre propios y extraños, alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> un plato <strong>de</strong> chile con<br />
carne, un menudo o unos tamales <strong>de</strong> carne con chile colorado.<br />
Pocas reglas hay para sentarse a la mesa <strong>sonorense</strong>: limpieza, respeto<br />
a los otros comensales y una saludable dosis <strong>de</strong> sentido común. No hay<br />
muchos cubiertos, ni un altero <strong>de</strong> platos distintos para una sucesión complicada<br />
<strong>de</strong> viandas. La mayor parte <strong>de</strong> las veces con una cuchara, servilletas<br />
y un plato está puesta la mesa; tres cubiertos y un plato hondo y otro extendido<br />
para cada comensal es lo más común. Al fin y al cabo que muchas<br />
veces hemos tenido que contentarnos (y muy a nuestro gusto) con una<br />
olla y un “liacho” <strong>de</strong> tortillas.<br />
La vieja tradición dictaba que, en una reunión, las señoras se sentaran<br />
con las señoras y los señores con los señores. Parecía haber una estricta<br />
división por sexo. Más bien funcionaba la regla no escrita en la etiqueta<br />
<strong>sonorense</strong> que <strong>de</strong>cía que cada uno ocupara el lugar que prefiriera, don<strong>de</strong><br />
estuviera a gusto; y las más <strong>de</strong> las veces las pláticas sobre negocios, ganado,<br />
tractores y la tardanza <strong>de</strong> las lluvias interesaban poco a las mujeres<br />
que tenían otros temas, a veces tan importantes o más que los que ocupaban<br />
a los hombres. Pero eso está cambiando y cada vez más las señoras<br />
intervienen en el mercado <strong>de</strong> trabajo y su horizonte <strong>de</strong> intereses se amplía<br />
mucho más allá <strong>de</strong>l hogar y <strong>de</strong>l barrio. Y como la regla es que cada uno<br />
esté don<strong>de</strong> se sienta bien, ahora, en las reuniones cada vez más se mezclan<br />
los grupos y se pier<strong>de</strong> esa antigua división entre hombres y mujeres.<br />
Con esto, evi<strong>de</strong>ntemente salimos ganando los señores pues ahora las conversaciones<br />
resultan menos aburridas y tienen una amabilidad que no sé<br />
cómo no extrañamos por tanto tiempo.<br />
Cuando me pongo a reflexionar sobre la comida <strong>sonorense</strong> otra palabra<br />
que, me parece, la califica con mucha aptitud es:seria. A primera vista<br />
este adjetivo pue<strong>de</strong> parecer poco a<strong>de</strong>cuado para calificar a una serie <strong>de</strong><br />
prácticas gastronómicas, pero creo que viene perfectamente al caso. Nuestra<br />
cocina es seria en el sentido <strong>de</strong> que no se inclina a exquisiteces complicadas,<br />
no busca presentaciones sofisticadas ni pone gran importancia<br />
en la forma en que se presentan los platillos a la mesa. La estética que<br />
preten<strong>de</strong> es la <strong>de</strong>l gusto y poco se fija en lograr una apariencia artística<br />
compleja <strong>de</strong> lo cocinado. Su seriedad consiste en no pedir a un pozole o a<br />
un plato <strong>de</strong> carne <strong>de</strong> res que parezca algo distinto <strong>de</strong> sí mismo. Otras cocinas,<br />
en otras geografías, han <strong>de</strong>sarrollado un gusto por lo exquisito que a<br />
nosotros nos parece rayan en la frivolidad. La preocupación japonesa por<br />
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