Richard Serra - Literal
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Lecciones breves de lepidopterología<br />
n Efrén Ortiz<br />
No hay insecto que despierte mayor curiosidad que<br />
las mariposas. Se trata de seres especiales; y decir especial<br />
en este contexto es absolutamente intencional.<br />
Cualquier otro adjetivo pudiera resultar de sospechoso<br />
juicio. Describirlo como “el más vistoso” pudiese comportar<br />
exhibicionismo. Tildarlo como “el más atractivo”,<br />
además, adelantar juicios que tocan los límites del<br />
riesgo. Por ende, vale más ubicarse en una categoría<br />
neutra: es especial. He ahí la razón que exige un cursillo,<br />
unas breves lecciones que normen nuestro criterio.<br />
La superabundancia de tales seres en estas (y otras) latitudes<br />
hace necesario reconocerlos y, de acuerdo con<br />
los nuevos requerimientos ecológicos, saber tratarlos.<br />
Ante todo, hay que saber distinguir una mariposa<br />
de cualquier otro insecto más o menos afín. Una mariposa,<br />
individuo del orden de los lepidópteros, posee<br />
cuatro alas membranosas y boca chupadora. Las alas<br />
adoptan formas y colores diversos, están formadas por<br />
diminutas escamas, y se distribuyen por pares: alas interiores,<br />
o propias, y alas exteriores, o ajenas. Su uso<br />
depende, en gran medida, de la ocasión. Si bien en<br />
su vuelo toman como punto de partida las alas interiores,<br />
el timón de vuelo está ligado, indudablemente,<br />
a las alas exteriores, las cuales se mueven a un ritmo<br />
de aproximadamente doce oscilaciones por segundo<br />
(número que puede variar, de acuerdo con el grado de<br />
excitación que el vuelo inspire).<br />
Respecto de su boca chupadora, poco podemos<br />
decir. Los estudios emprendidos al respecto, aún son<br />
insufi cientes. Con base en una hipótesis muy extendida,<br />
su forma, por vía evolutiva, ha ido sufriendo adaptaciones.<br />
Originalmente cubierta por diminutas películas<br />
membranosas, a manera de dientes, las ha ido perdiendo<br />
hasta confi gurar un círculo labial, mucho más<br />
propio para la succión. El néctar no es, en esencia, su<br />
alimento preferente. En este sentido, parecen alternar<br />
y multiplicar afi ciones que rayan, en algunos casos, en<br />
la extrañeza. Sin embargo, no se puede afi rmar que tal<br />
conducta sea valedera para todos los casos.<br />
Recientemente, se ha postulado que tal procedimiento<br />
posee los rasgos de una adicción perversa,<br />
si bien no se han inventariado los comportamientos<br />
naturales inherentes a todas las variedades. La insufi -<br />
ciente información se debe, entre otras razones, a que<br />
comprenden específi camente la fase adulta, lo que da<br />
pie para introducir un nuevo caracter. Se trata de seres<br />
que poseen metamorfosis completa. Por metamorfo-<br />
sis entendemos aquí una transformación absoluta, un<br />
viraje radical que altera sustancialmente la anatomía,<br />
fi siología, etiología, moral e, incluso, la currícula profesional,<br />
social o parental.<br />
La primera etapa de lo que, con el tiempo, será una<br />
mariposa, transcurre bajo la modalidad de oruga; sin embargo,<br />
si bien en el origen de cualquier mariposa hay un<br />
gusano no se puede asegurar, correlativamente, que delante<br />
de todo gusano haya una mariposa. La selección<br />
natural darwiniana tiene mucho que ver en el asunto.<br />
Como todo punto de partida, el tamaño, real o presumible,<br />
y la forma que toma el gusano es, quizás, lo menos<br />
importante. Lo básico es que el crecimiento del gusano<br />
está permitido por su confi guración a base de anillos<br />
cilíndricos que se ensanchan progresivamente.<br />
En su gran mayoría, las mariposas han desarrollado<br />
aptitudes miméticas, es decir, se igualan con el medio<br />
circundante, lo que les permite sobrevivir haciendo pasar<br />
desapercibido todo hábito que contravenga la estandarización<br />
ambiental. La asociación entre gusanos<br />
y mariposas, hasta ahora considerada como ocasional,<br />
registra altos niveles de incidencia estadística, particularmente<br />
en la etapa formativa de la oruga. Una vez<br />
alcanzada la madurez, el gusano se encierra en un capullo<br />
o saco tejido con base en secreciones y se transforma<br />
en crisálida (del griego “krisis”: salida) y luego<br />
en mariposa (apócope de “mar”, “maris” y “posare”,<br />
según unos; o de “María” y “posar”, según otros).<br />
Existen diversos criterios que permiten formular<br />
varias taxonomías. De acuerdo con la constitución y<br />
fi nalidad de sus trompas, encontramos tres grandes<br />
grupos: lamedoras, picadoras y mixtas. Las últimas,<br />
son las más frecuentes. Atendiendo a sus hábitos, de<br />
manera artifi cial se clasifi can en diurnas, crepusculares,<br />
nocturnas y microlepidópteras. Las mariposas diurnas,<br />
quizás las más vistosas y llamativas, son objeto por ello<br />
de la depredación y el afán de exterminio. Van de un<br />
lugar a otro, aparentemente sin dirección ni otro proyecto<br />
trascendente que “gozar la vida como viene”<br />
(de allí la metafórica expresión de “mariposear”: ir y<br />
venir sin sentido ni dirección). Constituyen el género<br />
más extendido y, entre sus tipos más conocidos, están<br />
la mariposa de la Coli-fl or (Pieris brassicae), los Sátiros,<br />
con manchas oceliformes, las Vanessas, de brillantes<br />
colores y movimientos ágiles, y los Apolos, raros y musculosos<br />
ejemplares que han llevado a la perfección el<br />
mimetismo.<br />
OTOÑO, 2007 • LITERAL. VOCES LATINOAMERICANAS 3 45