Esperadme en el cielo Maruja Torres - El País
Esperadme en el cielo Maruja Torres - El País Esperadme en el cielo Maruja Torres - El País
Esperadme en el cielo (DESTINO).qxp:- 19/1/09 12:19 Página 8
Esperadme en el cielo (DESTINO).qxp:- 19/1/09 12:19 Página 9 1 El encuentro —¿Estoy muerta? Mis amigos mostraban un mudo pero expresivo regocijo, tan incomprensible para mí como sus trajes de gala. Si, como suponía, acababa de reunirme con ellos en el Más Allá, su júbilo resultaba, por decir poco, indecoroso. —¿Muerta-muerta? —insistí. Seguían sin hablar. Sonreían, se inclinaban, se quitaban y calaban el sombrero de copa, improvisaban reverencias, pantomimas propias de presentadores circenses que se disputaran el favor de un mismo público desde dos pistas contiguas. Sacudían el trasero para que los faldones de sus respectivos fracs aletearan coquetamente en ¿el aire? ¿Es aire lo que respiran los muertos? Se daban codazos y tarareaban una frívola melodía. —¡Manolo! —grité—. ¿También tú, que eras tan sobrio? De los tres, fue el más comedido y parco en expresiones. Tres escritores del Barrio, crecidos cada cual a su modo y con su talento —el de ellos, inmenso—, por fin reunidos, y no precisamente en 9
- Page 1 and 2: Esperadme en el cielo (DESTINO).qxp
- Page 3 and 4: Esperadme en el cielo (DESTINO).qxp
- Page 5 and 6: Esperadme en el cielo (DESTINO).qxp
- Page 7: Esperadme en el cielo (DESTINO).qxp
- Page 11 and 12: Esperadme en el cielo (DESTINO).qxp
- Page 13 and 14: Esperadme en el cielo (DESTINO).qxp
- Page 15 and 16: Esperadme en el cielo (DESTINO).qxp
- Page 17 and 18: Esperadme en el cielo (DESTINO).qxp
- Page 19 and 20: Esperadme en el cielo (DESTINO).qxp
- Page 21 and 22: Esperadme en el cielo (DESTINO).qxp
<strong>Esperadme</strong> <strong>en</strong> <strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o (DESTINO).qxp:- 19/1/09 12:19 Página 9<br />
1<br />
<strong>El</strong> <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tro<br />
—¿Estoy muerta?<br />
Mis amigos mostraban un mudo pero expresivo<br />
regocijo, tan incompr<strong>en</strong>sible para mí como sus trajes<br />
de gala. Si, como suponía, acababa de reunirme<br />
con <strong>el</strong>los <strong>en</strong> <strong>el</strong> Más Allá, su júbilo resultaba, por decir<br />
poco, indecoroso.<br />
—¿Muerta-muerta? —insistí.<br />
Seguían sin hablar. Sonreían, se inclinaban, se<br />
quitaban y calaban <strong>el</strong> sombrero de copa, improvisaban<br />
rever<strong>en</strong>cias, pantomimas propias de pres<strong>en</strong>tadores<br />
circ<strong>en</strong>ses que se disputaran <strong>el</strong> favor de un<br />
mismo público desde dos pistas contiguas. Sacudían<br />
<strong>el</strong> trasero para que los faldones de sus respectivos<br />
fracs aletearan coquetam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> ¿<strong>el</strong> aire? ¿Es<br />
aire lo que respiran los muertos? Se daban codazos<br />
y tarareaban una frívola m<strong>el</strong>odía.<br />
—¡Manolo! —grité—. ¿También tú, que eras<br />
tan sobrio?<br />
De los tres, fue <strong>el</strong> más comedido y parco <strong>en</strong> expresiones.<br />
Tres escritores d<strong>el</strong> Barrio, crecidos cada<br />
cual a su modo y con su tal<strong>en</strong>to —<strong>el</strong> de <strong>el</strong>los, inm<strong>en</strong>so—,<br />
por fin reunidos, y no precisam<strong>en</strong>te <strong>en</strong><br />
9