Esperadme en el cielo Maruja Torres - El País

Esperadme en el cielo Maruja Torres - El País Esperadme en el cielo Maruja Torres - El País

11.05.2013 Views

Esperadme en el cielo (DESTINO).qxp:- 19/1/09 12:19 Página 20 Phoenix y Manolo, intentando reconciliar a Trotski y Lenin... Terenci había hablado con su propia voz, y me sentí más a gusto. A gusto, pero tristísima. Me desplomé en el sillón y, por fortuna, éste no cedió al recibir la losa de mi infortunio. Manolo me acarició el pelo. —Tranquila, que te lo vamos a contar. Confía en nosotros —dijo por sí mismo. Levanté las piernas y las doblé, juntando los botines sobre el asiento; apoyé la frente en mis rodillas, que mostraban algún que otro moretón reciente y estaban sucias de tierra del jardín. Me estiré los calcetines y suspiré profundamente. Un momento. ¿Qué botines, qué rodillas, qué jardín? ¿Qué calcetines? ¿De qué me habían vestido? —¡No entiendo nada! ¡Quiero llorar! —berreé, con profundo desconsuelo—. ¡Llorar, llorar y llorar! Y me importa muy poco que tú, Manolo, te pongas nervioso o que tú, Terenci, me tomes el pelo. No me pasaré la muerte sometida a este tipo de convencionalismos sociales. —Por mí no te reprimas —replicó Manolo—. El llanto es algo que aquí se echa más de menos que esa cursi postal del Nilo que pretendías endilgarnos hace poco. Ojalá nosotros lloráramos, ojalá nos doliera algo. Abrí, pues, las compuertas. Una eternidad después, reconfortada yo y ellos taciturnos, nos deslizamos por la superficie de un mar inmenso forma- 20

Esperadme en el cielo (DESTINO).qxp:- 19/1/09 12:19 Página 21 do por mis lágrimas. Cada uno de nosotros llevaba un bañador a rayas y un flotador amarillo y blanco, con cabeza de patito, ceñido a la cintura. —Te lo pronostiqué —observó Manolo, mirando al otro—. Todavía podemos aprovecharla. Aún posee la facultad de aceptar el absurdo y de hurgar en él con la curiosidad de Alicia. Bostecé. —Me aburro —dije—. Nadar me fastidia cuando no diviso la orilla. —La adornan también algunas cualidades de Wendy que no nos vendrán mal —completó Terenci—. Es muy intuitiva para la decoración de interiores. En cuanto entra en una habitación vacía, con cuatro chorradas la convierte en suya, sin rebosar por ello esa feminidad pendiente que resulta tan amenazadora. Y es muy dada a la sobreprotección de infantes. —Eso, al nivel en que nos movemos —asintió Manolo—, tiene su utilidad. No les entendía. El llanto había aliviado mi dolor de cabeza, pero la pobre se había quedado hueca, y en su interior los vocablos se algodonaban. Agradecí, sin embargo, que continuaran utilizando la fórmula individual de expresión para comunicarse. Lo agradecí tanto que, en lugar de continuar regañándoles, chapoteé perezosamente en mis lágrimas y concedí: —Siempre quise poseer un salvavidas como éste. Como éramos pobres, tenía que conformarme con uno de corcho. Muchas gracias. 21

<strong>Esperadme</strong> <strong>en</strong> <strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o (DESTINO).qxp:- 19/1/09 12:19 Página 21<br />

do por mis lágrimas. Cada uno de nosotros llevaba<br />

un bañador a rayas y un flotador amarillo y blanco,<br />

con cabeza de patito, ceñido a la cintura.<br />

—Te lo pronostiqué —observó Manolo, mirando<br />

al otro—. Todavía podemos aprovecharla.<br />

Aún posee la facultad de aceptar <strong>el</strong> absurdo y de<br />

hurgar <strong>en</strong> él con la curiosidad de Alicia.<br />

Bostecé.<br />

—Me aburro —dije—. Nadar me fastidia<br />

cuando no diviso la orilla.<br />

—La adornan también algunas cualidades de<br />

W<strong>en</strong>dy que no nos v<strong>en</strong>drán mal —completó Ter<strong>en</strong>ci—.<br />

Es muy intuitiva para la decoración de<br />

interiores. En cuanto <strong>en</strong>tra <strong>en</strong> una habitación vacía,<br />

con cuatro chorradas la convierte <strong>en</strong> suya, sin rebosar<br />

por <strong>el</strong>lo esa feminidad p<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te que resulta<br />

tan am<strong>en</strong>azadora. Y es muy dada a la sobreprotección<br />

de infantes.<br />

—Eso, al niv<strong>el</strong> <strong>en</strong> que nos movemos —asintió<br />

Manolo—, ti<strong>en</strong>e su utilidad.<br />

No les <strong>en</strong>t<strong>en</strong>día. <strong>El</strong> llanto había aliviado mi<br />

dolor de cabeza, pero la pobre se había quedado<br />

hueca, y <strong>en</strong> su interior los vocablos se algodonaban.<br />

Agradecí, sin embargo, que continuaran utilizando<br />

la fórmula individual de expresión para<br />

comunicarse. Lo agradecí tanto que, <strong>en</strong> lugar de<br />

continuar regañándoles, chapoteé perezosam<strong>en</strong>te<br />

<strong>en</strong> mis lágrimas y concedí:<br />

—Siempre quise poseer un salvavidas como<br />

éste. Como éramos pobres, t<strong>en</strong>ía que conformarme<br />

con uno de corcho. Muchas gracias.<br />

21

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!