Esperadme en el cielo Maruja Torres - El País

Esperadme en el cielo Maruja Torres - El País Esperadme en el cielo Maruja Torres - El País

11.05.2013 Views

Esperadme en el cielo (DESTINO).qxp:- 19/1/09 12:19 Página 16 que he muerto antes de entregarle al mundo obras más loables que mis quehaceres pasados —me reviré, ofuscada—. Tampoco aclara por qué me he vuelto tan bajita y vosotros tan altos, ni el hecho de que lleve un vestido blanco de raso, largo, estrecho e incómodo, si no tuve el placer de usarlo en el transcurso de una orgía de honores y homenajes... —Lo inexplicable es que tú, una cinéfila de raza, crecida en las más apestosas salas de cine de nuestro Barrio, rata de filmoteca y de cine-club en tu juventud; tú, que recibiste el primer beso de amor —¿lo recuerdas, desdichada?— en una sesión doble que incluía El verdugo y Uno, dos, tres; tú, que te has aficionado a ver películas en DVD y a hablar con los artistas en voz alta, tú y precisamente tú no captes que te hemos recibido reproduciendo una de las mejores escenas de Desing for Living, la peli de Ernst Lubitsch basada en la comedia de Noel Coward, que en España fue rebautizada como Una mujer para dos. Caí: —¡Soy chaparra porque hago de Miriam Hopkins! Casi una enana, era, y más mala que un dolor, según contaba la propia Bette Davis, que trabajó con ella y llegó a abofetearla en una versión anterior de Ricas y famosas. —¡Exacto! —Tras la exclamación, se sonrojaron—. Es evidente que ambos deseábamos encarnar al guapísimo Gary Cooper, pues Frederich March, aunque prestigioso, ponía cara de llevar faja, como Charles Boyer, quien, por cierto, era un 16

Esperadme en el cielo (DESTINO).qxp:- 19/1/09 12:19 Página 17 galán muy poco convincente, se asemejaba a un conserje de hotel parisino... —¡Basta! ¡Basta-basta! —Volví al resentimiento. Recordemos que llevaba ya un rato en la Eternidad, y que mis amigos ni siquiera me habían dado el pésame—. ¡Qué vergüenza! ¡Organizar una juerga nocturna al estilo del París de los años treinta según Hollywood para celebrar mi entrada en el Otro Mundo! Y parlotear de cine sin parar, conmigo de cuerpo presente... Lo mínimo sería que emergiérais más solemnes. —¿Cómo de solemnes? ¿Así? Ahora les vi tendidos sobre el costado izquierdo, en sendos nichos de un muro de la abadía de Westminster. Muy cerca de nosotros, sentados en un catafalco de matrimonio, Diana de Gales y Dodi el-Fayed miraban atentamente un programa de televisión que versaba sobre sus avatares como inmortal pareja. El escultor les había reproducido en mármol, agarrados a un mando a distancia. —¡Son ellos! —troné shakespearianamente, a tono con la bóveda. —No te asombres. Nuestra capacidad de convocatoria espectral es casi ilimitada. ¡Tenemos tanto que enseñarte! ¡Tanto que descubrirte! ¡Tanto que recuperar, con tu ayuda! ¡Esto es superior a Google! ¡Mejor que Hollywood en sus buenos tiempos! —Habladme como solíais. De uno en uno y usando vuestra voz inconfundible. De lo contrario va a reventarme el cerebro. ¡Me duele la cabeza- 17

<strong>Esperadme</strong> <strong>en</strong> <strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o (DESTINO).qxp:- 19/1/09 12:19 Página 16<br />

que he muerto antes de <strong>en</strong>tregarle al mundo obras<br />

más loables que mis quehaceres pasados —me reviré,<br />

ofuscada—. Tampoco aclara por qué me he<br />

vu<strong>el</strong>to tan bajita y vosotros tan altos, ni <strong>el</strong> hecho de<br />

que lleve un vestido blanco de raso, largo, estrecho<br />

e incómodo, si no tuve <strong>el</strong> placer de usarlo <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

transcurso de una orgía de honores y hom<strong>en</strong>ajes...<br />

—Lo inexplicable es que tú, una cinéfila de<br />

raza, crecida <strong>en</strong> las más apestosas salas de cine<br />

de nuestro Barrio, rata de filmoteca y de cine-club<br />

<strong>en</strong> tu juv<strong>en</strong>tud; tú, que recibiste <strong>el</strong> primer beso de<br />

amor —¿lo recuerdas, desdichada?— <strong>en</strong> una sesión<br />

doble que incluía <strong>El</strong> verdugo y Uno, dos, tres;<br />

tú, que te has aficionado a ver p<strong>el</strong>ículas <strong>en</strong> DVD<br />

y a hablar con los artistas <strong>en</strong> voz alta, tú y precisam<strong>en</strong>te<br />

tú no captes que te hemos recibido reproduci<strong>en</strong>do<br />

una de las mejores esc<strong>en</strong>as de Desing<br />

for Living, la p<strong>el</strong>i de Ernst Lubitsch basada <strong>en</strong> la<br />

comedia de No<strong>el</strong> Coward, que <strong>en</strong> España fue rebautizada<br />

como Una mujer para dos.<br />

Caí:<br />

—¡Soy chaparra porque hago de Miriam Hopkins!<br />

Casi una <strong>en</strong>ana, era, y más mala que un dolor,<br />

según contaba la propia Bette Davis, que trabajó<br />

con <strong>el</strong>la y llegó a abofetearla <strong>en</strong> una versión<br />

anterior de Ricas y famosas.<br />

—¡Exacto! —Tras la exclamación, se sonrojaron—.<br />

Es evid<strong>en</strong>te que ambos deseábamos <strong>en</strong>carnar<br />

al guapísimo Gary Cooper, pues Frederich<br />

March, aunque prestigioso, ponía cara de llevar<br />

faja, como Charles Boyer, qui<strong>en</strong>, por cierto, era un<br />

16

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!