Rousseau_JeanJacques-Suenos De Un Paseante Solitario
Rousseau_JeanJacques-Suenos De Un Paseante Solitario
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fuente de la verdadera felicidad está en nosotros y que no depende de los hombres el hacer<br />
realmente miserable a quien sabe querer ser feliz. Hacía cuatro o cinco años que disfrutaba<br />
normalmente de las delicias internas que las almas amantes y dulces encuentran en la<br />
contemplación. Los embelesos, los éxtasis que sentía en ocasiones al pasearme así, solo,<br />
eran goces que debía a mis perseguidores; sin ellos, jamás hubiera encontrado ni conocido<br />
los tesoros que llevaba en mí mismo. ¿Cómo mantener, en medio de tanta riqueza, un<br />
registro fiel? Al querer acordarme de tantas dulces ensoñaciones, en vez de describirlas<br />
volvía a caer en ellas. Se trata de un estado al que conduce su remembranza, y que uno<br />
dejaría enseguida de conocer al dejar completamente de sentirlo.<br />
Comprobé bien este efecto en los paseos que siguieron al proyecto de escribir la<br />
continuación de mis Confesiones, sobre todo en éste de que voy a hablar, en el que un<br />
imprevisto accidente vino a romper el hilo de mis ideas y a darles, durante algún tiempo,<br />
otro curso. El jueves 24 de octubre de 1776, tras almorzar, me encaminé por los bulevares<br />
hasta la calle de Chemin-Vert, por la que llegué hasta los altores de Ménilmontant, y desde<br />
allí hasta Charonne, tomando los senderos a través de las viñas y los prados, atravesé el<br />
risueño paisaje que separa estos dos pueblecitos, después di un rodeo tomando otro camino<br />
para volver por los mismos prados. Me divertía recorriéndolos con el placer y el interés que<br />
siempre me han procurado los parajes agradables y parándome algunas veces a mirar plantas<br />
entre el verdor. <strong>De</strong>scubrí dos que bastante raramente veía alrededor de París y que encontré<br />
muy abundantemente en aquel cantón. <strong>Un</strong>a es el Picris hieracíoïdes, de la familia de las<br />
compuestas, y la otra el Buplevrum falcatum, de las umbelíferas. El descubrimiento me<br />
alegró y me entretuvo larguísimo tiempo y acabó con el de una planta aún más rara, sobre<br />
todo en un país elevado, cual es el Cerastium aquatícum, que, a pesar del accidente que tuve<br />
ese mismo día, he vuelto a encontrar en un libro que llevaba y la he colocado en mi herbario.<br />
Finalmente, tras haber pasado detalladamente revista a varias plantas más que aún veía en<br />
flor y cuyo aspecto y enumeración, que me era familiar, siempre me proporcionaban, no<br />
obstante, deleite, fui dejando poco a poco estas menudas observaciones para entregarme a la<br />
impresión no menos agradable sino más sentida que me producía el conjunto de todo<br />
aquello. La vendimia había acabado hacía unos días; los paseantes de la ciudad ya se habían<br />
retirado; también los campesinos iban abandonando los campos hasta los trabajos de<br />
invierno. Verde y risueño todavía, aunque deshojado en parte y ya casi desierto, el campo