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Rousseau_JeanJacques-Suenos De Un Paseante Solitario

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Es fácil, lo confieso, ir recogiendo arena y piedras, llenarse los bolsillos y el gabinete y<br />

darse con eso aires de naturalista pero quienes se aplican y se limitan a estos tipos de<br />

colecciones son, de ordinario, ricos ignorantes que no buscan en ello sino el placer de la<br />

ostentación. Para sacar provecho del estudio de los minerales hay que ser químico y físico;<br />

hay que hacer experiencias penosas y costosas, trabajar en laboratorios, gastar mucho dinero<br />

y tiempo entre el carbón, los crisoles, los hornos, las recortas entre el humo y los vapores<br />

asfixiantes, siempre con riesgo de la vida y a expensas, con frecuencia, de la salud. <strong>De</strong> todo<br />

este triste y fatigoso trabajo resulta, de ordinario, mucho menos saber que orgullo, y ¿dónde<br />

está el más mediocre químico que no crea haber penetrado todas las grandes operaciones de<br />

la naturaleza por haber encontrado, tal vez por azar, algunas insuficientes combinaciones del<br />

arte?<br />

El reino animal está más a su alcance y ciertamente merece aún más ser estudiado. Pero<br />

al cabo, ¿no tiene también este estudio sus dificultades, sus trabas, sus disgustos y sus<br />

cuitas? Sobre todo para un solitario que ni en sus juegos ni en sus trabajos no tiene de quién<br />

esperar asistencia alguna. ¿Cómo observar, disecar, estudiar, conocer los pájaros en los<br />

aires, los peces en las aguas, los cuadrúpedos más ligeros que el viento, más fuertes que el<br />

hombre y que no están más dispuestos a venir a ofrecerse a mis investigaciones que yo a<br />

correr tras ellos para someterlos por la fuerza? Me cabría entonces el recurso de los<br />

caracoles, de los gusanos, de las moscas, y me pasaría la vida corriendo hasta perder el<br />

aliento detrás de las mariposas, empalando pobres insectos, disecando ratones, cuando<br />

pudiera atraparlos, a carroñas de las bestias que encontrara muertas por casualidad. El<br />

estudio de los animales nada es sin la anatomía; merced a ella se aprende a clasificarlos, a<br />

distinguir los géneros, las especies. Para estudiarlos por sus costumbres, por sus caracteres,<br />

sería preciso tener pajareras, viveros, establos; sería preciso obligarlos de alguna forma a<br />

permanecer reunidos en mi derredor. Carezco del gusto y de los medios para mantenerlos en<br />

cautividad, y de la agilidad necesaria para seguirlos en sus espantadas cuando están en<br />

libertad. ¡Será preciso, entonces, estudiarlos muertos, desollarlos, deshuesarlos, hurgar a<br />

gusto en sus entrañas palpitantes! ¡Qué espantoso aparato el de un anfiteatro anatómico,<br />

cadáveres hediondos, babosas y lívidas carnes, sangres, intestinos asquerosos, horribles<br />

esqueletos, vapores pestilentes! No es ahí, palabra, donde Jean Jacques irá a buscar<br />

distracciones.

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