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Rousseau_JeanJacques-Suenos De Un Paseante Solitario

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ien, pero tan pronto como siento el yugo, bien la necesidad de los hombres, me vuelvo<br />

rebelde o mejor reacio, entonces me anulo. Cuando hay que hacer lo contrario de mi<br />

voluntad, no lo hago, ocurra lo que ocurra; tampoco hago mi voluntad, porque soy débil. Me<br />

abstengo de actuar: dado que toda mi debilidad es para la acción, toda mi fuerza es negativa,<br />

y todos mis pecados son de omisión, raramente de comisión. Jamás he creído que la libertad<br />

del hombre consistiera en hacer lo que quiere, sino más bien en no hacer nunca lo que no<br />

quiere; y ésa es la que siempre he reclamado, con frecuencia conservado, y por la que he<br />

constituido el mayor escándalo para mis contemporáneos. Porque para ellos, activos,<br />

bulliciosos, ambiciosos, que detestan la libertad en los demás y no la quieren para sí<br />

mismos, con tal de hacer alguna vez su voluntad, o más bien de dominar la del otro, se<br />

molestan toda su vida en hacer lo que les repugna y no omiten nada servil para luego<br />

mandar. Por lo tanto, su error no ha sido apartarme de la sociedad como un miembro inútil;<br />

sino proscribirme como un miembro pernicioso: porque he hecho muy poco bien, lo<br />

confieso, pero en cuanto al mal, en mi vida ha entrado en mi voluntad, y dudo que haya<br />

algún hombre en el mundo que haya hecho realmente menos que yo.<br />

SÉPTIMO PASEO<br />

Apenas está comenzando el repertorio de mis largos sueños y ya siento que toca a su fin.<br />

Otra distracción le sucede, me absorbe e incluso me priva del tiempo de soñar. A ella me<br />

entrego con un entusiasmo que tiene algo de extravagancia y me hace reír a mí mismo<br />

cuando reflexiono sobre ello; pero eso no quita para que me entregue a ella, porque en la<br />

situación en que me hallo no tengo una otra regla de conducta que la de seguir en todo mi<br />

inclinación sin constreñimiento. Nada puedo sobre mi suerte, no tengo más que<br />

inclinaciones inocentes y, siendo desde ahora nulos para mí todos los juicios de los hombres,<br />

la misma prudencia quiere que en lo que está de mi mano haga todo cuando me deleite, sea<br />

en público o privadamente, sin otra regla que mi fantasía, y sin otra medida que el poco de<br />

fuerza que me ha quedado. Heme, pues, aquí con mi heno por todo sostén y. con la botánica<br />

por toda ocupación. Ya viejo, había adquirido el primer baño en Suiza junto al doctor

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