Rousseau_JeanJacques-Suenos De Un Paseante Solitario
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hombres tal cual son y leyendo tranquilamente en el fondo de sus corazones, habría<br />
encontrado pocos lo bastante amables como para merecer todo mis afectos, pocos lo bastante<br />
odiosos como para merecer todo mi odio, y su misma maldad me habría predispuesto a<br />
compadecerlos por el conocimiento certero del mal que se hacen a ellos mismos al querer<br />
hacérselo a otro. Puede que en momentos de alegría hubiera cometido la niñería de operar<br />
algunos prodigios: pero perfectamente desinteresados para mí mismo, y no teniendo por ley<br />
más que mis inclinaciones naturales, por unos cuantos actos de justicia severa, habría hecho<br />
milagros más sabios y más útiles que los de la leyenda dorada y los de la tumba de Saint-<br />
Médard.<br />
Tan sólo hay un punto en el que la facultad de penetrar de forma invisible por doquier<br />
hubiera podido hacerme buscar tentaciones a las que habría resistido mal, y una vez en tales<br />
vías de extravío, ¿adónde no hubiese sido yo conducido por ellas? Sería desconocer la natu-<br />
raleza y a mí mismo si me preciara de que tales facilidades no me habrían seducido, o de que<br />
la razón me habría detenido en esa fatal pendiente. Seguro de mí por sobre todo otro<br />
artículo, por éste solo estaba perdido. Quien pone su poder por encima del hombre debe<br />
estar por encima de las debilidades de la humanidad, sin lo cual este exceso de fuerza no<br />
serviría más que para ponerlo efectivamente por debajo de los demás y de lo que él mismo<br />
habría estado si hubiese permanecido su igual.<br />
Bien mirado todo, creo que haría mejor tirando mi anillo mágico antes de que me haga<br />
cometer algún disparate. Si los hombres se obstinan en verme distinto de como soy, y si mi<br />
aspecto irrita su injusticia, para privarles de esta vista hay que huirlos, pero no eclipsarme<br />
entre ellos. A ellos les toca esconderse ante mí, ocultarme sus manejos, huir de la luz del día,<br />
meterse bajo tierra como los topos. Por mí, que me vean si pueden, tanto mejor, pero eso les<br />
es imposible; en mi lugar nunca verán sino a Jean-Jacques que ellos se han hecho y que han<br />
hecho según su corazón, para odiarle a su antojo. Conque haría mal afectándome por el<br />
modo en que me ven: no debo prestar ningún interés auténtico, pues que no es a mí a quien<br />
así ven.<br />
El resultado que puedo inferir de todas estas reflexiones es que jamás he sido<br />
verdaderamente apto para la sociedad civil, donde todo es molestia, obligación, deber, y<br />
donde mi natural independiente me hizo siempre incapaz de las sujeciones necesarias para<br />
quien quiere vivir con los hombres. Mientras actúo libremente, soy bueno y sólo hago el