Rousseau_JeanJacques-Suenos De Un Paseante Solitario

Rousseau_JeanJacques-Suenos De Un Paseante Solitario Rousseau_JeanJacques-Suenos De Un Paseante Solitario

medellin.edu.co
from medellin.edu.co More from this publisher
11.05.2013 Views

contrario, entonces, ¿miente o no miente? Según la definición, no se podría decir que miente; pues si da moneda falsa a un hombre al que no debe nada, engaña a este hombre, sin duda, pero no le roba. Aquí se presentan a examen dos cuestiones, una y otra muy importantes. La primera, cómo y cuándo se debe a otro la verdad, puesto que no siempre se le debe. La segunda, si existen casos en que se pueda engañar inocentemente. Esta segunda cuestión está muy decla- rada, bien lo sé; negativamente en los libros en que la más austera moral no cuesta nada al autor; afirmativamente en la sociedad, donde la moral de los libros pasa por fraseología imposible de practicar. Conque dejemos a estas autoridades que se contradicen, e intentemos por mis propios principios resolver para mí estas cuestiones. La verdad general y abstracta es de todos los bienes el más preciado. Sin ella el hombre está ciego; es el ojo de la razón. Por ella el hombre aprende a conducirse, a ser lo que debe ser, a hacer lo que debe hacer, a tender hacia su verdadero fin. La verdad particular e individual no siempre es un bien, a veces es un mal, muy a menudo algo indiferente. Tal vez no son demasiadas las cosas que a un hombre le importa saber y cuyo conocimiento es necesario para su dicha; pero por poco numerosas que fueren constituyen un bien que le pertenece, que tiene derecho a reclamar allá donde se encuentre, y del que no se le puede frustrar sin cometer el más inicuo de todos los robos, pues que se trata de uno de esos bienes comunes a todos cuya comunicación no desposee a quien lo da. En cuanto a las verdades que no tienen ninguna clase de utilidad ni para la instrucción ni en la práctica, ¿cómo podrían ser un bien debido si ni siquiera son un bien?; y puesto que la propiedad se funda sólo en la utilidad, donde no hay utilidad posible no puede haber propiedad. Se puede reclamar un terreno, bien que estéril, porque al menos se puede vivir sobre el suelo; pero que un hecho ocioso, indiferente a todos los efectos y sin consecuencia para persona alguna, sea verdadero o falso, no interesa a nadie. Nada es inútil en el orden moral, como tampoco en el orden físico. Nada de lo que no sirve para nada puede ser obligado; para que una cosa sea obligada es preciso que sea o pueda ser útil. Así, la verdad debida es aquélla que interesa a la justicia, y es profanar el sagrado nombre de verdad el aplicárselo a las cosas vanas cuya existencia a todos es indiferente y cuyo conocimiento es para todo inútil. La verdad despojada de toda especie de utilidad aun posible no puede ser, pues, una cosa debida y, por consiguiente, quien la calla o disfraza no miente.

Pero el que existan verdades tan perfectamente estériles que sean de todo punto inútiles para todo, es otro artículo sobre el que volveré enseguida. Por el presente, pasemos a la segunda cuestión. No decir lo que es verdad y decir lo que es falso son dos cosas muy diferentes, pero de las que no obstante puede resultar el mismo efecto; porque este resultado es segurísimamente el mismo siempre que el efecto es nulo. Allí donde la verdad es indiferente, el error contrario también es indiferente; de donde se deduce que, en parecido caso, el que engaña diciendo lo contrario de la verdad no es más injusto que el que engaña no declarándola; porque en lo que hace a verdades inútiles, el error no tiene cosa peor que la ignorancia. El que yo crea que la arena del fondo del mar es blanca o roja no importa más que el que ignore de qué color es. ¿Cómo se podría ser injusto sin perjudicar a nadie, pues que la injusticia no consiste sino en el entuerto hecho a otro? Así sumariamente declaradas, estas cuestiones aún no me suministrarían empero ninguna aplicación segura para la práctica, sin muchos esclarecimientos previos necesarios para realizar con exactitud dicha aplicación en todos los casos que pueden presentarse, Porque si la obligación de decir la verdad no se funda más que en su utilidad, ¿cómo voy a constituirme yo en juez de tal utilidad? Muy a menudo la ventaja de lo uno obra el perjuicio de lo otro, el interés particular está casi siempre en oposición al interés público. ¿Cómo conducirse en semejante caso? ¿Hay que sacrificar la utilidad del ausente a la de la persona a quien se habla? ¿Hay que callar o decir la verdad que al favorecer a uno perjudica al otro? ¿Hay que pesar cuanto se debe decir en la sola balanza del bien público o en la de la justicia distributiva, y estoy yo seguro de conocer lo bastante todos los aspectos de la cosa para no dispensar las luces de que dispongo más que a las reglas de la equidad? Además, al examinar lo que se debe a los otros, ¿he examinado suficientemente lo que uno se debe a sí mismo, lo que se debe a la verdad por sí sola? Si cuando engaño a otro no le causo ningún perjuicio, ¿se deduce de ello que no me lo haga a mí mismo, y basta con no ser jamás injusto para ser siempre inocente? De cuántas embarazosas discusiones sería fácil retirarse diciéndose: seamos siempre sinceros por lo que pueda suceder. La justicia misma está en la verdad de las cosas; la mentira es siempre iniquidad, el error es siempre impostura, cuando se da lo que va contra la

Pero el que existan verdades tan perfectamente estériles que sean de todo punto inútiles<br />

para todo, es otro artículo sobre el que volveré enseguida. Por el presente, pasemos a la<br />

segunda cuestión.<br />

No decir lo que es verdad y decir lo que es falso son dos cosas muy diferentes, pero de las<br />

que no obstante puede resultar el mismo efecto; porque este resultado es segurísimamente el<br />

mismo siempre que el efecto es nulo. Allí donde la verdad es indiferente, el error contrario<br />

también es indiferente; de donde se deduce que, en parecido caso, el que engaña diciendo lo<br />

contrario de la verdad no es más injusto que el que engaña no declarándola; porque en lo que<br />

hace a verdades inútiles, el error no tiene cosa peor que la ignorancia. El que yo crea que la<br />

arena del fondo del mar es blanca o roja no importa más que el que ignore de qué color es.<br />

¿Cómo se podría ser injusto sin perjudicar a nadie, pues que la injusticia no consiste sino en<br />

el entuerto hecho a otro?<br />

Así sumariamente declaradas, estas cuestiones aún no me suministrarían empero ninguna<br />

aplicación segura para la práctica, sin muchos esclarecimientos previos necesarios para<br />

realizar con exactitud dicha aplicación en todos los casos que pueden presentarse, Porque si<br />

la obligación de decir la verdad no se funda más que en su utilidad, ¿cómo voy a<br />

constituirme yo en juez de tal utilidad? Muy a menudo la ventaja de lo uno obra el perjuicio<br />

de lo otro, el interés particular está casi siempre en oposición al interés público. ¿Cómo<br />

conducirse en semejante caso? ¿Hay que sacrificar la utilidad del ausente a la de la persona a<br />

quien se habla? ¿Hay que callar o decir la verdad que al favorecer a uno perjudica al otro?<br />

¿Hay que pesar cuanto se debe decir en la sola balanza del bien público o en la de la justicia<br />

distributiva, y estoy yo seguro de conocer lo bastante todos los aspectos de la cosa para no<br />

dispensar las luces de que dispongo más que a las reglas de la equidad? Además, al<br />

examinar lo que se debe a los otros, ¿he examinado suficientemente lo que uno se debe a sí<br />

mismo, lo que se debe a la verdad por sí sola? Si cuando engaño a otro no le causo ningún<br />

perjuicio, ¿se deduce de ello que no me lo haga a mí mismo, y basta con no ser jamás injusto<br />

para ser siempre inocente?<br />

<strong>De</strong> cuántas embarazosas discusiones sería fácil retirarse diciéndose: seamos siempre<br />

sinceros por lo que pueda suceder. La justicia misma está en la verdad de las cosas; la<br />

mentira es siempre iniquidad, el error es siempre impostura, cuando se da lo que va contra la

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!