Rousseau_JeanJacques-Suenos De Un Paseante Solitario
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Me respondió con una carta honesta en la forma, pero retorcida como todas las que me<br />
escriben en casos similares. Había llevado el puñal hasta su corazón sensible y, por el tono<br />
de su carta, debía creer que no soportaría sin morir la ruptura, pues que tenía hacia mí<br />
sentimientos tan vivos y tan sinceros. Así es como la rectitud y la franqueza constituyen en<br />
este mundo crímenes horribles, y a mis contemporáneos pareceríales malvado y feroz aun<br />
cuando a sus ojos no tuviera otro delito que el de no ser falso y pérfido como ellos.<br />
Había salido ya varias veces y me paseaba incluso con bastante frecuencia por las<br />
Tullerías, cuando, por el asombro de muchos con los que me iba encontrando, vi que aún<br />
había con respecto a mí otra noticia que ignoraba. Finalmente me enteré que el rumor<br />
público era que había muerto de mi caída, y este rumor se extendió tan rápida y<br />
pertinazmente que, más de quince días después de que yo estuviera al corriente, el mismo<br />
rey y la reina hablaron de ello como dándolo por seguro. Según lo que se cuidaron de<br />
escribirme, al anunciar el Courrier d´ Avignon la feliz noticia, no le faltó anticipar en tal<br />
ocasión el tributo de ultrajes e indignidades que, a guisa de oración fúnebre, le preparan a mi<br />
memoria tras mi muerte.<br />
La noticia vino acompañada de una circunstancia aún más singular que no conocí sino<br />
por casualidad y de la que no he podido saber ningún detalle. Y es que habían abierto al<br />
mismo tiempo una suscripción para la impresión de los manuscritos que se encontraren en<br />
mi casa. Por tal me compuse que tenían preparada una colección de escritos fabricados<br />
adrede para atribuírmelos después de mi muerte: pensar que imprimirían fielmente alguno de<br />
los que realmente pudieran encontrar era una tontería que no podía entrar en la mente de un<br />
hombre sensato y contra la que quince años de experiencia no han hecho sino protegerme<br />
sobremanera.<br />
Estas observaciones, hechas una a una y seguidas de muchas más que no eran menos<br />
sorprendentes, amedrentaron de nuevo mi imaginación, que creía mitigada, y las negras<br />
tinieblas que iban acrecentando en mi derredor sin desmayo reanimaron todo el horror que<br />
por naturaleza me inspiran. Me cansé haciendo mil comentarios sobre todo aquello e<br />
intentando comprender unos misterios que se han vuelto inexplicables para mí. El único<br />
resultado constante de tantos enigmas fue la confirmación de todas mis conclusiones