11.05.2013 Views

Rousseau_JeanJacques-Suenos De Un Paseante Solitario

Rousseau_JeanJacques-Suenos De Un Paseante Solitario

Rousseau_JeanJacques-Suenos De Un Paseante Solitario

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

tes y tristes, e hice, sobre cuanto sucedía en mi derredor, comentarios que indicaban más el<br />

delirio de la fiebre que la sangre fría de un hombre que no toma ya interés por nada.<br />

Otro suceso vino a terminar de turbar mi tranquilidad. La señora de Ormoy había estado<br />

buscándome desde hacía algunos años, sin que yo pudiera adivinar el porqué. Regalitos<br />

cariñosos, frecuentes visitas sin objeto y sin placer me apuntaban suficientemente un fin<br />

secreto en todo aquello, pero no me lo descubrían. Me había hablado de una novela que<br />

quería hacer para presentársela a la reina. Yo le había dicho lo que pensaba de las mujeres<br />

autoras. Me había dado a entender que el proyecto tenía como finalidad la recuperación de<br />

su fortuna, para lo cual tenía necesidad de protección; a esto no tenía yo nada que responder.<br />

Luego me dije que, al no haber podido tener acceso a la reina, había decidido dar su libro a<br />

la luz pública. No era el caso de darle consejos que no me pedía y que no hubiera seguido.<br />

Me había hablado de mostrarme antes a mí el manuscrito. Le rogué que no hiciera nada de<br />

aquello y ella nada hizo.<br />

<strong>Un</strong> buen día, durante mi convalecencia, recibí de su parte el libro ya impreso e incluso<br />

encuadernado, y vi en el prefacio tan gruesas alabanzas de mí tan desabridamente chapadas<br />

y con tanta afectación que quedé desagradablemente afectado. La tosca adulación que<br />

aquello desprendía jamás se alió con el obsequio, no se equivocara mi corazón en eso.<br />

<strong>Un</strong>os días más tarde, la señora de Ormoy vino a verme con su hija. Me comentó que su<br />

libro tenía la mayor resonancia por una nota que llamaba la atención; yo apenas me había<br />

fijado en la nota al hojear rápidamente la novela. La releí tras la marcha de la señora de<br />

Ormoy, analicé su cariz, creí ver en él el motivo de sus visitas, de sus zalamerías, de las<br />

gruesas alabanzas del prólogo, y juzgué que todo aquello no tenía otro fin que el de disponer<br />

al público para que me atribuyera la nota y, por consiguiente, la reprobación que le podía<br />

suponer al autor en la circunstancia en que había sido publicada.<br />

Carecía de medio alguno para acabar con el bulo y con la impresión que podía causar, y<br />

dependía de mí sólo el no alimentarlo aguantando la continuación de las vanas y ostensivas<br />

visitas de la señora de Ormoy y de su hija. Ve aquí la tarjeta que escribí a la madre a tal<br />

efecto:<br />

<strong>Rousseau</strong>, al no recíbir en casa a ningún autor,<br />

agradece a la señora de Ormoy sus bondades y le<br />

ruega que no le honre ya con sus visitas.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!