Samayoa Guevara, Hector Humberto. Ensayos sobre la ...

de respeto en que incurrían. A pesar de esto continuaron en
su desorden, si1'lhacer caso a tales insinuaciones y con mayor
audacia lo repitieron al dia siguiente con ambos a dos al
tiempo de entrar cada uno a dar sus clases. Este tumulto
duraba lo menos una media hora, de que resultaba que ni
los cursantes todas las clases podian fijar la atención a las
lecciones de sus maestros, ni éstos dar sus explicaciones, y
esto fue lo que impelió al catedrático de Prima de Teologia C.
don Buenaventura Rojas a salir de su clase a examinar quienes
fuesen la causa de este desorden el que consistía en que
los cursionistas no habian entrado a su respectiva clase por
falta de su catedrático. El bedel hizo varios reclamos para
contenerlos y aún no quiso repetirlos temiendo no le fuesen
a atropellar y sólo pudo evitar la desgracia que tenian fraguarda
con un palo que habian colocado sobre la puerta de
la clase de Filosofia del nuevo curso. El catedrático de éste,
después de haber sufrido el bochorno a la entrada con el
palmoteo y demás se halló con la pieza destinada a ella toda
llena de piedras y excrementos de bestias y sus estudiantes
todos desaparecidos, quejándose cada qual de lo que habia
padecido. En este estado llegó el catedrático de Instituta, quien
por serIe imposible tomar sosiego en su clase, y comenzar su
explicación, por la voceria y algazara se retiraba: conociamos
ambos que no podiamos contenerla y que nos exponiamos si
lo intentábamos. motivo porque abandonando nuestras clases
salimos a formalizar este reclamo.
Algunos de los que nos oyeron nos empeñaron en ad·
vertir que ellos no tenian parte en este mal proceder, estando
muy lejos de Nosotros debemos decir, en honor concurrir a
semejantes excesos, de varios cursantes de derechos que no
han tenido parte alguna en esta conducta tan desarreglada.
Por todo lo expuesto. a U. pedimos mande seguir una infor·
mación secreta de los cursantes de este escandaloso atentado,
examinando al efecto algunos testigos de los que no estén
comprehendidos en el caso y al mismo tiempo que se oiga
en el particular el acerto de los CC vecinos. Pedimos asimis·
mo que sean expelidos de esta Universidad los que resultasen
culpados, estando resueltos a no volver a regentar nuestras
cátedras hasta tanto que se halle esto verificado; lo contra·
rio seria exponernos y al mismo tiempo quedaríamos desautorizados.
Conviente pues. al bien público, conviene a nuestro
honor, conviene al buen nombre de este e3tablecimiento, y
sobre todo a el nuevo plantel de juventud estudiosa que
comienza a formarse, que tomen ese escarmiento en un ri·
guroso exemplar. Es por justicia que pedimos y juramos no
proceder de malicia.