Samayoa Guevara, Hector Humberto. Ensayos sobre la ...

estaban, y tanto sus capitanes como el resto de la tripulación:
"se les consideraba al servicio de la marina militar mientras
duraba la campaña" (H. R. Ratto. op. cit., p. 29). Personas
particulares ,y acaudaladas, denominadas armadores, previo
acuerdo con los gobiernos respectivos, organizaban expediciones
de corso, proporcionando los navíos, las armas, los víveres,
dcétera. Al regresar una expedición corsaria, se procedía de
la siguiente manera: "Las capturas o apresamientos realizados,
eran sometidos a la decisión de un Tribunal de Presas, el
cual, luego de haber establecido debidamente la legalidad
de tales capturas, procedía a la venta en pública subasta de
naves y mercadería; las armas, pólvora y municiones eran
siempre de propiedad del Estado" (H. R. Ratto. op cit, p.
29). Como indiqué en mi trabajo precitado, en muchos países
'se formaron asociaciones de capitalistas para dedicarse al
corso, desde los siglos XVI y XVII. Estas asociaciones se
incrementaron a partir del siglo XVIII en adelante y se extendieron
también a los países americanos. Paralelamente, va-
'rios países empezaron a proponer y a tomar medidas contra
el corso y la piratería. En el caso de los países hispanoamericanos,
una vez asegurada su independencia, también tomaron
medidas contra el corso y la piratería, y ejemplo de ello
~on los artículos de la Constitución de 1824 de la República
Federal de Centro América, el Tratado celebrado por la pre-
.opitada Federación Centroamericana y la Gran Colombia en
1826, y los Tratados y Convenciones del Congreso Bolivariano
de Panamá en el mismo año de 1826.3
Los gobiernos insurgentes sudamericanos, entre ellos los de
Venezuela, Colombia, Chile y Argentina, improvisaron fuerzas
navales y habilitaron corsarios para hacerle frente al poderío
marítimo español. En las fuerzas navales regulares y en las
,naves corsarias, se enrolaron numerosos marinos, oficiales y aven-