Samayoa Guevara, Hector Humberto. Ensayos sobre la ...

ioso el encadenado, no correrá a morder a todos los que
encuentre al paso?
La ley manda con generalidad que se ponga libres a los
detenidos, si no hubiere auto motivado de prisión; y los
magistrados deben cumplir la ley. Han sido instruidos
para su ejecución. No pende de su voluntad el dejarla
de observar.
Si el detenido sale a hacer daños, la leyes la causa de
ellos: la leyes, la que mandando que se le ponga en
libertad, ha mandado que se castigue al público por el
descuido u omisión del Juez que no proveyó el auto motivado
de prisión; y una ley que castiga al pueblo por
la culpa de otro debe ser reformada sin duda.
Yo respeto al primer legislador que dijo: Pongase en li·
bertad a los detenidos, si no hubiere auto motivado de
prisión. Yo ofrezco mis consideraciones a los legisladores
que han sido ecos del primero. Pero séame licito decirlo
la ley no debe mandar con generalidad, que se ponga en
libertad al detenido si no hubiere auto motivado de pri·
sión. Esta universalidad puede ser peligrosa, especialmente
en Centro América en donde la educación está tan
atrasada, y particularmente en una época en que el Gobierno
no ha sido todavia consolidado. Es preciso conocer
muy bien el suelo y la estación antes de dictar leyes. Las
que vegetan lozanamente en Europa, no podrán talvez
germinar en América sin brotar espinas, ó producir frutos
venenosos.
Lo que podria mandar la leyes, que si hubiere algún
detenido sin auto motivado de prisión, los Magistrados
en el acto de la visita manden que en el mismo dia informe
el Juez acompañando las diligencias respectivas,
y que en vista de ellas la Corte le imponga una de las
penas que debe designar la ley según la diversidad de
casos.
No quedaria entonces impune el .Juez que descuidase de
poner el auto de prisión: no seria el público castigado en
ningún caso por la omisión de otro: no se verian Ma·
gistrados, suspensos y procesados como Escobar y Megia,
por ser como ellos ejecutores exactos de la ley.