Samayoa Guevara, Hector Humberto. Ensayos sobre la ...

de repugnar a un niño estar en inacción quatro horas por la·
mañana y tres 'por la tarde? Una enseñanza tan árida que
pone en mal humor al Maestro, ¿podrá ser agradable a los,
discipulos que no tienen interés en ella ni creen adquirirla' por·
que· no la entienden? Se les castiga porque no comprenden)
una cosa tan clara para el Maestro y tan obscura para ellos:·
de aquí proviene que apoderándose el temor de sus potencias,.
los imposibilita para comprender, y de aquí un delito para
más castigos. He aquí la razón que me ha movido a creer,
que el número mayor de niños: que entren en la enseñanza·
no ha de parar en doze, y que habiéndose comenzado el curso
no se reciban otros de nuevo. Esto no quita que el Maestro
pueda concluida la de unos enseñar a otros en la siguiente hora.
. Soy pues del sentir que cuando el niño yerre, no sólo no·
se le castigue, sino que aun ni se le muestre mal semblante;'
pues me ha enseñado la experiencia que quando advierten.
disgusto en el Maestro, se confunden y yerran mucho más ..
Los· niños estando en acción, que al pOCotiempo de una hora,
lexos de tener horror a una enseñanza, que está de sus al·'
cances, y en que conocen que adelantan, la apetecerán como:
tina de las más agradables diversiones de su edad.
Se han hecho reformas utilísimas a que deben sus rápidos
progresos las ciencias, y las artes; pero el arte de pintar la'
palabra, la ciencia de hacer visible el pensamiento es muy
poco lo que debe a los sabios. Los hombres que por su con·
cepto de científicos, hubieran podido contrarrestar a la fuerza··
de la rutina, tal vez han ocupado exclusivamente su atención
en adelantar los conocimientos generales; de modo que se han
olvidado de lo mucho que les costó poner el pie en el primer'
escalón indispensable para elevarse a la altura de las ciencias,
o' tal vez han tenido a menos ocuparse en lo que no es mas
que el cimiento del edificio de la ilustración, en términos,
que han negado a los niños un alivio, y a la humanida~ un~
beneficio. Los niños se hallan abrumados con el peso mso··
portable' de