Samayoa Guevara, Hector Humberto. Ensayos sobre la ...

para que se pronuncie la u han inventado ponerle la nota
Diéresis. Otro tanto sucede con la inútil q, a la que constan·
temente se debe seguir u.
Quedará el Sistema resuelto si el sonido. 1?landode la e y
de la g es igual en todas las vocales, eSCrIbIendoy pronun·
dando,. v. g. cerella, cinto en lugar de querella, quinto y gerra,
gisante, en lugar de guerra, guisante.
Vengamos al otro punto, que necesita de reforma, que
confunde a los niños para percibir la pronunciación de las
sílabas expresar en el deletreo los nombres de las consonantes
-compuestas de varias letras que no deben pronunciarse y que
tal vez ninguna tiene el sonido que ha de tener en la sílaba.
En la palabra Xabon ¿qué sonido empleamos al pronunciar
1*Jui que tenga alguna semejanza con la jota? Es cosa sensible
ver las angustias de un niño cuando en el detestable pronun·
da equi ege eje efe, sin atinar que toda esta baraunda quiere
decir Xefe. .
Nuestros mayores conocieron este inconveniente, y. qUItaronel
nombre a las vocales, y las expresaron por su mIsmo
sonido, y no por su nombre alpha; no asi en las consonantes.
El famoso Pestalozzi por evitar el inconveniente hacia que
sus discipulos nombraran las vocales añadiéndoles una é muda,
pero esta vocal es desconocida en la pronunciación castellana,
no estamos en el caso de adoptar el arvitrio. .
No hay dificultad en dar a las consonantes su somdo neto,
si se hallan precedidas de una vocal: teniendo pues el artículo
femenino la y el nombre genérico letra que finalizan con a, se
pueden nombrar lab, lad, las, etc. o también, letrag. letram.
letrar, etc. porque en semejante caso conocerán !os niños que
el articulo la y el nombre letra no son unos SOnIdosconnexos
con la pronunciación de los caracteres.
Pasando al método corriente de enseñar se puede asegurar
que aún en un buen sistema de ortografia es suficiente por
si solo á retardar por afíos el beneficio de aprender a ler.
Vemos frecuentemente un sólo Maestro ensefíar a veinte
nifíos poco más o menos. todos en diverso estado de aprove·
chamiento, por cuyo motivo mientras ensefía a uno el IY1aestro
los más adelantados pierden tiempo porque no necesItan. de
aquella explicación y los menos adelantados porque la e~t.lenden;
¡qué error seria tan grande en un hombre. que qUISIera
ensefíar Geometria a varios discipulos, que cada uno necesi·
tase de distinta lección!
Se puede asegurar que si no perdia de valde el t,iempo,
y la paciencia, no le bastarian diez años para conclUIr una
ensefíanza, que de otro modo podia en seis meses tenerla
concluida.
No quiero detenerme sobre este particular por hablar del
tercer motivo de consumir tantos años en aprender a leer,
que es la suma repugnancia a los nifías. En una edad en la
que jamás se tiene reposo sino que se duerme ¿podrá dejar