Samayoa Guevara, Hector Humberto. Ensayos sobre la ...
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demás, sucede también respecto de nosotros mismos. Es natural sostener el concepto" y llevar adelante la favorable ilusion de los otros. Vestido con decencia el hombre mas malvado del mundo juzga que se hace de él mucha estimacion mas de la que se hace en realidad. Lisongeada su vanidad con esto, todas sus miras se dirigen á no desconceptuarse, y podemos estar seguros de que en todas sus acciones aspira á confirmar la opinion ventajosa que él se ha figurado. Al contrario un hom· bre que se mira indecente cree que todos son sus antagonistas, espera que le traten con dureza. y sabe que todos han formado de él un concepto vilisimo. Qué se puede esperar de éste hombre, sino que conforme su proceder con la idea que se ha formado? Esta gente derrotada és la que hace las muertes, los hurtos, y demas excesos. Qué hombres aseados se encuen· tran en las chicherias? Que mugeres decentes son.,las que se abandonan? Miremos con reflexion las carceles de hombres, y mugeres: á vér quantos malhechores hay calzados? Pero no acabamos de creer que el vestido forma la opinion. por una fuerza con que atrae á los hombres la exterioridad. Todavia no bastan las experiencias para hacernos conocer que los me· dios directos no los más eficaces, y que és preciso valerse de algunas flaquezas del corazon para fortalecerlo en la virtud. 9. Es pedir un mílagro querer que un hombre de las cir· cunstancias de la gente de broza se gobierne segun la recta razon ilustrada por el christianismo. Sus depravadas costum· bres van tomando vigor con las acciones de los de su jaez, ante quienes, unicamente puede presentarse. El hombre, asi como se hace inocente con los inocentes, también se pervierte con los perversos. Si éste estuviera vestido como los españoles, siendo natural la imitación, aprendería sus costumbres y co· tejando la sincerídad, la honestidad, la suavidad en el trato, y el deseo de complacer, con el doblez, el descaro, la grosería, y el egoismo, no podría menos de avergonzarse. y emprendería éstas virtudes, aunque no fuera mas que por preciarse de hombre culto. (8) 10. Nuestra Religion, que no deroga las leyes de la' nao turaleza, sino que las perfecciona. no se puede avenir con el desorden. La supersticion és efecto de la ignorancia. y ésta de que el sugeto no pueda tratar con quien mas sabe. Esta gente, me dirán, no oye los sermones? Dado caso que los oyga, media hora de bueno tiene por contrapeso todo el año de malo; y las acciones son más energicas que las palabras. 11. Yo no sé que haya otra cosa de mas importancia que el mayor interés de la naturaleza: y qué cosa habrá igual á los que debemos reputar origen de los bienes ciyiles y morales? Nuestro comercio, nuestra agricultura, y todás las artes claman en favor de ésta verdad. La depravacion de las coso tumbres, un materialismo practico contrario á la religion del hombre de bien, que és la christiana, noS interesa demasiado.
Valgame Dios! Una empresa que tiene tan sagrados vinculas podrá tener quien la contradiga! ' .. 12. Es de di~imular la detención en un asunto tan ma. lllfIesto, tan ~ensIble, y ~a1! de bulto, teniendo presente que no todos perCIben su C?neXlOncon la comun felicidad. Ahora voy á proponer los medlOs, para que con suavidad se verifique éste proyecto tan útil. 1. De~emos suponer que todo el mundo desea vestirse con ~ecenCla. DexarIan de ser hombres si les faltára el amor P~OplOpor el qual cada uno se estima mas que á nadie. Tam. bIen se debe suponer que vestirse con decencia és vestirse de ~quel mo~o que los hombres de superior gerarquia, esto és a la espanola. ' 2. No hay dia mas plausible para los indios. y mulatos que el de su casam.iento, quando los apadrinan españoles, por que entonc~s se vIsten,.y se peynan. Gastan en alquileres l? que no tIenen por lUCIren los bayles que inventan en las fIestas ~e s~s pue~los. Con és.te designio, y al cabo de diez Ó. doce dIa~, ~s preCISOq.ue. medIe disgusto con los alquiladores. SI se prohIbIera á los mdlOs de Ciudad Vieja el que salieran con peluca y casaca en los paseos, era de temer un alzamiento Creer, pues, que ellos no quieren vestirse á la española éS creer que no se estiman á sí mismos. ' 3. Si discurrimos con reflexion por la ciudad, hallaremos C;luemuchos entre los mulatos pueden calzarse, y no lo hacen. ¿Quantos con 1.0que gastan en sombrero de castor, camisa y chupa de estop111a,traslapa de recorte, ceñidor de seda, y cal. zones de ter:clOpelo galoneado, pudieran haber comprado za. patos y medIas? Las mulatas de la misma suerte hacen mas gasto que una española. La buelta de tisú de la mantilla el emballenado, el peto y la punta de manto en las naguas az~les' valen por tres mantones y basquiñas. En qué consiste pues q.ue no salga~ de su uso? No hemos de decir que estan apa. slOnados.~or el. Un hombre de los que hemos dicho conozerá que .é~ ndlCula mezcla la gala, y descalzez. A las mugeres por ~recIslOn les ha de chocar el precioso remiendo de las mano t111,?-s. Es necesari? que hayan caido en la cuenta de que el pan~ .puesto contmuamente en' la cabeza y pulmones, les precIpI~a reumas en la garganta. causa de la deformidad que se v~ hacIend~ comun, y de la fatuidad de sus hijos, y de aquellos mños á qUlene~ dán de mamar. Las indias que ó nada traen en la cabeza, o quando mas se ponen una toca de bretaña estan li'?r:esde éste gravisimo .defecto y hacen ver á las mulataS lo permCI?SOde sus. mantellmas. No hay que dudarlo: ellas aban~onanan su vestldo y podrian hacerla como los españoles. lo úmco que se lo impide és la opinion. .
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1. De~emos suponer que todo el mundo desea vestirse<br />
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SI se prohIbIera á los mdlOs de Ciudad Vieja el que salieran<br />
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Creer, pues, que ellos no quieren vestirse á <strong>la</strong> españo<strong>la</strong> éS<br />
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C;luemuchos entre los mu<strong>la</strong>tos pueden calzarse, y no lo hacen.<br />
¿Quantos con 1.0que gastan en sombrero de castor, camisa y<br />
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~recIslOn les ha de chocar el precioso remiendo de <strong>la</strong>s mano<br />
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