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COMPROMISO SOCIAL - Universidad Iberoamericana

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<strong>COMPROMISO</strong> <strong>SOCIAL</strong> meditaciones<br />

›DEMOCRACIA<br />

Y <strong>COMPROMISO</strong><br />

<strong>SOCIAL</strong> Miguel Ángel Granados Chapa<br />

Detalle de ¡Córrele!, de Héctor García, México, D. F., 1947.<br />

Inmersa en un sistema político en cuya cima se hallaba un Presidente de la República dotado de poderes incontrastables, al<br />

mando de un partido dominante casi único, la sociedad mexicana añoró durante décadas una experiencia que nunca había<br />

vivido, la de la democracia electoral en donde los votos deciden quiénes gobiernan tras una contienda equitativa de partidos<br />

que no monopolizan el poder ni concentran las posibilidades de la victoria y la derrota, sino que a veces ganan y a veces<br />

pierden, y nunca para siempre.<br />

Tan distante estaba esa imagen deseada, que se convirtió en un espejismo, una trampa mental y moral. Salvo quienes en distintos<br />

momentos del siglo XX eligieron la confrontación armada con ese propósito, la mayoría de los mexicanos supusimos que la<br />

transformación social de México dependía de que ejerciéramos la libertad del sufragio, al lado de otros derechos públicos como el de<br />

reunión y el de expresión. Dadnos la democracia electoral y todo lo demás vendrá por añadidura: en eso parecía sintetizarse nuestro<br />

reclamo. Pero apenas avanzamos en esa dirección quedó al descubierto, para infortunio de todos y desesperanza de muchos, que un<br />

sistema electoral respetuoso de la voluntad de las personas era apenas un requisito necesario pero no suficiente para que la sociedad<br />

se diera a sí misma poderes que emprendieran las transformaciones urgentes y largamente aplazadas.<br />

Para colmo, el progreso social hacia la contienda electoral eficaz encontró pronto sus límites y engendró sus propios demonios.<br />

Sucesivas reformas electorales, iniciadas o admitidas por el presidencialismo que accedió a acotarse a sí mismo, permitieron<br />

el fortalecimiento del sistema de partidos y la distribución del poder. Así, a partir de 1989 los ciudadanos pudieron elegir gobernadores<br />

entre candidatos distintos de los del PRI, al punto de que hoy éste conserva el dominio de “sólo” 17 entidades, casi la mitad<br />

del total, a diferencia de lo que ocurría hace apenas dos décadas. Hace apenas una que el partido oficial dejó de controlar el Poder<br />

Legislativo federal. Y hace ocho años se produjo el relevo de partidos en la institución presidencial.

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