La Carta a los Romanos - Tomo I - Daily Biblical Sermons
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y él será justo (o, por lo meno, más justo) delante de Dios por causa de su<br />
propio ministerio.<br />
Pero tanto Jesús como san Pablo criticaron a <strong>los</strong> fariseos por no haber hecho<br />
esto, como deberían. Su ministerio no debe ser sólo un trabajo o una profesión<br />
que practican para mantenerse económica y socialmente, y para mantener una<br />
posición de honor en medio del pueblo. Debe ser más bien una vocación que<br />
una profesión. Es un modo de vivir más que un modo de trabajar. Es un<br />
llamado de Dios a vivir para él y servirle cada vez más con amor y entrega<br />
personal. Es una vida que se purifica cada vez más del mundo y de sus vanos<br />
placeres, que corrompen el corazón del hombre y le hacen olvidarse de Dios y<br />
vivir sólo para sí mismo. Sólo así dará fruto su ministerio.<br />
¿Cuántos religiosos profesionales hay hoy como estos fariseos? El<strong>los</strong> viven<br />
para el placer; y cuanto más hacen esto, tanto más olvidan a Dios y tanto menos<br />
lo experimentan. No pudiendo vivir sin gozo, y no teniendo mucho gozo<br />
espiritual, aumentan sus placeres corporales o sus honores mundanos. Y al<br />
hacer así, tienen cada vez menos experiencia de Dios y de su luz y alegría, y por<br />
eso anhelan <strong>los</strong> placeres corporales y mundanos para compensar de su<br />
carencia de alegría espiritual. Al fin, son profesionales que hacen su trabajo<br />
como cualquier trabajo, como una profesión, pero no se enseñan a sí mismos ni<br />
crecen en la santidad de su vocación, y pasan sus vidas más y más como todo<br />
el mundo.<br />
Al hacer así, la práctica de su profesión no les ayudará delante de Dios. No les<br />
justificará. Sus obras no les ayudarán. Lo que necesitan es una conversión que<br />
es verdadera y radical. Necesitan comenzar de nuevo a obedecer a Dios<br />
radicalmente, y arrepentirse de su manera mundana y hedonista de vivir.<br />
Necesitan arrepentirse y comenzar de nuevo, desde un principio, a vivir una vida<br />
de perfección. Necesitan la misericordia de Dios en Jesucristo, para ser<br />
perdonados de todos sus pecados y hechos justos ante Dios. Entonces su<br />
nueva forma de vida les va a merecer cada vez más gracia, y sus nuevas<br />
buenas obras les ayudarán en el día del juicio.<br />
“Tú que te jactas de la ley, ¿con infracción de la ley deshonras a Dios? Porque<br />
como está escrito, él nombre de Dios es blasfemado entre <strong>los</strong> gentiles por causa<br />
de vosotros” (Rom 2, 23-24; Is 52, 5). Este tipo de orgullo no es bueno. Sería<br />
bueno si hubieran vivido fieles, santa y radicalmente conforme a la ley que tanto<br />
aprecian. Pero al vivir como viven, y al mismo tiempo identificándose con la ley<br />
y enseñándola, llevan deshonra sobre la misma ley, y por causa de el<strong>los</strong> esta ley<br />
de Dios es blasfemada entre <strong>los</strong> gentiles.<br />
Así es siempre. Religiosos profesionales que no viven conforme a <strong>los</strong> ideales de<br />
una vida verdaderamente religiosa o monástica dan un mal nombre a su estado<br />
de vida y profesión. Son un contrasigno de lo que deben mostrar al mundo.<br />
Deben mostrar al mundo el rostro de Cristo, el llamado a la perfección y a la<br />
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