El arte poética, Aristóteles, traducción de José Goya y Muniain (ed ...
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EL ARTE POÉTICA<br />
las explicado antes difusamente. Don<strong>de</strong> también se ha <strong>de</strong> notar que los llama<br />
Libros, y ahora no existe sino uno, y ése muy breve, y al parecer interpolado y<br />
truncado, y por la misma causa muy difícil <strong>de</strong> enten<strong>de</strong>rlo en muchos pasajes.<br />
Tampoco es creíble que no hablase ap<strong>arte</strong> <strong>de</strong> la ditirámbica y mímica, o gnómica<br />
(como muchos entien<strong>de</strong>n y llaman esta especie diversa <strong>de</strong> las otras), muy<br />
celebradas en su tiempo, un autor tan diligente que no se <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ña <strong>de</strong> tocar<br />
tantas menu<strong>de</strong>ncias <strong>de</strong> la poesía, hasta las letras y sílabas <strong>de</strong> que se componen<br />
los versos. Con todo eso nos <strong>de</strong>ja en una ignorancia total <strong>de</strong> lo que fueron estas<br />
<strong>arte</strong>s, y sólo sabemos que pudieron dar ocasión, la primera, a la formación<br />
<strong>de</strong> la trag<strong>ed</strong>ia, y la segunda, a la com<strong>ed</strong>ia. Pues <strong>de</strong> la poesía lírica, p<strong>arte</strong> tan<br />
principal, no dice una palabra, sino es que sea lo que insinúa como <strong>de</strong> paso<br />
acerca <strong>de</strong> los himnos y alabanzas en verso <strong>de</strong> las personas ilustres, divinas o<br />
heroicas que pudieron dar motivo a poemas más extensos.<br />
Por razón <strong>de</strong> lo que acabamos <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir, no se ha ofrecido mentar a nuestros<br />
poetas líricos, que son muchos y buenos: Garcilaso, Boscán, Luis <strong>de</strong> León,<br />
Villegas, los Argensolas, Padilla, Br. Francisco <strong>de</strong> la Torre (o sea don Francisco<br />
Quev<strong>ed</strong>o, que se oculta bajo este nombre), príncipe <strong>de</strong> Esquilache y<br />
otros sin cuento, cuyas poesías andan impresas en el Cancionero y Romancero<br />
antiguos, en el nuevo Parnaso Español y en otros libros. Tampoco hace<br />
mención <strong>Aristóteles</strong> en su Poética <strong>de</strong> las que nosotros llamamos fábulas por<br />
antonomasia: Quod arbores loquantur, non tantum ferœ. Y es que la hizo muy<br />
<strong>de</strong> propósito en la Retórica como p<strong>arte</strong> con las parábolas el lugar que se dice<br />
ab exemplis; y pone por <strong>de</strong>chado el apólogo <strong>de</strong> Estesícoro a los imerios, que<br />
ahora es tan célebre, y sólo en la Retórica <strong>de</strong> <strong>Aristóteles</strong> se halla; Del hombre<br />
y <strong>de</strong>l caballo, y otro <strong>de</strong>l famoso Esopo a los samios: De la Zorra picada <strong>de</strong> los<br />
tábanos y <strong>de</strong>l erizo; citando al mismo tiempo los cuentos <strong>de</strong> Esopo y otros intitulados<br />
Líbicos, que se pue<strong>de</strong> conjeturar, no sin fundamento, ser los mismos<br />
que corren con el nombre <strong>de</strong> Lochman, o a lo menos muy semejantes a ellos.<br />
Cosa es también para notar que no los llama μύθους , sino λόγους , porque<br />
no se componían entonces en verso, sino en prosa; y así trata <strong>de</strong> ellos, lib. II,<br />
Rhet. como conducentes al <strong>arte</strong> oratoria. Pero vino a Roma F<strong>ed</strong>ro, Quem Pierio<br />
Mater enixa est jugo, Qui litteratœ proprior erat Grœciœ, y <strong>de</strong>scubriendo un<br />
nuevo rumbo, æsopus Auctor quam materiam reperit, Hanc ille polivit versibus<br />
serenariis, y <strong>de</strong>mostró con su ejemplo cuán grata fuese a las musas la fábula.<br />
Por don<strong>de</strong> me maravillaba yo que siendo tan verda<strong>de</strong>ro en España como en<br />
Roma el dicho <strong>de</strong> Horacio: nihi intentatum nostri liquere Poëtœ, no hubiese<br />
alguno emprendido este asunto <strong>de</strong> poesía tan dulce y apacible. Pero veo ya<br />
que se reservaba esta gloria para el ilustre caballero don Félix Samaniego, nobilísimo<br />
por su linaje y candidísimo en el estilo, y para el ingenioso y erudito<br />
don Tomás <strong>de</strong> Iri<strong>arte</strong>. He aquí dos muy preciosos fabulistas <strong>de</strong> nuestros tiempos,<br />
comparables, a mi juicio, con el donosísimo Fontaine y con el graciosísi-<br />
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