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Don Galaz de Buenos Aires - Martín Rodríguez

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El arcediano le escuchó sin interrumpirle. De cuando en cuando, con unas pinzas,<br />

removía los carboncillos <strong>de</strong>l brasero. Sobre un arca, dormitaba un gato con las orejas<br />

peladas por la sarna. Pedro Montero <strong>de</strong> Espinosa lo cuidaba tiernamente.<br />

<strong>Galaz</strong> se acaloró. Hablaba con una voz ronca, <strong>de</strong>sconocida para el clérigo.<br />

—¿Y quién le asegura a su merced —preguntó el arcediano— que el Diablo mora<br />

entre los indios <strong>de</strong> Calchaquí? ¿Quién le asegura que no acomete esta empresa por dar<br />

salida a su ansia levantisca <strong>de</strong> dominio; por andar entre soldados, matando? <strong>Buenos</strong><br />

<strong>Aires</strong> no ofrece gran<strong>de</strong>s ocasiones a la gente moza. Las ofrece a quienes han pasado ya<br />

las llamas <strong>de</strong> la juventud e aprecian la valía <strong>de</strong>l reposo. Alguna vez, salgo a caminar,<br />

más allá <strong>de</strong> las chácaras. Aquella estupenda soledad robustece el ánimo y enfrena los<br />

apetitos. Ni una colina, ni un árbol, <strong>de</strong>tienen el vuelo <strong>de</strong>l pensar. Tan augusta quietud,<br />

tan santo silencio, ponen or<strong>de</strong>n en las pasiones locas. Allí, que no entre los cadáveres y<br />

los arcabuces, hallará su merced la calma que, sin confesárselo, persigue.<br />

<strong>Galaz</strong> quiso hacerle callar. <strong>Don</strong> Pedro alzó la mano, una mano espiritada, que<br />

parecía un ex voto <strong>de</strong> marfil.<br />

—¿Para qué le diré yo estas cosas, señor <strong>de</strong> Bracamonte, si sé harto bien que ya<br />

tiene escogido el camino? Vaya con Dios y eche por la otra acera, si ansí le place.<br />

Puso el gato sobre el enfaldo y empezó a mecerlo. Se le enturbiaron los ojos.<br />

—Su merced, señor arcediano —respondió el paje— habla como hombre en quien la<br />

mucha edad ha aplacado el arresto viril. Agora advierto que anduve errado, si pensé<br />

purgar mis culpas por la vía conventual. Unos nacen para alabar al Señor con los labios e<br />

los otros para serville con la espada. Yo soy <strong>de</strong> aquestos, loado sea Dios. No me sofoque<br />

con sus teologías, que jamás he <strong>de</strong> creerle: el Diablo mora entre salvajes, es cosa<br />

resabida. <strong>Don</strong><strong>de</strong> los hechiceros <strong>de</strong> las tribus beben sus brebajes malditos e invocan al<br />

“Gualicho” y al “Añanga”, el Demonio ronda alegremente porque se sabe seguro. El<br />

blanco no irá a buscalle al corazón <strong>de</strong> la selva. El Diablo no lo ignora, e ansí goza <strong>de</strong> su<br />

po<strong>de</strong>río sobre aquellos miserables. ¡Pero yo tengo <strong>de</strong> ir, señor arcediano, yo tengo <strong>de</strong> ir<br />

al bosque que hie<strong>de</strong> a azufre y que resuena con músicas lascivas! En su centro mesmo,<br />

acaso en un calvero <strong>de</strong>snudo, El Dorado levanta las torres famosas. Hombres <strong>de</strong> casta<br />

española lo pueblan e millares <strong>de</strong> indios que viven mezclados en afrentosa paganía. Las<br />

cúpulas <strong>de</strong> los palacios son <strong>de</strong> oro; las calzadas <strong>de</strong> esmeralda. El rey se unta las carnes<br />

con polvo dorado, como hemos leído en las crónicas <strong>de</strong> algunos danzarines lujuriosos <strong>de</strong>l<br />

tiempo <strong>de</strong>l César Nerón. ¿Es posible que no tomemos cuenta estrecha <strong>de</strong> tales cosas? ¿Es<br />

posible que Su Majestad Católica tolere el arraigo <strong>de</strong> un imperio <strong>de</strong> Luzbel <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l<br />

imperio que ganó a golpes <strong>de</strong> lanza, con la cruz en alto?<br />

Era el mismo <strong>Galaz</strong> <strong>de</strong> antes, el esperanzado <strong>Galaz</strong> <strong>de</strong> los sueños: don <strong>Galaz</strong> <strong>de</strong><br />

<strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong>. Los ojos le bullían. Había vencido el peligroso encanto <strong>de</strong> Violante, pero el<br />

frenesí <strong>de</strong> la aventura espléndida, sobreponiéndose a todo, le arrebataba <strong>de</strong> nuevo.<br />

El eclesiástico comprendió que la mansa oveja se embravecía y amanezaba <strong>de</strong>rribar<br />

el redil que su pastor levantara pacientemente.<br />

—¿Y cómo averiguó su merced —insistió— que El Dorado se encuentra en la región<br />

<strong>de</strong> Santa Fe? Hace una centuria que lo buscan, <strong>de</strong>l Orinoco a las tierras <strong>de</strong> los Patagones<br />

y, al fin, al fin, escapa siempre, como un espejismo <strong>de</strong> imposible alcance, señuelo <strong>de</strong> la<br />

codicia.<br />

<strong>Galaz</strong> resolvió cortar el coloquio. Había que obrar y pronto, no agostarse en<br />

discusiones. Se puso <strong>de</strong> pie. El gato maulló débilmente.<br />

—Yo sólo sé que tengo que hallarle, pues en hallándole me será dado purgar la grave<br />

culpa mía. Acuér<strong>de</strong>se <strong>de</strong>ste cuitado en sus preces.<br />

Besó la mano <strong>de</strong>scarnada y salió. Unos tonsurados, que aguardaban a la puerta <strong>de</strong> la<br />

audiencia, se hicieron <strong>de</strong> lado para <strong>de</strong>jarle pasar, tan resuelto marchaba.<br />

De vuelta a la casona, se encerró en su aposento. Hasta el alba no reposó. Limpiaba<br />

una espada <strong>de</strong> ancha taza, que la herrumbre enrojecía con vetas casi fosforescentes.<br />

Según la tradición <strong>de</strong> su linaje, había pertenecido a don Bartolomé <strong>de</strong> Bracamonte, el<br />

conquistador que vino con Mendoza y murió en el combate <strong>de</strong> Corpus Christi.<br />

El arma tenía grabado en la hoja el lema: Pro Fi<strong>de</strong> et Patria. Cuando le pareció bien<br />

reluciente, <strong>Galaz</strong> trazó con ella un terrible mandoble. Imaginó que retaba al <strong>de</strong>stino, a su<br />

66 Manuel Mujica Láinez<br />

<strong>Don</strong> <strong>Galaz</strong> <strong>de</strong> <strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong>

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