11.05.2013 Views

Don Galaz de Buenos Aires - Martín Rodríguez

Don Galaz de Buenos Aires - Martín Rodríguez

Don Galaz de Buenos Aires - Martín Rodríguez

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

divisar, como en una tela repintada, fragmentos diversos que mezclaban la piadosa<br />

narración <strong>de</strong>l hagiógrafo a su vida propia. El vínculo era a menudo casual, mas no por<br />

ello menos fuerte. Así, la historia <strong>de</strong> Lázaro mendigo era inseparable <strong>de</strong> unas naranjas<br />

que hurtó, <strong>de</strong> pequeño, en la huerta familiar. Mientras recorría el capítulo que dice <strong>de</strong>l<br />

alma <strong>de</strong>l rico avaro penando en los Infiernos, la imagen <strong>de</strong>l árbol oloroso cobraba lozanía<br />

en su imaginación. Violante le sonreía, con la falda ahuecada cual una cesta y llena <strong>de</strong><br />

frutas. Él estaba encaramado entre el follaje y, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> allá arriba, arrojaba las naranjas<br />

redondas. Luego se veía sentadito en un rincón <strong>de</strong>l estrado, por mandato <strong>de</strong> doña<br />

Uzenda. Para castigar su robo, habíale or<strong>de</strong>nado que aprendiera la historia <strong>de</strong>l pordiosero<br />

y <strong>de</strong>l duro merca<strong>de</strong>r. También recordaba que, por la puerta entornada, su prima había<br />

hecho mofa <strong>de</strong> él, mostrándole a la distancia las naranjas inalcanzables.<br />

Una suave melancolía le hizo suspirar.<br />

¿No querría el Cielo lastimarse <strong>de</strong> su amargura? ¿No querría enviarle una prueba <strong>de</strong><br />

su voluntad, una indicación más recia que toda duda? La espera se había mudado en<br />

obsesión. Su espíritu, torturado por mil insinuaciones contrarias, se <strong>de</strong>batía aguardando<br />

al viento rugiente que le arrebataría en un remolino <strong>de</strong> rayos, hermosos como ban<strong>de</strong>ras.<br />

Seguro estaba <strong>de</strong> que llegaría: <strong>de</strong> que esa presencia divina, marcada por un signo<br />

secreto que él <strong>de</strong>bía <strong>de</strong>scubrir, pondría fin a sus <strong>de</strong>sventuras. ¿No era él, acaso, <strong>Galaz</strong> el<br />

pre<strong>de</strong>stinado?<br />

Sus ojos se posaron en el Flos Sanctorum y, una vez más, leyó la primera frase <strong>de</strong>l<br />

Prólogo: “Gran<strong>de</strong> era el <strong>de</strong>seo que la Majestad <strong>de</strong> Dios Nuestro Señor tenía <strong>de</strong> que su<br />

Pueblo Israelítico, estando en el Desierto, tuviese voluntad y gana <strong>de</strong> conquistar la Tierra<br />

<strong>de</strong> Promisión, para esto dio or<strong>de</strong>n, según se escribe en el Libro <strong>de</strong> los Números, cómo su<br />

caudillo y capitán Moisés enviase exploradores que la viesen y paseasen toda y, <strong>de</strong>spués<br />

<strong>de</strong> bien paseada y vista, truxesen la muestra <strong>de</strong> su fertilidad y abundancia con alguna<br />

fruta cogida <strong>de</strong>lla: para que siendo vista, codiciosos <strong>de</strong> gozar tierra tan abundosa se<br />

animasen a conquistalla y ganalla a los Paganos, que la señoreaban. Hízose así: los<br />

exploradores fueron y dando la vuelta truxeron un racimo <strong>de</strong> uvas fertilísimo atravesado<br />

en una lanza y puesto sobre sus hombros, porque era tan gran<strong>de</strong> que no fue posible<br />

traelle sino <strong>de</strong>sta suerte”.<br />

Repitió en voz alta: “a conquistalla y ganalla a los Paganos...”. Un vértigo extraño le<br />

sobrecogió. Púsose <strong>de</strong> pie y, <strong>de</strong> nuevo, sin <strong>de</strong>tenerse, pronunció las palabras <strong>de</strong> Villegas,<br />

como si quisiera adivinar un sentido oculto: “A conquistalla y ganalla a los Paganos... a<br />

conquistalla y ganalla a los Paganos...”.<br />

Como respondiéndole, oyó que templaban una guitarra, allí cerca. Sigilosamente, se<br />

allegó a la ventana. Voces gruesas se pegaban a la sombra renegrida <strong>de</strong> un ombú. Y una<br />

cantó:<br />

Santo Tomé iba un día<br />

orillas <strong>de</strong>l Paraguay,<br />

aprendiendo el guaraní<br />

para po<strong>de</strong>r predicar.<br />

Sus ojos, más habituados a la obscuridad, distinguieron un grupo <strong>de</strong> hombres,<br />

sentados alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l tañedor. A través <strong>de</strong> la enramada, temblaba un claror <strong>de</strong><br />

estrellas:<br />

Los jaguares y los pumas<br />

no le hacían ningún mal,<br />

ni los jejenes y avispas,<br />

ni la serpiente coral.<br />

Las chontas y motacúes<br />

palmito y sombra le dan;<br />

el mangangá le convida<br />

a catar <strong>de</strong> su panal.<br />

Santo Tomé los bendice<br />

y bendice al Paraguay;<br />

Manuel Mujica Láinez 61<br />

<strong>Don</strong> <strong>Galaz</strong> <strong>de</strong> <strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong>

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!