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Don Galaz de Buenos Aires - Martín Rodríguez

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ermitaño andariego no hubiera fallecido tres décadas antes y pudiera aparecer en medio<br />

<strong>de</strong> la compañía, con su hábito monjil y su dura mirada imperativa.<br />

El Pecador no había sido fraile y, sin embargo, no se quitó nunca las ropas talares, <strong>de</strong><br />

lienzo grosero, que acaso vestía en cumplimiento <strong>de</strong> un voto terrible. Su vida fue un<br />

largo mudar tierras, un llevar y traer ór<strong>de</strong>nes misteriosas, en España, en Lima, en<br />

Santiago, en <strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong>. Su estameña ocultaba cédulas reales que presentaría a los<br />

gobernadores y a los cabildos. Los más altos funcionarios examinaban la conciencia y las<br />

arcas, por menudo, cuando se les anunciaba la llegada <strong>de</strong> Bernardo Sánchez. Y él se<br />

sentaba junto a los arzobispos y a los virreyes, rozaba sedas y linos <strong>de</strong>licados con el<br />

sayal mendicante y partía, alzando todas las volunta<strong>de</strong>s, aun las más encastilladas, entre<br />

el recelo <strong>de</strong> los cortesanos. Doquier, en América, le llamaban el Gran Pecador o el<br />

Hermano Pecador.<br />

Esas consejas cruzaron como relámpagos por la mente <strong>de</strong> <strong>Galaz</strong>. —“Nieto <strong>de</strong> monje o<br />

<strong>de</strong> cuasi monje”, pensó para sus a<strong>de</strong>ntros y el orgullo <strong>de</strong> casta le subió, en oleadas<br />

púrpuras, a las mejillas. ¿A qué aguardar aún? Mientras permaneció aherrojado en el<br />

lecho, no había cesado <strong>de</strong> rumiar venganzas. Con paso altanero, se allegó al zaguán.<br />

Había allí un mulato con jirones <strong>de</strong> taimado, que pellizcaba una vihuela. Cantaba con<br />

la boca llena <strong>de</strong> un guisote que humeaba en una escudilla puesta a su lado. <strong>Galaz</strong> le dio<br />

un puntapié. El esclavo volvió los ojos cobar<strong>de</strong>s hacia su agresor.<br />

—Cerdo negro —exclamó el mozo y le parecía que <strong>de</strong> cada vocablo suyo nacía una<br />

trompeta <strong>de</strong> guerra— corred y <strong>de</strong>cid a vuestro amo Alanís que aquí le aguarda don <strong>Galaz</strong><br />

<strong>de</strong> Bracamonte.<br />

Miró a la Plaza, cual si retara a los conventos, a los vacunos y al rollo <strong>de</strong> Justicia.<br />

Todas las lanzas y todas las ban<strong>de</strong>ras <strong>de</strong>l almirante don Rubí, toda la mesnada antigua,<br />

sólo para él visible, se alineó más allá <strong>de</strong> las tapias. De lo más hondo <strong>de</strong> su sangre, se<br />

alzó un piafar <strong>de</strong> caballos bardados y un chocar <strong>de</strong> yelmos y <strong>de</strong> picas.<br />

Inconscientemente, como quien <strong>de</strong>clama un verso, repitió el nombre sonoro: don <strong>Galaz</strong><br />

<strong>de</strong> Bracamonte. Al pasar por sus labios, las sílabas le <strong>de</strong>jaban un sabor maravilloso <strong>de</strong><br />

viejo vino familiar.<br />

—¡Bracamonte! ¡Bracamonte! —gritó en la placi<strong>de</strong>z <strong>de</strong> <strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong>. El mulato no se<br />

movió. Su parvo entendimiento no le mostraba más que un mancebo larguirucho, vestido<br />

con un gastado jubón <strong>de</strong> paje. Un segundo golpe le hizo aguzar la inteligencia. Fingió que<br />

lloraba y, con ello, exasperó más al joven criollo. Entre un hipo y otro murmuró: —Vosa<br />

mercé podía preguntar sin facer daño, que aunque mulatillo somo honrare. El señolo<br />

Alanís ¡ansí haya bono siglo! es ido a la estancia.<br />

<strong>Galaz</strong> tornó a la Plazuela <strong>de</strong> San Francisco, con la frente erguida, como si un airón <strong>de</strong><br />

plumas blancas coronara la paja seca <strong>de</strong> sus cabellos.<br />

Empezaba a llover.<br />

Su tía le aguardaba en el estrado. Un cirio solitario arrojaba escasísima claridad en el<br />

ancho aposento. El soplo más tímido bastaba para torcer su llama loca.<br />

<strong>Galaz</strong> besó la mano <strong>de</strong> doña Uzenda y no se <strong>de</strong>tuvo, pero ella le alcanzó con saltitos<br />

<strong>de</strong> pájaro. Juntos caminaron por la cuadra.<br />

—Sobrino —dijo la viuda, repitiendo el muy ensayado discurso—, el Señor, por<br />

méritos <strong>de</strong>l beato Fray Luis <strong>de</strong> Bolaños, que en su gloria esté, os ha salvado <strong>de</strong>l Infierno.<br />

Fuerza es que agora en<strong>de</strong>recéis la vida. Para mi <strong>de</strong>sventura, advierto algo tar<strong>de</strong> que erré<br />

la senda al ponervos junto a Su Ilustrísima; la mo<strong>de</strong>ración eclesiástica está reñida con<br />

vuestro ánimo. Vos sois <strong>de</strong> naturaleza imaginativo y ello os acarreará <strong>de</strong>sazones. Para<br />

acomodaros, conversé hoy con el gobernador y busqué <strong>de</strong> enternecelle. En mucho os<br />

estima don Mendo y me ha prometido guardaros a su vera; seréis su lector. Entre los<br />

paniaguados <strong>de</strong>l Fuerte, harto se me alcanza que vuestras prendas ingeniosas os abrirán<br />

camino. Mañana os iniciaréis y quién sabe, <strong>de</strong>jando las burlas y tornando a las veras, si<br />

algún día no os tendremos <strong>de</strong> teniente general, que con los azares <strong>de</strong>l real servicio agora<br />

se encumbra aquel que estaba homillado e se abate el que mostraba más ufanía.<br />

La luz caprichosa <strong>de</strong>l cirio movía las manos y las bocas <strong>de</strong> los retratos. Des<strong>de</strong> su<br />

marco, don Bartolomé, eterno pretendiente, aprobó el sermón. <strong>Galaz</strong> bajó la cabeza. Una<br />

cólera sorda le roía el cerebro y le agolpaba las lágrimas en las pestañas. ¡Lector <strong>de</strong>l <strong>de</strong><br />

40 Manuel Mujica Láinez<br />

<strong>Don</strong> <strong>Galaz</strong> <strong>de</strong> <strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong>

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