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Don Galaz de Buenos Aires - Martín Rodríguez

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Pero las damas, golosas <strong>de</strong> enfermeda<strong>de</strong>s, echáronse a discurrir sobre el mal, como<br />

si pala<strong>de</strong>aran confituras <strong>de</strong> monjas.<br />

Doña Ana María Naharro <strong>de</strong> Castro mantuvo que si se coloca una ristra <strong>de</strong> aceitunas<br />

horadadas en el cuello, la inflamación mengua y el pa<strong>de</strong>cer se rin<strong>de</strong>. Doña Inés Romero<br />

<strong>de</strong> Santa Cruz fue más lejos. Conocía —y su voz pru<strong>de</strong>nte se <strong>de</strong>smenuzaba en<br />

cuchicheos— el ensalmo <strong>de</strong> don Francisco <strong>de</strong> Aguirre, aquel valeroso capitán <strong>de</strong> la guerra<br />

<strong>de</strong> Arauco que renunció a sus hechicerías ante el Santo Oficio. Dijo, en forma casi<br />

inaudible, rogando por Dios que no las publicaran y protestando <strong>de</strong> su Bondad, las letras<br />

que era menester escribir en un asiento y la suerte <strong>de</strong> daga que sobre ellas había que<br />

clavar <strong>de</strong> punta, para que no se frustrara el conjuro.<br />

Alborotóse el cotarro. La viuda miró hacia el patio, <strong>de</strong>sconfiada. El hábito blanco <strong>de</strong><br />

un dominico tapaba la puerta.<br />

Doña Inés prosiguió, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> una pausa, con mil sales:<br />

—No sé cómo vuesa merced, señora Uzenda, corre el albur <strong>de</strong> guardar en sus<br />

aposentos cirios apagados. Yo, en cuanto mato la luz <strong>de</strong> uno, lo envío al trascorral. El<br />

humo <strong>de</strong> cirios daña a las mujeres en preñez.<br />

Una <strong>de</strong> las velas, que en cumplimiento <strong>de</strong> votos alumbraba la imagen <strong>de</strong> San Roque,<br />

habíase extinguido. En lugar <strong>de</strong> la llama, un airón finísimo y grisáceo crecía hacia las<br />

pústulas <strong>de</strong> oro.<br />

En notándolo, una dama se alzó <strong>de</strong>l grupo, con gran tintineo <strong>de</strong> dijes. Corrió entre las<br />

almohadas, para sofocar la columnilla vacilante. Era cincuentona, boquisumida, la tez<br />

quebrada. Llamábase Gracia <strong>de</strong> Mora. No tuvo hijos en su juventud. Menos podía<br />

esperarlos en lo <strong>de</strong>sapacible <strong>de</strong> la otoñada. Siempre andaba con arrumacos y ríos y<br />

anillos <strong>de</strong> doncellica. Había nacido en Vianna do Castello, mas prefería que no se le<br />

hablara <strong>de</strong> Portugal. De allí también era su marido, Sebastián Gómez. Poco a poco,<br />

valiéndose con <strong>de</strong>rroche <strong>de</strong>l arte adulatoria, habíase insinuado entre aquellas matronas,<br />

hasta que éstas aceptaron su compañía. Pero doña Gracia no ignoraba que su posición<br />

era incierta y, para resguardarse, elevaba a diario bastiones costosos. Ora mandaba a<br />

una hidalga tres o cuatro metros <strong>de</strong> tela <strong>de</strong> alcarchofada, producto <strong>de</strong> contrabandos<br />

equívocos con negreros <strong>de</strong> Angola; ora unos zapatos <strong>de</strong> tacón alto, a la <strong>de</strong> más allá; ora<br />

un bote <strong>de</strong> sebillo que tersaba la piel, o una receta <strong>de</strong> guisados andaluces; cazuela <strong>de</strong><br />

berenjenas y cuajarejos <strong>de</strong> cabritos. Tenía la sonrisa sobre la boca, como una mascarilla.<br />

Se esforzaba por dominar los cabeceos <strong>de</strong> su idioma natal y sólo conseguía modular una<br />

jerga melosa, contoneada, suspirante, castellano <strong>de</strong> hamaca y <strong>de</strong> serrallo.<br />

Volvió con el cirio. Sobre el pabilo, apretaba sus manos exornadas <strong>de</strong> sortijas.<br />

La conversación oscilaba, titubeaba. Con todo barrían los ventalles. Iniciábase un<br />

tema para <strong>de</strong>jarlo en breve. Ya eran noticias espeluznantes <strong>de</strong> piratas <strong>de</strong> Bahía, que<br />

doña Gracia comentaba con palmoteos y chillidos. Ya era una portuguesa cuyo judaísmo<br />

se presumía, porque cambiaba <strong>de</strong> camisa los sábados y porque traía al cuello una sarta<br />

con doce medallitas y doce son las tribus <strong>de</strong> Israel. Ya se aludía a las langostas y a las<br />

reyertas <strong>de</strong> los mestizos y a unos polvillos milagrosos que curaron <strong>de</strong> tercianas a la<br />

con<strong>de</strong>sa <strong>de</strong> Chinchón, virreina <strong>de</strong>l Perú.<br />

Una negra anunció al obispo. Todas se pusieron <strong>de</strong> pie, para darle el bienvenido.<br />

Hubo un ludir ligero <strong>de</strong> faldas <strong>de</strong> tafetán que hacían pompa. Doña Uzenda tocó con los<br />

labios el guante morado, a medio <strong>de</strong>scalzar. Las <strong>de</strong>más hicieron lo mismo, por su turno.<br />

Violante, que había permanecido aislada <strong>de</strong> la parleta, acudió al besamanos. Caminaba<br />

como hembra <strong>de</strong> alcurnia, sin esfuerzo y sin afectación, guiando a las maravillas su<br />

abultado guardainfante entre los taburetes esparcidos.<br />

Fray Cristóbal avanzó hasta uno <strong>de</strong> los sillones <strong>de</strong> vaqueta que le apercibieron. Se<br />

apoyaba en el hombro <strong>de</strong> <strong>Galaz</strong> <strong>de</strong> Bracamonte. Cada paso le arrancaba un rezongo y le<br />

convulsionaba el cuerpo. Derribóse en los cojines y pidió agua. El paje le arropó las<br />

piernas con un cuero <strong>de</strong> vicuña, que se aconsejaba para mitigar los achaques gotosos. El<br />

prelado tenía manos y rostro como <strong>de</strong> piedra pulimentada. Era cenceño, <strong>de</strong> quijadas<br />

salientes. Una barbilla le prolongaba la faz. De tan espiritual y alabastrino, evocaba las<br />

estatuas orantes que coronan los sepulcros nobles.<br />

Los señores abandonaron el patio, por cortesía. A su entrada, la habitación resonó<br />

con zapatones y espuelas.<br />

Manuel Mujica Láinez 17<br />

<strong>Don</strong> <strong>Galaz</strong> <strong>de</strong> <strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong>

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