Observe a su gato - Fieras, alimañas y sabandijas
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20 DESMOND MORRIS<br />
merodeaban por los silos y cazaban ratones. ¿Por qué no<br />
alentarles? Para los <strong>gato</strong>s, aquella escena debió de ser difícil<br />
de creer. Por todas partes les rodeaba un huidizo festín<br />
como jamás habían encontrado hasta entonces. Habían<br />
desaparecido las interminables esperas agazapados en el<br />
<strong>su</strong>elo. Todo cuanto necesitaban hacer era darse un indolente<br />
paseo hasta los aledaños de los vastos almacenes de grano,<br />
y allí les aguardaba un <strong>su</strong>permercado para gourmets con<br />
gordos roedores, alimentados con grano. De este estadio al<br />
de cuidar y criar a los <strong>gato</strong>s para incrementar la destrucción<br />
de los roedores no había más que un paso, puesto que era<br />
algo que beneficiaba a las dos partes.<br />
Con nuestros eficientes métodos modernos para controlar<br />
a los animales dañinos, nos re<strong>su</strong>lta difícil imaginar lo que<br />
significó el <strong>gato</strong> para aquellas primitivas civilizaciones, pero<br />
unos cuantos hechos acerca de las actitudes de los antiguos<br />
egipcios hacia los queridos felinos nos ayudarán a<br />
comprender la importancia que se les concedió en aquella<br />
época. Por ejemplo, se les consideraba animales sagrados, y<br />
el castigo por matarlos era la pena capital. Si un <strong>gato</strong><br />
fallecía en casa de muerte natural, todos los inquilinos<br />
tenían que ponerse de luto, lo que incluía tener que<br />
afeitarse las cejas.<br />
Después de la muerte el cuerpo del <strong>gato</strong> egipcio era<br />
embalsamado ceremoniosamente, el cuerpo se liaba con<br />
envolturas de diferentes colores y <strong>su</strong> cara se cubría con una<br />
máscara labrada en madera. A algunos los metían dentro de<br />
un ataúd de madera en forma de <strong>gato</strong> y a otros los<br />
envolvían en paja trenzada. Los enterraban en cementerios<br />
para <strong>gato</strong>s en número enorme, literalmente, millones de<br />
ellos. La diosa gata era llamada Bastet, que significaba “el<br />
habitante de Bast”. Bast era la ciudad en que se ubicaba el<br />
templo principal de los <strong>gato</strong>s, y donde cada primavera<br />
convergían hasta medio millón de personas para los actos<br />
de culto. En cada una de esas ceremonias se enterraban<br />
unos 100.000 <strong>gato</strong>s momificados para honrar a la diosa<br />
virgen felina (que, pre<strong>su</strong>miblemente, fue una precursora de<br />
la Virgen María). Esos festivales de Bastet se decían que<br />
eran los más populares y mejor cuidados de todo el antiguo