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V ILL A L IBR E • Cuadernos de e s tudios s o c iale s ur banos • Número 5 - 2010<br />
sus lugares de orig<strong>en</strong>, los mineros relocalizados y los campesinos aymaras<br />
del Altiplano, las dos almas originarias de El Alto, empezaron a reconstruir<br />
sus vidas <strong>en</strong> las inhóspitas tierras alteñas a partir de lo único que realm<strong>en</strong>te<br />
poseían: su cultura corporativa y comunitaria, su incomparable experi<strong>en</strong>cia<br />
de lucha y auto-organización social y sus solidas redes de par<strong>en</strong>tesco. Campesinos<br />
y mineros (indíg<strong>en</strong>as, al fin) se <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>taron a las nuevas condiciones<br />
de pobreza <strong>en</strong>contradas <strong>en</strong> la ciudad, recreando nuevas formas de organizaciones<br />
sociales al interior de las cuales reprodujeron, adaptándolas al medio<br />
urbano, muchas de las prácticas políticas y de los mecanismos organizativos<br />
de sus lugares de orig<strong>en</strong>.<br />
Hoy <strong>en</strong> día, <strong>en</strong> El Alto, estos saberes organizativos se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran materializados<br />
<strong>en</strong> una amplia red de agrupaciones y organizaciones de varia<br />
naturaleza (asociaciones gremiales, clubes o c<strong>en</strong>tros de madres, asociaciones<br />
de relocalizados, c<strong>en</strong>tros juv<strong>en</strong>iles, asociaciones de padres de familias, juntas<br />
de vecinos, etc.): un complejo tejido social ext<strong>en</strong>dido por barrios y zonas, a<br />
través del cual los alteños organizan diariam<strong>en</strong>te su vida cotidiana. Las id<strong>en</strong>tidades<br />
colectivas por gremio laboral, pert<strong>en</strong><strong>en</strong>cia territorial o familiar, <strong>en</strong> El<br />
Alto, preced<strong>en</strong> mayoritariam<strong>en</strong>te a cualquier manifestación de individualidad<br />
y son utilizadas cotidianam<strong>en</strong>te para organizar la actividad laboral, ejercer<br />
control social, plantear demandas, introducir querellas igualitarias, etc.<br />
Al interior de este complejo <strong>en</strong>tramado social, sobresale la importancia<br />
de las relaciones barriales, verdadero motor de la historia y del desarrollo<br />
de la ciudad de El Alto. La primera comunidad que los migrantes ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> a<br />
recrear al llegar a la ciudad es, sin duda alguna, la comunidad vecinal. Las<br />
razones son varias. En primer lugar, hay que tomar <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta que la llegada y<br />
la instalación de los migrantes a la ciudad de El Alto fueron, y sigu<strong>en</strong> si<strong>en</strong>do,<br />
<strong>en</strong> gran medida hechos colectivos (Zibechi 2006: 44). La decisión de dejar los<br />
lugares de orig<strong>en</strong> y moverse a los c<strong>en</strong>tros urbanos surge, <strong>en</strong> muchos casos, a<br />
partir de acuerdos <strong>en</strong>tre distintas familias, que migran y se asi<strong>en</strong>tan <strong>en</strong> la ciudad<br />
colectivam<strong>en</strong>te (es esta la razón por la cual <strong>en</strong> El Alto se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran numerosos<br />
barrios de g<strong>en</strong>te prov<strong>en</strong>i<strong>en</strong>te de un mismo c<strong>en</strong>tro minero o comunidades<br />
rurales). También cuando las familias no se conoc<strong>en</strong> anteriorm<strong>en</strong>te,