“MADRES PORTADORAS DE SIMIENTE DE DIOS.” - XFATBoY
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4<br />
REVERENDO WILLIAM SOTO SANTIAGO<br />
que principalmente en el Occidente recuerdan el instrumento<br />
que Dios utilizó, para tenernos aquí en este planeta Tierra, y<br />
tener parte en Su Programa.<br />
No nos podremos olvidar nunca de nuestra madre, porque<br />
sabemos que ha sido el instrumento usado por Dios para que<br />
estemos aquí en la Tierra. Por eso nosotros estamos aquí.<br />
Estamos muy contentos; ya para ver el motivo de nuestra<br />
existencia aquí en la Tierra, para ver el camino de la<br />
eternidad, y de la felicidad completa, de la felicidad eterna, de<br />
la Vida Eterna.<br />
Por eso decía el Apóstol San Pablo que la mujer se salvaría<br />
engendrando hijos, y si permanecía en la fe. [Primera de<br />
Timoteo 2:15]<br />
Así que podemos ver que la mujer tiene un propósito muy<br />
importante en el Programa Divino para y por lo cual ha<br />
nacido mujer.<br />
Así que viendo estas cosas desde el punto de vista divino, la<br />
posición de una mujer en el Programa Divino es una posición<br />
muy importante: ha sido diseñada para traer vida en esta<br />
Tierra, vida humana.<br />
Y la parte que le ha tocado es una parte muy importante en<br />
el Programa Divino; y tener un hijo es algo maravillo, y más<br />
maravilloso aún tener hijos elegidos, escogidos de Dios, que<br />
vivirán por toda la eternidad.<br />
Así que esas son bienaventuranzas para muchas madres que<br />
viven en esta Tierra; como María, que tuvo la<br />
bienaventuranza de traer a esta Tierra al Hijo de Dios, a Jesús<br />
de Nazaret, por creación divina.<br />
En palabras más claras: la primer mujer que experimentó la<br />
creación divina en su vientre para dar a luz un hijo por<br />
creación fivina, fue María. Por eso de todas las mujeres que<br />
han dado a luz, ella es la bienaventurada: porque trajo un<br />
Hijo, no por voluntad humana, sino por voluntad divina.<br />
COMPENDIO: MADRES <strong>PORTADORAS</strong> <strong>DE</strong> <strong>SIMIENTE</strong> . . . 77<br />
vender por allá a los incircuncisos enemigos de Dios!<strong>”</strong><br />
Ella iba a intervenir; y si no lograba nada le iba a decir<br />
entonces: “Maldíceme a mí, que yo fui la que hice todos estos<br />
planes, y deja al muchacho tranquilo, entonces si no lo vas a<br />
bendecir, pero no lo vayas a maldecir.<strong>”</strong><br />
Y podemos ver que Isaac no le iba a maldecir a su esposa,<br />
porque era parte de ella. Así es que, ella sabía, ella conocía a<br />
su esposo; así es que, ella estaba aún dispuesta a recibir<br />
cualquier maldición, cualquier maldición que Isaac hablara en<br />
esa ocasión; pero ella iba a luchar a favor de su hijo Jacob. Y<br />
eso es lo que debe hacer toda madre: luchar para que esté en<br />
el lugar correcto cada uno de sus hijos, escuchando la Palabra<br />
de Bendición, que es hablada en este tiempo final, para que<br />
reciban esa Bendición de Dios.<br />
Si aman a sus hijos, como hizo Raquel o Rebeca, tengan a<br />
sus hijos siempre escuchando la Bendición de la<br />
Primogenitura que está siendo hablada en nuestra Edad y<br />
nuestra Dispensación.<br />
Ahora, ella, vean ustedes, hizo todos los preparativos para<br />
que el muchacho estuviera donde tenía que estar. Le preparó<br />
la vestidura, la vestidura que tenía que usar, le preparó<br />
también para los brazos (lo que necesitaba), todo le preparó<br />
para que estuviera presente delante del Profeta de Dios que<br />
estaría hablando la Palabra de Bendición para ese momento;<br />
pues Isaac era el Profeta de Dios correspondiente para ese<br />
tiempo.<br />
Así que vean ustedes, ella se ocupó de preparar todo, y<br />
preparar a su hijo, para que estuviera presente recibiendo la<br />
Bendición de Dios. Lo que toda madre que ama a sus hijos,<br />
está llamada a hacer; o sea, que no es solamente decir: “A mí<br />
me gustaría que mi hijo reciba la Bendición o que mi hija<br />
reciba la Bendición de Dios;<strong>”</strong> sino hacer todos los<br />
preparativos; prepararlos y llevarlos. “Bueno, ven conmigo,