S U M A R I O - Llano de Bureba

página 26 Asociación Cultural “AMIGOS DE LLANO”
En la Puerta del Sol, centro neurálgico de la capital, se produce una lucha feroz
tras la llegada de 3.000 franceses más un escuadrón de Mamelucos, tropa mercenaria
egipcia famosa por su crueldad. El desigual combate dura dos horas e incluso
participan varios niños – como José del Cerro y José García, de diez y once años –,
que apedrean a los dragones de la Guardia Imperial hasta morir acribillados.
Lápida colocada en la Puerta del Sol, bajo el popular reloj de Gobernación.
Entretanto, un grupo de hombres encabezado por el cerrajero Molina ha corrido los
dos kilómetros largos que separan el Palacio del Parque de Artillería de Monteleón,
para conseguir armas. Durante el trayecto conocen la noticia de la muerte del general
Legrand, amigo de Napoleón, al acertarle un tiesto lanzado desde una ventana. Cuando
llegan, unos pocos oficiales españoles – entre ellos los capitanes Daoíz y Velarde, así
como el teniente Ruiz – al frente de un puñado de soldados y algunos civiles, acaban
de rechazar un primer ataque francés. Alguien avisa que llegan más gabachos; es el
poderoso IV Regimiento reforzado por el Batallón Westfalia y la encarnizada lucha se
produce de inmediato. El teniente Jacinto Ruiz es herido en un brazo, alguien le venda
y regresa a su puesto, pero al poco una bala le atraviesa por la espalda. Murat es
informado de la situación y envía una brigada con otros 2.000 hombres para combatir
a los casi 150 españoles que se defienden sin apenas munición. Los atacantes son
repelidos tres veces y en la última Pedro Velarde muere al alcanzarle un disparo,
siendo luego su cadáver profanado por el enemigo.
Llega al lugar el marqués de San Simón, teniente general de Madrid, con la petición
de alto el fuego, paréntesis aprovechado por los franceses para entrar al Parque y hacer
prisioneros a los resistentes. El general Langrange se acerca a Luis Daoíz, que tiene
una pierna destrozada y no puede sostenerse en pié, insultándole; el capitán trata de
blandir una espada e inmediatamente caen sobre él varios soldados galos, clavándole
uno de ellos la bayoneta por la espalda. Según consta documentalmente, en las tres
horas de combate murieron siete mujeres que habían acudido junto a sus maridos,
hijos, padres o novios para ayudarles en la defensa del Parque.