S U M A R I O - Llano de Bureba

página 24 Asociación Cultural “AMIGOS DE LLANO”
Precediendo a la conmemoración del Segundo Centenario de tan señalada fecha,
en breve aparecerán numerosos libros, artículos y reportajes sobre aquel glorioso
capítulo de nuestra Historia. Antes, los Amigos de Llano tienen aquí un resumen
de la heroica jornada en la que hombres, mujeres y niños del pueblo de Madrid se
levantaron sin apenas medios contra las invictas tropas napoleónicas, dando así
inicio a la Guerra de la Independencia y a la Historia Contemporánea de España.
A principios del siglo XIX, Napoleón Bonaparte era dueño de media Europa. Su
ambiciosa política expansionista iba a afectar decisivamente a España, cuya delicada
situación socio-económica dividía a la Corte entre los leales a Carlos IV, monarca
débil e indolente que al dejar sus responsabilidades en manos de Manuel Godoy (*)
llevaba al país a la ruina, y los partidarios del príncipe Fernando, a quien veían como
solución para enderezar el rumbo nacional. Unos y otros trataron de ganarse el favor
de Napoleón, negociando con él en términos absolutamente vergonzosos; baste citar a
modo de ejemplos la servil correspondencia que Fernando le envió, con petición
incluida de la mano de cualquiera de sus sobrinas, o el deshonroso Tratado de
Fonteanebleau firmado por Godoy a cambio de una Corona en el Algarbe portugués, y
que permitía el paso de las tropas galas por nuestro territorio.
Napoleón los manejaba hábilmente con el propósito de sentar en el Trono español a
uno de sus hermanos, como ya hiciera en Holanda y Nápoles. Pronto consiguió la
abdicación de Carlos IV en Fernando VII y, bajo pretexto de arbitrar los problemas
dinásticos entre ambos, los recluye junto a Godoy en Bayona, tras el Motín de
Aranjuez
Estos graves acontecimientos acelerarían la llegada a España del ejército francés,
dirigiéndose su núcleo principal a Madrid. Mandados por el prestigioso general Murat,
el día 23 de marzo de 1808 entraron 10.000 soldados en la capital, mientras otros
20.000 quedaban acuartelados y repartidos entre los pueblos cercanos. Eran tropas
curtidas e invictas tras numerosas contiendas sostenidas por las geografías europea y
africana, especialmente la Guardia Imperial, su temible cuerpo de elite.
Desde que se instalaron en Madrid, los incidentes con la población serían continuos.
A la secular aversión de los españoles hacia unos vecinos contra quienes habíamos
mantenido múltiples confrontaciones, y que como circunstanciales aliados – el
doloroso recuerdo de Trafalgar estaba muy cercano – eran indeseables, se añadió su
insultante arrogancia y graves faltas de respeto a mujeres y creencias religiosas, lo que
produjo un notable clima de tensión entre los madrileños, también recelosos por la
sospechosa ausencia de casi todos los miembros de la Familia Real y la consiguiente
claudicación de poder.
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(*) El mayor “trepa” de nuestra Historia. Era un guardia de Corps con escasa formación, que a los
25 años había logrado ser Mariscal, Teniente General, Grande de España, Consejero de Estado,
Príncipe de la Paz y Primer Ministro. Una carrera meteórica que según los rumores era debida al
hecho de ser amante de la reina.