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El velo del destino

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CUARTA PARTE<br />

NATURALEZA DE LOS ÁTOMOS ETÉREOS. -<br />

LA NECESIDAD DEL EQUILIBRIO<br />

Mientras el ego se encamina hacia su renacimiento, a través de la región <strong>del</strong><br />

Pensamiento Concreto, <strong>del</strong> Mundo de Deseos y de la Región Etérica, de cada una<br />

de ellas toma una cantidad de material. La calidad <strong>del</strong> mismo es determinada por el<br />

átomo-simiente, bajo el principio de que lo semejante atrae a lo semejante. La<br />

cantidad depende <strong>del</strong> volumen de materia requerida para el arquetipo construido por<br />

nosotros mismos en el Segundo Cielo. Con la cantidad de átomos etéreos<br />

prismáticos apropiados por un espíritu determinado, los Ángeles <strong>del</strong> Destino y sus<br />

agentes construyen una forma etérica que entonces se coloca en el útero de la<br />

madre la cual queda gradualmente revestida de materia física que entonces<br />

conforma el cuerpo visible de un nuevo niño. Solamente una pequeña porción <strong>del</strong><br />

éter reunido por un ego en particular se utiliza y el resto <strong>del</strong> cuerpo vital <strong>del</strong> niño o,<br />

mejor dicho, el material con el cual será definitivamente creado, queda así fuera <strong>del</strong><br />

cuerpo denso. Por esta razón el cuerpo vital de un niño sobresale mucho más que el<br />

<strong>del</strong> adulto fuera de la periferia <strong>del</strong> cuerpo denso. Durante la época de desarrollo este<br />

acopio de átomos etéreos se aplica a vitalizar los aumentos dentro <strong>del</strong> cuerpo, hasta<br />

que, al tiempo en que la edad adulta se ha alcanzado, el cuerpo vital sobresale<br />

solamente una pulgada o una pulgada y media fuera de la periferia <strong>del</strong> cuerpo<br />

denso.<br />

Se ha determinado por la ciencia física que los átomos en nuestro cuerpo denso<br />

están constantemente cambiando, de manera que todo el material que componen<br />

nuestro actual vehículo habrá desaparecido dentro de pocos años, pero es un<br />

conocimiento común el que las cicatrices y otras manchas o lunares se perpetúan<br />

desde la infancia hasta la ancianidad. La razón que existe para esto es la de que los<br />

átomos etéreos prismáticos que componen nuestro cuerpo vital son inmutables<br />

desde la cuna al sepulcro. Están siempre en la misma relativa posición, es decir, los<br />

átomos etéreos prismáticos que hacen vibrar los átomos físicos en los dedos de los<br />

pies o de las manos, nunca llegan a éstas, o a las piernas o a cualquier otra parte<br />

<strong>del</strong> cuerpo, sino que quedan en el mismo sitio exactamente en el que fueron<br />

colocados al principio.<br />

Una lesión en los átomos físicos implica una impresión idéntica en los átomos<br />

etéreos prismáticos. La nueva materia física moldeada encima de ellos toma forma y<br />

contextura similar a la que originalmente tenían.<br />

Las observaciones precedentes se aplican solamente a los átomos etéreos<br />

prismáticos que corresponden a los sólidos y a los líquidos en el mundo físico a<br />

causa de adoptar una forma definida que conservan. Pero, además, cada ser<br />

humano en este estado de evolución posee también una cantidad de los éteres de<br />

luz y reflector, que son los vehículos <strong>del</strong> sentido de la percepción y de la memoria,<br />

entremezclado en su cuerpo vital. Podemos decir que el éter de luz corresponde a<br />

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