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La vida de las abejas - Fieras, alimañas y sabandijas

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<strong>La</strong> <strong>vida</strong> <strong>de</strong> <strong>las</strong> <strong>abejas</strong> don<strong>de</strong> los libros son gratis<br />

Hay, en efecto, en la colmena, bajo la alegría <strong>de</strong>l primer aspecto,<br />

bajo los resplan<strong>de</strong>cientes recuerdos <strong>de</strong> los hermosos días que la llenan<br />

convirtiéndola en el joyel <strong>de</strong>l estío, bajo el ir y venir embriagado que la<br />

liga con <strong>las</strong> flores, con el azul <strong>de</strong>l cielo, con la abundancia tan apacible<br />

<strong>de</strong> cuanto representa belleza y felicidad, hay en efecto, bajo todas esas<br />

<strong>de</strong>licias, exteriores, un espectáculo <strong>de</strong> los más tristes que verse puedan.<br />

Y nosotros, ciegos, que sólo po<strong>de</strong>mos abrir ojos obscurecidos cuando<br />

miramos a <strong>las</strong> inocentes con<strong>de</strong>nadas, bien sabemos que no sentimos<br />

compasión por el<strong>las</strong> so<strong>las</strong>, que no <strong>de</strong>jamos <strong>de</strong> compren<strong>de</strong>r<strong>las</strong> a el<strong>las</strong><br />

so<strong>las</strong>, sino que nos hallamos frente a una forma, lamentable <strong>de</strong> la gran<br />

fuerza que nos anima y nos <strong>de</strong>vora, también.<br />

Sí, si se quiere, esto es triste, como es triste todo en la Naturaleza,<br />

cuando se la mira <strong>de</strong> cerca. Así será mientras no sepamos su secreto, si<br />

lo tiene. Y si un día llegamos a saber que no lo tiene, o que ese secreto<br />

es horrible, entonces nacerán otros <strong>de</strong>beres que quizá no llevan nombre<br />

todavía. Entretanto, que nuestro corazón repita, si lo <strong>de</strong>sea : «Eso es<br />

triste,» pero que nuestra razón se contente con <strong>de</strong>cir : «Eso es así.»<br />

Nuestro <strong>de</strong>ber <strong>de</strong>l momento es indagar si no hay nada <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> esas<br />

tristezas, y para eso no hay que apartar los ojos <strong>de</strong> el<strong>las</strong>, sino mirar<strong>las</strong><br />

fijamente, y estudiar<strong>las</strong> con tanto interés y tanto valor como si fueran<br />

alegrías. Justo es que antes <strong>de</strong> quejarnos, antes <strong>de</strong> juzgar a la Naturaleza,<br />

acabemos <strong>de</strong> interrogarla.<br />

XXV<br />

Hemos visto que <strong>las</strong> obreras, apenas cesan <strong>de</strong>, sentirse perseguidas<br />

<strong>de</strong>, cerca, por la amenazadora fecundidad <strong>de</strong> la madre, se apresuran<br />

a construir celdas <strong>de</strong> provisiones, cuya construcción es más económica,<br />

aunque, su capacidad sea mayor. Hemos visto, por otra parte, que la<br />

madre prefiere poner en <strong>las</strong> celdas pequeñas, y que reclama continuamente<br />

más. Sin embargo, a falta <strong>de</strong> el<strong>las</strong> y mientras se lo procuran,<br />

resignase a <strong>de</strong>positar sus huevos en <strong>las</strong> anchas celdas que encuentra a<br />

su paso.<br />

<strong>La</strong>s <strong>abejas</strong> que allí nazcan serán machos o zánganos, aunque los<br />

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