La vida de las abejas - Fieras, alimañas y sabandijas
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Mauricio Mæterlinck don<strong>de</strong> los libros son gratis<br />
alimentaba abundantemente, todas <strong>las</strong> tar<strong>de</strong>s, llegó un momento en que<br />
ya no tuvieron celdas disponibles para almacenar sus provisiones. Es<br />
probable que, entonces, los gran<strong>de</strong>s ingenieros, los escultores y <strong>las</strong><br />
cereras sobresalientes, recibieran la, or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> sacar partido <strong>de</strong>l abismo<br />
inútil.<br />
Una pesada guirnalda <strong>de</strong> cereras lo envolvió para mantener el calor<br />
necesario, otras <strong>abejas</strong> bajaron al agujero y comenzaron fijando<br />
sólidamente la redon<strong>de</strong>la <strong>de</strong> metal por medio <strong>de</strong> pequeños garfios <strong>de</strong><br />
cera, regularmente escalonados en sus bor<strong>de</strong>s, y que la unían a <strong>las</strong><br />
aristas <strong>de</strong> <strong>las</strong> celdas circundantes. Emprendieron entonces, ligándo<strong>las</strong> a<br />
dichos garfios, la construcción <strong>de</strong> tres o cuatro celdas en el semicírculo<br />
superior <strong>de</strong> la redon<strong>de</strong>la. Cada una <strong>de</strong> esas celdas <strong>de</strong> transición o <strong>de</strong><br />
reparación tenía la parte superior más o menos <strong>de</strong>formada para soldarla<br />
al alvéolo contiguo <strong>de</strong>l panal, pero su mitad inferior dibujaba siempre<br />
sobre el estaño tres ángulos perfectamente <strong>de</strong>terminados <strong>de</strong> los que<br />
salían ya tres pequeñas líneas rectas que esbozaban regularmente la<br />
primera mitad <strong>de</strong> la siguiente celda.<br />
Al cabo <strong>de</strong> cuarenta y ocho horas, y aunque sólo pudieran trabajar<br />
tres o cuatro <strong>abejas</strong> al mismo tiempo en la abertura, toda la superficie<br />
<strong>de</strong>l estaño quedaba cubierta <strong>de</strong> esbozos <strong>de</strong> alvéolos. Dichos alvéolos<br />
eran, es verdad, menos regulares que los <strong>de</strong> un panal común : razón por<br />
la cual la reina que los recorrió se negó a poner en ellos cuerdamente,<br />
porque <strong>de</strong> allí sólo hubiera salido una generación atrofiada. Pero todos<br />
eran perfectamente: hexagonales ; no se encontraba en ellos una sola<br />
curva, ni una forma, ni un ángulo redon<strong>de</strong>ado. Sin embargo, todas <strong>las</strong><br />
condiciones habituales estaban variadas, <strong>las</strong> celdas no eran excavadas<br />
en el mismo trozo <strong>de</strong> cera, según la observación <strong>de</strong> Huber, ni en un<br />
capuchón <strong>de</strong> cera, según la <strong>de</strong> Darwin, circulares primero y luego hexagonales<br />
por la presión <strong>de</strong> sus vecinas. No podía tratarse <strong>de</strong> obstáculos<br />
recíprocos, puesto que nacían una por una y proyectaban libremente<br />
sobre una superficie rasa, <strong>las</strong> pequeñas líneas <strong>de</strong> sostén. Parece, pues,<br />
seguro que el hexágono no es el resultado <strong>de</strong> necesida<strong>de</strong>s mecánicas,<br />
sino que se encuentra realmente en el plan, en la experiencia, en la<br />
inteligencia y en la voluntad <strong>de</strong> <strong>las</strong> <strong>abejas</strong>. Otro rasgo curioso <strong>de</strong> su<br />
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