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La vida de las abejas - Fieras, alimañas y sabandijas

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<strong>La</strong> <strong>vida</strong> <strong>de</strong> <strong>las</strong> <strong>abejas</strong> don<strong>de</strong> los libros son gratis<br />

ha avanzado un paso más allá <strong>de</strong> lo realizado en la estrecha familia <strong>de</strong><br />

los abejorros. Ese punto es la organización mecánica <strong>de</strong>l trabajo en<br />

común, la economía precisa <strong>de</strong>l esfuerzo, en una palabra, la arquitectura<br />

<strong>de</strong> la ciudad, manifiestamente inferior. Bastará con recordar lo que<br />

he dicho en el Libro III capítulo XVIII <strong>de</strong> este volumen, agregando que<br />

en <strong>las</strong> colmenas <strong>de</strong> nuestros Apidos, todas <strong>las</strong> celdas sirven indiferentemente<br />

para la cría <strong>de</strong> los huevecillos y el almacenamiento <strong>de</strong> <strong>las</strong><br />

provisiones y eso tanto tiempo cuanto dura la ciudad misma, mientras<br />

que entre los Meliponinos, no pue<strong>de</strong>n servir sino para un objeto, y <strong>las</strong><br />

que forman <strong>las</strong> cimas <strong>de</strong> <strong>las</strong> jóvenes ninfas, se <strong>de</strong>struyen <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l<br />

nacimiento <strong>de</strong> éstas.<br />

Entre nuestras <strong>abejas</strong> domésticas es, pues, don<strong>de</strong> la i<strong>de</strong>a, ha alcanzado<br />

su forma más perfecta, y he aquí un cuadro tan rápido cuanto<br />

incompleto <strong>de</strong>, los movimientos <strong>de</strong> esa i<strong>de</strong>a. ¿ Se fijan esos movimientos<br />

una vez por todas en cada especie, y el lazo que los une existe<br />

sólo en nuestra imaginación? No construyamos todavía, un sistema en<br />

esta región mal explorada. No arribemos sino a conclusiones provisionales,<br />

y si lo <strong>de</strong>seamos, inclinémonos más bien hacia <strong>las</strong> más llenas <strong>de</strong><br />

esperanza, porque si fuera absolutamente necesario elegir, algunos<br />

<strong>de</strong>stellos nos indican ya que <strong>las</strong> más <strong>de</strong>seadas serán <strong>las</strong> más seguras.<br />

Por lo <strong>de</strong>más, reconozcamos nuevamente que nuestra ignorancia es<br />

profunda. Estamos aprendiendo a abrir los ojos. Mil experimentos que<br />

podrían hacerse no se han intentado siquiera. Por ejemplo, <strong>las</strong> Prosopis,<br />

prisioneras y obligadas a vivir juntas con sus semejantes, ¿podrían, a la<br />

larga, franquear el umbral <strong>de</strong> hierro <strong>de</strong> la soledad absoluta, aficionarse<br />

a la reunión como los Dasypodos, y hacer un esfuerzo fraternal semejante<br />

al <strong>de</strong> los Panurgos? Los Panurgos, colocados a su vez en circunstancias<br />

impuestas y anormales, ¿pasarían <strong>de</strong>l pasadizo común a la<br />

cámara común? Y ¿se les ha dado a los Meliponinos panales <strong>de</strong> cera<br />

estapada? ¿Se les han ofrecido ánforas artificiales, para reemplazar sus<br />

curiosas ánforas <strong>de</strong> miel? ¿<strong>La</strong>s aceptarían? ¿sacarían partido <strong>de</strong> el<strong>las</strong>?<br />

¿Cómo adaptarían sus costumbres a esa arquitectura insólita? Interrogaciones<br />

que se dirigen a seres bien pequeños, y que sin embargo encierran<br />

la gran clave <strong>de</strong> nuestros mayores secretos. No po<strong>de</strong>mos<br />

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