La vida de las abejas - Fieras, alimañas y sabandijas
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Mauricio Mæterlinck don<strong>de</strong> los libros son gratis<br />
completa entre <strong>las</strong> manos, bajo su impresión y en su atmósfera. Están<br />
preparados para recibirla, hay <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> ellos un espacio más hospitalario,<br />
y si no la ven, tien<strong>de</strong>n por lo menos la mirada hacia el sitio <strong>de</strong><br />
belleza y gran<strong>de</strong>za en que es saludable creer que se encuentra.<br />
Ignoramos el fin <strong>de</strong> la Naturaleza, que para nosotros es la verdad<br />
dominadora <strong>de</strong> todas <strong>las</strong> <strong>de</strong>más. Pero, por el tenor mismo <strong>de</strong> esa verdad,<br />
para mantener en nuestra alma el ardor <strong>de</strong> su investigación, es<br />
necesario que la creamos gran<strong>de</strong>. Y si un día tenemos que reconocer<br />
que nos hemos extraviado, que es pequeña e incoherente, <strong>de</strong>scubriremos<br />
su pequeñez gracias a la animación que nos había dado su presunta<br />
gran<strong>de</strong>za, y cuando esa pequeñez sea indudable, ella misma nos<br />
enseñará lo que <strong>de</strong>bemos hacer. Entretanto, para correr en su busca no<br />
es exagerado poner en movimiento todo cuanto <strong>de</strong>, más po<strong>de</strong>roso y<br />
audaz posean nuestra razón y nuestro corazón. Y aun cuando la última<br />
palabra resultara miserable y mezquina, no sería poco haber puesto en<br />
claro la pequeñez y la inutilidad <strong>de</strong>l objeto <strong>de</strong> la Naturaleza.<br />
«Todavía no hay verdad para nosotros» <strong>de</strong>clame uno <strong>de</strong> los gran<strong>de</strong>s<br />
fisiólogos <strong>de</strong> esta época, mientras nos paseábamos por la campiña;<br />
todavía no hay verdad, pero por todas partes hay muy buenas apariencias<br />
<strong>de</strong> verdad. Cada cual hace su elección o más bien la admite, y esa<br />
elección que admite o que hace a menudo sin reflexionar y a la que se<br />
ciñe, <strong>de</strong>termina la forma y la conducta <strong>de</strong> todo cuanto penetra en él. El<br />
amigo con quien nos encontramos, la mujer que se a<strong>de</strong>lanta sonriendo,<br />
el amor que entreabre nuestro corazón, la muerte o la tristeza que lo<br />
cierran, este cielo <strong>de</strong> septiembre que contemplamos, este jardín soberbio<br />
y encantador en que se ve como en la Psyché <strong>de</strong> Corneille, canastillos<br />
<strong>de</strong> follaje sostenidos por términos dorados, el rebaño que pace y el<br />
pastor dormido, <strong>las</strong> últimas casas <strong>de</strong> la al<strong>de</strong>a, el Océano vislumbrado<br />
entre los árboles, todo se inclina o se yergue, todo se adorna se <strong>de</strong>snuda<br />
antes <strong>de</strong> entrar en nosotros, <strong>de</strong> acuerdo con la pequeña señal que le<br />
hace nuestra elección. Aprendamos a elegir la, apariencia. En el ocaso<br />
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