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La vida de las abejas - Fieras, alimañas y sabandijas

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<strong>La</strong> <strong>vida</strong> <strong>de</strong> <strong>las</strong> <strong>abejas</strong> don<strong>de</strong> los libros son gratis<br />

sus pelos, y se le instalan sobre la espalda. Si la lucha <strong>de</strong> los fuertes<br />

contra los débiles se, realizara en ese momento, no habría lugar a nada,<br />

y todo pasaría <strong>de</strong> acuerdo con la, ley universal. Pero, no se sabe, por<br />

qué, su instinto quiere, y por consiguiente la Naturaleza or<strong>de</strong>na, que se<br />

mantengan quietos, mientras permanecen en la espalda <strong>de</strong> la abeja. En<br />

tanto que ésta visita <strong>las</strong> flores, edifica y provee <strong>las</strong> celdas, aguardan<br />

pacientemente su hora. Pero, apenas se ha puesto el huevo, todos, saltan<br />

encima y la inocente Colleta cierra cuidadosamente la celda bien<br />

provista <strong>de</strong> víveres, sin sospechar que encierra al propio tiempo en ella<br />

la muerte <strong>de</strong> su prole.<br />

Una vez cerrada la celda, el inevitable y salvador combate <strong>de</strong> la<br />

selección natural comienza al punto entre- los triongulinos, en torno<br />

<strong>de</strong>l único huevo. El más fuerte, el más diestro toma a su adversario por<br />

la juntura <strong>de</strong> la coraza, lo levanta sobre su cabeza en <strong>las</strong> mandíbu<strong>las</strong>, y<br />

lo mantiene así durante horas enteras, hasta que expira, pero, durante la<br />

lucha, otro triongulino que ha quedado solo, o que ya ha vencido a su<br />

rival, se apo<strong>de</strong>ra <strong>de</strong>l huevo y comienza a comérselo. Es necesario,<br />

pues, que el último vencedor triunfe <strong>de</strong> ese nuevo enemigo, lo que le,<br />

es fácil, porque el triongulino que, satisface su hambre prenatal, está<br />

prendido a su huevo con tanta obstinación que no piensa en <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rse.<br />

Lo mata, por fin, y el otro se encuentra solo en presencia <strong>de</strong>l huevo<br />

tan precioso y tan bien ganado. Hun<strong>de</strong> á<strong>vida</strong>mente la cabeza en la<br />

abertura practicada por su antecesor, y empren<strong>de</strong> la larga comida que<br />

ha <strong>de</strong> transformarlo en insecto perfecto y proveerlo <strong>de</strong> <strong>las</strong> herramientas<br />

necesarias para salir <strong>de</strong> la celda en que está secuestrado. Pero la Naturaleza,<br />

que quiere la prueba <strong>de</strong> la lucha, ha calculado, por otra parte, el<br />

premio <strong>de</strong>l triunfo con una precisión tan avara, que un huevo entero<br />

basta apenas para la alimentación <strong>de</strong> un triongulino. «De manera dice<br />

TAL Mayet, a quien <strong>de</strong>bemos el relato <strong>de</strong> estas <strong>de</strong>sconcertantes <strong>de</strong>sventuras<br />

<strong>de</strong> manera que a nuestro vencedor le falta todo el alimento<br />

que su postrer enemigo absorbió antes <strong>de</strong> morir, e incapaz <strong>de</strong> soportar<br />

la primera muda, muere a su vez, queda suspendido a la piel <strong>de</strong>l huevo,<br />

o va a aumentar en el azucarado líquido, el número <strong>de</strong> los ahogados.<br />

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