La vida de las abejas - Fieras, alimañas y sabandijas
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Mauricio Mæterlinck don<strong>de</strong> los libros son gratis<br />
resolución ciega, que obe<strong>de</strong>ciera a los caprichos o <strong>las</strong> incitaciones<br />
aturdidas <strong>de</strong> una hora favorable, trátase <strong>de</strong> que tomen al instante y por<br />
unanimidad medidas que, <strong>las</strong> permitan lanzar el segundo enjambre tres<br />
o cuatro días <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l nacimiento <strong>de</strong> la primera, reina, y el tercero<br />
tres días <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la salida <strong>de</strong> la reina joven a la cabeza <strong>de</strong>l segundo<br />
enjambre. No pue<strong>de</strong> negarse que aquí se encuentra todo un sistema,<br />
toda una combinación <strong>de</strong> previsiones, que abraza un espacio consi<strong>de</strong>rable<br />
<strong>de</strong> tiempo, sobre todo si se le compara con la brevedad <strong>de</strong> su <strong>vida</strong><br />
Estas medidas se refieren a la guardia <strong>de</strong> <strong>las</strong> jóvenes reinas, todavía<br />
amortajadas en sus caracoles <strong>de</strong> cera. Supongo ahora que <strong>las</strong> <strong>abejas</strong><br />
consi<strong>de</strong>ran más sensato no lanzar el segundo enjambre. En este caso,<br />
aún son posibles dos partidos. ¿Permitirán a la primogénita <strong>de</strong> <strong>las</strong> vírgenes<br />
reales, a la que hemos visto nacer, que <strong>de</strong>struya a sus hermanas<br />
enemigas, o aguardarán que haya realizado la peligrosa ceremonia <strong>de</strong>l<br />
«vuelo nupcial,» <strong>de</strong>l que pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>r el porvenir <strong>de</strong> la nación ? A<br />
menudo autorizan la matanza, inmediata ; a menudo, también, opónense<br />
a ella, pero bien se compren<strong>de</strong>, que es difícil sacar en limpio si lo<br />
hacen previendo una segunda enjambrazón o los peligros <strong>de</strong>l «vuelo<br />
nupcial,» porque más <strong>de</strong> una vez se ha observado que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> <strong>de</strong>cretar<br />
la segunda enjambrazón, han renunciado bruscamente a ella, y<br />
<strong>de</strong>struido toda la <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>ncia pre<strong>de</strong>stinada, sea porque el tiempo se<br />
hubiera puesto propicio, sea por cualquier otra razón que, no po<strong>de</strong>mos<br />
penetrar. Pero admitamos que hayan juzgado mejor renunciar a la<br />
enjambrazón, y aceptar los riesgos <strong>de</strong>l «vuelo nupcial.» Cuando nuestra<br />
joven reina, impulsada por su <strong>de</strong>seo, se acerca a la, región <strong>de</strong> <strong>las</strong><br />
gran<strong>de</strong>s cunas, la guardia se aparta a su paso. <strong>La</strong> soberana, presa <strong>de</strong>,<br />
sus furiosos celos, se precipita sobre la primera cápsula que encuentra,<br />
y con patas y dientes se esfuerza por <strong>de</strong>spedazar la cera. Lo consigue,<br />
arranca violentamente el capullo que tapiza la mansión, <strong>de</strong>snuda a la<br />
dormida princesa, y si su rival tiene ya formas <strong>de</strong>terminadas, se vuelve,<br />
introduce el aguijón en la celda, y lo esgrime frenéticamente hasta que<br />
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VI