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LOS HIJOS DE PADRES SEPARADOS

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<strong>LOS</strong> <strong>HIJOS</strong> <strong>DE</strong> <strong>PADRES</strong><br />

<strong>SEPARADOS</strong><br />

Los Hijos de Padres Separados<br />

Fragmento del libro del Dr. Víctor Hugo Guerriera<br />

¿Cuáles son los problemas que pueden sufrir los hijos menores ante el divorcio de<br />

sus padres?<br />

¿Qué es preferible para los hijos en un matrimonio donde los esposos no se<br />

quieren, o la separación con todas las consecuencias<br />

¿Qué diferencia hay en cuento al impacto sobre los hijos, según el sexo, la edad,<br />

etc.?<br />

¿Que aspectos concretos se incluyen en la tenencia y el derecho de visita sobre<br />

los hijos? La custodia compartida. La guarda alternada<br />

El padre no custodio que interrumpe el contacto con sus hijos<br />

1 ¿Cuáles son los problemas que pueden sufrir los hijos menores ante el divorcio<br />

de sus padres?<br />

La separación de los padres compromete seriamente la salud emocional de los<br />

hijos. Investigaciones efectuadas por Wallerstein y Kelly en 1974 han comprobado<br />

los siguientes problemas: tristeza, rabia, impotencia, aislamiento, agresividad,<br />

temores de ser también abandonados por el padre custodio, fantasías sobre una<br />

reconciliación, algunas veces sentimiento de culpa por creerse de alguna manera<br />

causantes de la separación, pérdida de confianza en sí mismos, dificultades en las<br />

relaciones sociales, conflicto de lealtades, depresión, somatización del conflicto en<br />

dolencias físicas, etc. Esas consecuencias pueden ocurrir en mayor o menor<br />

grado.<br />

No obstante todas ellas derivan más que de la separación misma, de la actitud de<br />

los padres, de las conductas de agresión que entre ellos se generan, de la<br />

manipulación de los hijos como "botín de guerra", de la exclusión o inferiorización<br />

deliberada del otro cónyuge, de una relación absorbente a simbiótica de la madre<br />

custodio con sus hijos en el seno del hogar uniparental; de la forma en que el<br />

conflicto se inició y prosperó, si fue precedido por antecedentes o se trató para los<br />

hijos de un acontecimiento súbito e inesperado de la actitud de la familia extensa.<br />

Todos temas ya analizados en este libro.<br />

La intensidad de los efectos va decreciendo a medida que los padres avanzan en<br />

las diferentes etapas del divorcio hasta la última del divorcio psicológico. En<br />

cambio si el divorcio se estanca sin llegar a la resolución, los hijos padecen ese<br />

estancamiento instaurándose neurosis e importantes perturbaciones porque se<br />

perjudica la integración yoica de los hijos.<br />

Todo lo explicado justifica la responsabilidad y cordura con que debe asumirse la<br />

decisión de separación, sólo necesaria cuando se ha llegado a un punto de noretorno<br />

en el matrimonio.<br />

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Los Hijos de Padres Separados<br />

Cuando conversamos con adolescentes, hijos de padres separados, nos interesa<br />

descubrir que no reprochan la separación misma, sino las agresiones, la<br />

abdicación del padre no conviviente o como ellos lo expresan en su argot juvenil:<br />

"que se borre". Sufren cuando se los utiliza para dañar al otro cónyuge, cuando<br />

hay carencias afectivas o económicas. Detectan el soborno, la hipocresía, los<br />

dobles mensajes.<br />

Alguna vez, al escuchar tales maduras consideraciones, pensamos si esos<br />

muchachos no actuaban con mayor adultez que los propios padres.<br />

Solemos preguntar en esas ocasiones a los jóvenes: ¿Han conversado de estos<br />

temas con sus padres, les han expresado sus sentimientos como lo hacen aquí?<br />

¿No vale la pena intentarlo?<br />

Indudablemente las respuestas son: "no tengo oportunidad, no me animo, no vale<br />

la pena nada cambiará".<br />

Esa es la situación concreta y real.<br />

Hay otros adolescentes, también hijo., de padres separados, que no presentan<br />

ese cuadro, están serenamente adaptados a la nueva convivencia uniparental o<br />

de recasamíento de los progenitores.<br />

Entonces hemos estudiado esos casos para descubrir qué hechos distintos han<br />

ocurrido en esas separaciones para permitir a los hijos asimilar cambios tan<br />

profundos como la pérdida del mito de la familia unida.<br />

En todos esos casos se cumple la premisa: los esposos se han separado pero los<br />

padres siguen unidos. Continúan cubriéndose las necesidades parentales:<br />

nutritivas (afecto, protección económica) y normativas (guía, límites, autoridad,<br />

adaptación a las normas) (Abelsohn).<br />

Resultado de las consideraciones precedentes cónyuges al tomar la decisión de<br />

separarse legítimo si viven infelices, están asumiendo un compromiso por el amor<br />

a los hijos. Y este compromiso no tiene atenuantes, se trata de seguir cumpliendo<br />

como padres y transitar el proceso de divorcio con madurez, respeto y<br />

consideración entre ellos y hacia los hijos.<br />

Se nos dirá que en un 80% de los divorcios, en sus comienzos, hay un esposo que<br />

lo desea y otro que se resiste, que en tales circunstancias es muy difícil evitar<br />

dolor, agresión, revancha. Es cierto. ¿Pero qué culpa tienen los hijos de los<br />

errores de los padres o de sus desdichas? Si el matrimonio terminó, todo aún no<br />

ha terminado, están los hijos esperando.<br />

2. ¿Qué es preferible para los hijos, un matrimonio donde los padres no se<br />

quieren, hay peleas, o la separación con todas sus consecuencias?<br />

La respuesta parece fácil: es preferible una separación de los padres a una<br />

convivencia sin cariño, con agresiones y tensiones continuas.<br />

Pero precisemos más el asunto.<br />

¿A qué tipo de mala convivencia nos estamos refiriendo cuando respondemos que<br />

es preferible la separación? Se trata de una situación instaurada en forma<br />

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Los Hijos de Padres Separados<br />

permanente, donde los padres no se respetan, no se soportan, se agreden de<br />

palabra o de hecho con reiteración, donde no hay diálogo ni amor. Los hijos viven<br />

ese ambiente, las responsabilidades parentales no pueden funcionar porque ya<br />

hay conflicto de lealtades, temor, daño a la imagen del padre o de la madre o<br />

ambos. Hay violencia intrafamiliar y los chicos, de espectadores pasan a ser<br />

involucrados en esos enfrentamientos. En tales circunstancias no cabe<br />

otro remedio que la separación incluso trae alivio.<br />

Destacamos las palabras situación instaurada en forma permanente, violencia<br />

intrafamiliar, y falta de diálogo, amor.<br />

Distinto es el caso en que por diferentes causas, momentos de alteración, stress,<br />

acontecimientos que desequilibran ocasionalmente, frustraciones originadas fuera<br />

del hogar, enfermedades que alteran la conducta o reducen el auto-control,<br />

intromisión de alguna de las familias de origen, y muchas razones más, se<br />

plantean crisis matrimoniales que pueden resolverse sin llegar a la separación.<br />

Obrar precipitadamente en tales ocasiones, es hipotecar el futuro de los hijos<br />

cuando todavía hay mucho que hacer para salvar el matrimonio.<br />

La distinción viene a cuento, porque la intolerancia y las tensiones convivenciales<br />

están a la orden del día, las insatisfacciones también. Y a veces es mucho el daño<br />

que se produce para descubrir después que los problemas que atribuíamos a la<br />

unión, se reeditan, están en nosotros. 0 dichos problemas son en realidad<br />

incapacidad para adecuarse y responder positivamente a los avatares que nos<br />

plantea la vida.<br />

Entonces la pregunta debería formularse así- ¿Qué es preferible para los hijos; un<br />

matrimonio donde los esposos no se quieren, hay peleas, o la separación con<br />

todas sus consecuencias pero donde los padres continuarán unidos y coresponsables<br />

en las funciones parentales hacia los hijos? La respuesta ahora más<br />

segura es: la separación.<br />

3. ¿Qué diferencias hay en cuanto al impacto sobre los hijos, según el sexo, la<br />

edad, etc.?<br />

Los chicos reciben la separación de sus padres y ensayan conductas de respuesta<br />

a la nueva situación con modalidades diferentes según la edad que poseían al<br />

momento del conflicto, la duración de éste hasta su resolución, el sexo de los<br />

hijos, orden que ocupan entre los hermanos, el tipo de relación que tenían con sus<br />

progenitores, los aspectos de personalidad que se estaban conformando, la<br />

actitud de otros adultos cercanos a la familia, actitud del grupo de pares (le los<br />

adolescentes o jóvenes cuyos padres se separan.<br />

Cuanto más tiempo tarden los padres en transitar las diferentes etapas del<br />

divorcio, más profundas y duraderas serán las consecuencias en los hijos.<br />

Como el conflicto de separación produce angustia e inseguridad y tales<br />

sentimientos abarcan no sólo a los cónyuges sino generan un ambiente en el<br />

hogar que alcanza a los hijos, éstos, que se encuentran construyendo su<br />

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identidad, la imagen de sí mismos, reciben en forma perturbadora la extensión en<br />

el tiempo, del conflicto de sus padres.<br />

Las respuestas que intentan los hijos, para enfrentar la división de la familia, para<br />

adaptarse, dependen también de cómo actúan los padres con ellos durante la<br />

separación, cómo les explican los sucesos, qué mensajes van dando con su<br />

actuar. Dado que en esos períodos, la sensibilidad, observación y emotividad se<br />

acrecientan, los chicos suelen discernir bastante bien las contradicciones entre lo<br />

que se les expresa y lo que viven realmente.<br />

Un ejemplo nos servirá al respecto. Si en el momento en que los chicos (hasta 13<br />

ó 14 anos de edad) se enteran de la separación de los padres, y estos últimos,<br />

para aliviar sus culpas o hacer menos dramática la cuestión, les dicen que el papá<br />

volverá, que se reunirá en pocos días o en algún momento, tal forma de<br />

anoticiarlos no hará sino alentar esperanzas de reconciliación, fantasías de<br />

reencuentro, incluso pueden alentar acciones conscientes o inconscientes para<br />

precipitar ese regreso.<br />

Al transcurrir el tiempo y esa esperanza no se concreta, el chico suma al conflicto<br />

que padece, una desilusión, el engaño o la mentira, que no por ser piadosa, es<br />

menos dolorosa.<br />

Allí existió una contradicción entre el mensaje oral de los padres o del padre<br />

custodio que alentó esperanzas (quizá las tuvo también él), con el desarrollo<br />

concreto de los hechos que fueron muy diferentes.<br />

Lo grave en tales situaciones es que el niño pequeño, que teme también ser<br />

abandonado por el papá o la mamá con quien convive, tampoco estará seguro de<br />

las promesas de éste, de estar siempre a su lado. Incluso puede ocurrir que dicho<br />

temor no sea expuesto por el hijo pero lo viva como miedo oculto.<br />

Para tratar el impacto del divorcio en los hijos, conviene tomar tres períodos en la<br />

vida de éstos: infancia, adolescencia y juventud.<br />

En la infancia podemos distinguir aproximadamente dos etapas: primera infancia,<br />

desde el nacimiento hasta los 5 ó 6 años y latencia de 6 a 11 ó 12 años. La<br />

diferenciación está justificada por la índole del vínculo, las necesidades, la<br />

estructuración de la personalidad y la incorporación paulatina de la imagen<br />

materna y paterna que efectúa el niño.<br />

De acuerdo a un paralelismo cronológico, si los padres., se han casado jóvenes y<br />

han tenido pocos hijos, en años cercanos a las nupcias, el divorcio producido en la<br />

primera década de la unión, encuentra a los hijos en la infancia.<br />

El principal problema entonces es la falta de contacto real, cotidiano, en el<br />

momento necesario, con el padre no conviviente.<br />

El niño comienza su vida con una relación madre-hijo simbiótica, profunda, de<br />

dependencia física, afectiva. En efecto, los primeros años formarán la materia con<br />

la cual se construirá su personalidad básica. Luego irá incorporando la imagen del<br />

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Los Hijos de Padres Separados<br />

padre, coincidiendo cada vez con las relaciones más intensas con el contexto<br />

familiar y social.<br />

La ausencia de un progenitor dificulta esa integración que tiene gran incidencia en<br />

la sensación de seguridad, previsibilidad y en consecuencia sobre las conductas<br />

de aprendizaje y manejo social.<br />

La infancia tiene mucho de mágico, de fantasías, de temores. No hay una<br />

distinción clara entre lo deseable y lo posible. El niño necesita y quiere a ambos<br />

padres, pero éstos están divididos, enfrentados. En consecuencia como una forma<br />

de supervivencia, el niño se siente en la obligación de ser leal a uno; al custodio<br />

(generalmente la madre), no querer al otro, al que "abandonó" a mamá y a él. Ese<br />

conflicto de lealtades le genera culpa al niño, que sólo puede atenuarse si ambos<br />

padres no se atacan y respetan ante el niño la imagen de cada uno.<br />

Algunos estudios han comprobado que no menos del 60% de los padres<br />

separados tratan de ganar para sí el cariño del hijo en desmedro del otro, en las<br />

etapas predivorcio y durante el divorcio. Es más, tales investigaciones<br />

comprobaron que aún en los casos en que los padres no competían ni<br />

manipulaban a los hijos, éstos también sentían, en menor medida el conflicto de<br />

lealtades (Wallerstein y Kelly - 1976).<br />

Aproximadamente hasta los 6 años los niños distinguen muy relativamente si la<br />

ausencia del padre es permanente o no, si éste continúa los contactos y no abdica<br />

parentalmente.<br />

Pero desde los 7 a los 12 años, hay una gran necesidad de contacto,<br />

disponibilidad paterna y materna. ¡Son cachorros! Aquí sí perciben la ausencia del<br />

padre, la necesidad de jugar, estar juntos, abrazar (contacto físico), preguntar,<br />

sentirse orgulloso de su padre. Especialmente los varones sienten esas carencias.<br />

La falta de presencia paterna tiene directa relación con las dificultades de<br />

integración yoica, y relaciones heterosexuales que más tarde han de iniciarse.<br />

Esa necesidad insatisfecha hace que el niño se sienta inferior, en falta ante el<br />

mundo, distinto ante otros chicos, hijos de familias intactas o recasamientos. De<br />

allí la frecuencia observada, de niños que se entusiasman con relatos de salidas<br />

con sus padres, juegos, paseos compartidos. Hay una necesidad de sentirse igual<br />

y cubrir intensamente la ambivalencia de arnor-rechazo que el conflicto de<br />

lealtades le ha producido. Por eso cuando los padres mejoran su tirato, en la etapa<br />

post-divorcio y el conflicto de lealtad se resuelve, el chico disfruta con el padre no<br />

custodio, si éste está a su disposición<br />

Las niñas viven la separación de los padres con mucho sufrimiento entre los 7 a<br />

12 ó 13 años. A las carencias apuntadas antes, se suma una desilusión más fuerte<br />

sobre la familia intacta, los roles de madre y esposa que se estaban internalizando<br />

por el proceso de aprendizaje y presión social.<br />

También la niña necesita al padre, cariñoso, comprensivo pero firme Es que la<br />

imagen paterna es el sustrato que le dará la actitud y accionar con el sexo<br />

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Los Hijos de Padres Separados<br />

opuesto. La ausencia del padre, que interrumpe el contacto con sus hijos es una<br />

señal de alarma sobre las supuestas maldades del otro sexo. Cuando una niña o<br />

una adolescente dice a la madre "yo nunca me casaré", está confirmando una<br />

promesa de alianza eterna con la mamá y actitud temerosa, desenfado o agresión<br />

hacia el sexo opuesto. Felizmente en la mayoría de los casos, cuando llega la<br />

época de las primeras salidas con grupos de pares, colegio, etc., esas imágenes<br />

perturbadoras se irán borrando casi totalmente.<br />

El conflicto de lealtades, cuando es alentado consciente o inconscientemente por<br />

uno o ambos padres, tiene otro costo; como expresa Gloria D. Auer, el chico que<br />

ve al padre como malo, disminuye la valoración de sí mismo, puesto que toda<br />

auto-valoración está ligada a la valoración que para él tenga su padre.<br />

Un padre ausente es un fantasma. Las fantasías del padre ideal, de alguna vez<br />

irse con él, etc., son elaboradas generalmente, pero pueden fijarse.<br />

El reconocimiento y contacto con el padre no conviviente es capital en la infancia.<br />

Cuando el divorcio de los padres es acompañado con un cambio de residencia,<br />

como muchas veces ocurre, los hijos viven, además, otros tipos de pérdidas. En<br />

efecto, un cambio de domicilio, implica generalmente cambio de colegio,<br />

alejamiento de las amistades, compañeros de juegos, alteración del entorno<br />

social. Ello aísla transitoriamente al chico, muy sensible en esa edad a tales<br />

cambios.<br />

Si el cambio de residencia es debido al recasamiento del padre custodio, porque<br />

se ha formado un nuevo hogar, a las pérdidas señaladas se agregan las<br />

complicaciones iniciales de un nuevo subsistema familiar, incorporándose el<br />

padrastro o madrastra al nexo que venía siendo uniparental. Los problemas más<br />

comunes en tales casos son la necesidad de un nuevo aprendizaje de conductas,<br />

delimitación de jurisdicciones sobre los hijos, llegada de un hijo de la nueva pareja,<br />

recrudecimiento del conflicto de lealtades entre el padre biológico no conviviente y<br />

el padrastro o madrastra.<br />

Hasta tanto se produzcan los ajustes, el chico de un matrimonio separado, sufre<br />

dolor por las pérdidas y también puede sentir rechazo hacia la pareja de su<br />

progenitor como forma de mantenerse leal al padre no custodio.<br />

En todo ese proceso tiene importancia el hecho de que el hijo sea único o posea<br />

hermanos y si son mayores o menores a él. Es observable que varios hermanos<br />

en tal situación facilitan un proceso menos traumático. También Se detecta mayor<br />

dificultad en el hijo mayor quien puede liderar la posición de rechazo explicada,<br />

especialmente si ha entrado en la adolescencia.<br />

Será inútil que el padrastro o madrastra trate de reemplazar al padre no custodio'<br />

en todas las funciones parentales, especialmente afectivas, ya que como lo hemos<br />

explicado 'en otro punto, tal actitud puede ser contra-producente<br />

Sin embargo, hay casos en que ante la abdicación total del padre biológico, los<br />

chicos reemplazan aparentemente la figura necesaria e incluso no desean la<br />

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Los Hijos de Padres Separados<br />

reanudación del vínculo con aquél. Esa conducta está determinada por vanas<br />

razones, entre las cuales una es el temor a sufrir otro drama en una situación que<br />

se ha formado como placentera en el nuevo hogar (cariño, comprensión, armonía).<br />

Con la adolescencia empieza el interés por develar la incógnita de cómo era en<br />

realidad el padre ausente.<br />

Para comprender la situación de la adolescencia (aproximadamente entre los 13 y<br />

17 años) cuando los padres se separan, comenzaremos por identificar algunos<br />

aspectos de ese período.<br />

La palabra dice mucho, adolescencia, de adolecer, sufrir grandes cambios.<br />

Tremendos cambios fisiológicos, transformación del cuerpo, cambio de carácter,<br />

descubrimiento del sexo, intentos de emancipación parcial como forma de<br />

organizar su identidad, inmersión en el contexto social que lleva al grupo de pares,<br />

amigos a categorías de relación paralela al sistema familiar.<br />

También se presentan en la adolescencia: las elecciones vocacionales, ampliación<br />

del conocimiento de la realidad y especialmente la interacción con el sexo<br />

opuesto; definición heterosexual del objeto amoroso.<br />

La pubertad es un período donde el cuerpo del chico cambia, las motivaciones, la<br />

forma de intentar conductas, se pierde el cascarón de protección que significaba la<br />

familia hasta ese momento.<br />

Desde el punto de vista social el adolescente no tiene situación o roles claros, deja<br />

de tener los privilegios del niño y todavía no es considerado un adulto. El<br />

adolescente está en situación "marginal".<br />

Para muchas cosas el entorno espera de él actitudes de persona madura y para<br />

otras es considerado muy chico.<br />

La actitud de ciertos rechazos o cuestionamientos que generalmente asumen los<br />

adolescentes es signo de salud y propio del ciclo evolutivo. Lo patológico sería el<br />

conformismo total.<br />

Se inicia la lucha generacional, a los valores de los adultos, al mundo que reciben<br />

ya construido y desean cambiarlo.<br />

Todo ello agudiza los conflictos en el seno de la familia, es la época en que "los<br />

viejos no saben nada".<br />

Y aunque parezca paradójico es la época en que más necesitan contacto,<br />

comunicación e incluso límites razonables. El adolescente es menos egocéntrico<br />

que el niño, pero puede oscilar entre una actitud muy personal e intolerante, o al<br />

otro extremo, una adhesión extrema a otras personas que se identifican como<br />

ídolos, cuestionadores o puntos de referencia sobre lo que debiera ser la forma de<br />

vivir, vestirse distraerse, pensar, opinar, etcétera.<br />

En la construcción de la identidad personal, el adolescente tantea, prueba,<br />

avanza, retrocede. Cada éxito, especialmente en la relación con el grupo de pares<br />

y el sexo opuesto, refuerza la auto-estima. Cada fracaso es un punto en contra,<br />

trae duda, temor, reduce nuevos intentos.<br />

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Los Hijos de Padres Separados<br />

Como en la adolescencia aún no hay nivelación, son muy visibles las diferencias<br />

entre un muchacho o chica más maduros que otros.<br />

Popularidad entre los pares, éxito con el sexo opuesto y 1a imagen corporal que<br />

es muy conscientemente evaluada en sí mismo por todo adolescente, son<br />

temas centrales para él.<br />

Se forjan las "grandes -amistades" que el tiempo podrá o no perpetuar. Objeto de<br />

muchas confidencias, compresión mutua, diálogo y dudas, las relaciones con<br />

grupos de su edad cubren en parte las carencias afectivas de los muchachos y<br />

chicas, originadas en la "batalla" que están dando en sus casas y también pueden<br />

ayudar a compensar las angustias originadas por la ruptura matrimonial de los<br />

padres.<br />

Especialmente fuerte es la desilusión del mito de la familia intacta que se produce<br />

cuando el divorcio de los progenitores ocurre en la adolescencia de los hijos. La<br />

adaptación es ardua, especialmente con ambos subsistemas familiares, cuando<br />

los padres se recasan.<br />

Algunos de los problemas que hemos descripto en la infancia de los hijos de<br />

padres separados también ocurren en la adolescencia: conflicto de lealtades,<br />

idealización o rechazo del padre ausente, etcétera.<br />

Sin embargo, por las particulares características de esa etapa del ciclo evolutivo,<br />

la adolescencia, plantea nuevos interrogantes.<br />

En primer lugar existe menos tolerancia a una extensión en el tiempo del conflicto<br />

divorcio de los padres. Son particularmente vulnerables a la persistencia de una<br />

separación estancada donde continúan los padres con, sus luchas, agresiones o<br />

inculpaciones.<br />

Cuando la ruptura marital ocurrió luego de un prolongado lapso de peleas, los<br />

muchachos parecen recibir con alivio la separación definitiva.<br />

La madre custodio puede parentalizar al hijo, convirtiéndolo en un seudo-esposo o<br />

jefe de la familia uniparental. Por lealtad, satisfacción de roles asumidos y la<br />

mayor libertad de criterios que tal posición implica, el adolescente quizás se<br />

ubique en el subsistema familiar en posición inadecuada. Si la madre vuelve a<br />

casarse años después, la readaptación a la familia nueva que se forma, es más<br />

difícil.<br />

En efecto, los adolescentes pueden reaccionar mejor que los infantes, a un<br />

divorcio de los padres, pero el asunto de reajustar sus conductas e iniciar un<br />

nuevo aprendizaje de roles con el núcleo del recasamiento, es otra cosa.<br />

Parece que les resulta mas difícil insertarse cuando la madre ha vuelto a casarse<br />

luego de varios años de familia uniparental.<br />

El padrastro o la madrastra, si antes eran solteros, cuando forman pareja con la<br />

mamá o papá de los chicos adolescentes, se encuentran imprevistamente con una<br />

familia “instantánea”, sin experiencia de cómo manejar situaciones con ellos.<br />

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Los Hijos de Padres Separados<br />

Como el temor de reiterar un fracaso matrimonial es consiente, los padres<br />

prefieren no crear tensiones convivenciales en la familia, están menos motivados a<br />

limitar, corregir, disciplinar a los hijos. Estos gozan casi siempre de mayor libertad<br />

que los adolescentes hijos de padres no separados.<br />

Esa mayor “libertad” es interpretada generalmente por los muchachos como<br />

indiferencia o despreocupación. Se sienten desatendidos y culpan de ello al<br />

rechazamiento. El padrastro o madrastra son los chivos emisarios de este<br />

supuesto abandono.<br />

Si para padres biológicos no divorciados, es problemático conducir a sus hijos<br />

adolescentes, tan cuestionadotes, cambiantes de humor y agresividad no<br />

conducida, cuánto más difícil será para el padre o madre no biológico en el nuevo<br />

nexo. Hay casos en que los abuelos o tíos pueden intervenir positivamente y no es<br />

raro que sean refugio de nuestro querido "rebelde".<br />

Como explicamos en otro capítulo, los enfrentamientos más fuertes son entre la<br />

hija y la madrastra si es el padre varón el custodio. En el caso más común de la<br />

madre que ejerce la tenencia y se rechaza, el padrastro puede pilotear mejor en la<br />

tormenta, si es prudente y le dan tiempo para su aprendizaje.<br />

Otras observaciones realizadas reflejan que es mayor la libertad en lo sexual que<br />

tienen las muchachas en el nuevo núcleo y se inician más temprano en dichas<br />

relaciones. Son más volubles en sus afectos y temen unirse en matrimonio legal o<br />

se casan prematuramente.<br />

Los muchachos suelen ser más agresivos y quieren independizarse pronto.<br />

Como el período de la adolescencia es muy activo en compromisos sociales,<br />

fiestas, vacaciones, al padre no custodio se le complican las posibilidades de estar<br />

con sus hijos.<br />

Los arreglos del derecho de visita no pueden cumplirse con rigidez. En realidad los<br />

adolescentes están inmersos en sus nuevas vidas descubriendo el mundo, y el<br />

padre tiene que estar atento para actuar en los momentos necesarios para los<br />

hijos. Como la comunicación es más indispensable tactos entre los que nunca,<br />

debe intensificarse los con padres biológicos y flexibilizar todo el esquema. Por<br />

otra parte los hijos a esa edad se encargan de variarlo.<br />

Cuando vemos complicados acuerdos judiciales sobre el régimen de visita, con<br />

días, horas períodos de vacaciones, fiestas, no podemos reprimir un gesto de<br />

indulgencia e incredulidad. Es como querer aprisionar la naturaleza humana.<br />

Cuando tratemos la tenencia de hijos nos encontraremos con otras irrealidades<br />

semejantes.<br />

La actitud del adolescente ante un bebé del nuevo matrimonio, siempre es positiva<br />

y protectiva, incluso mejoran las relaciones con el padre no biológico. Lejos han<br />

quedado los miedos de la infancia a ser abandonado también por el padre<br />

custodio. Otros asuntos más interesantes rondan la cabeza de los muchachos.<br />

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Los Hijos de Padres Separados<br />

La situación más grave se presenta cuando el adolescente de padres separados,<br />

careciendo de adecuados límites y con demasiada libertad (que puede ser<br />

consecuencia de la abdicación de los roles parentales), se vuelca exclusivamente<br />

hacia el grupo de pares. Casi siempre lo que hace y deja de hacer el muchacho-a<br />

es desconocido por sus padres, en esas situaciones de despreocupación paterna<br />

o materna.<br />

El azar, las compañías, afinidades, solidaridad entre pares, conforman grupos que<br />

tienen en esa edad mayor influencia que el núcleo familiar.<br />

Cuando la sensación de soledad, de abandono, se mezcla con la curiosidad, el<br />

deseo de nuevas experiencias fuertes, la necesidad de apoyo mutuo, esa<br />

solidaridad de grupo puede pagar un precio muy alto: violencia, autopunición,<br />

promiscuidad, fuga o droga.<br />

Cierto es que ese precio también lo pueden pagar los adolescentes de<br />

matrimonios no divorciados, cuando a pesar de ser una familia intacta, ocurren<br />

situaciones semejantes de falta de límites, de diálogo, despreocupación sobre<br />

ellos.<br />

Si el divorcio de los padres ocurre cuando los hijos ya son adolescentes,<br />

especialmente en las etapas de la separación primera y segunda (pre-divorcio y<br />

durante el divorcio o enfrentamiento) los progenitores están absorbidos por el<br />

dolor de la pérdida y prefieren auto-compadecerse, reduciéndose en esas épocas<br />

las funciones co-parentales de supervisión y control de los hijos<br />

Si a ello se suma la abdicación paterna, se compromete a los hijos. El fracaso<br />

como esposos no debe significar el fracaso como padres, pero de hecho se<br />

obstaculizan muchas funciones de co-responsabilidad<br />

En la adolescencia es prioritario que ambos padres comprendan que no han<br />

perdido sus funciones y contacto con los hijos y éstos deben tener siempre<br />

disponibles a ambos progenitores en los momentos difíciles.<br />

Entre re los 17 y 25 años aproximadamente la juventud de los hijos,<br />

suele considerarse que es menos traumática en caso, de divorcio (le los padres.<br />

En nuestro sistema educativo institucionalizado, esa etapa corresponde a la<br />

finalización de los estudios secundarlos y la carrera universitaria, estudios<br />

terciarlos o inserción el trabajo.<br />

La elección de pareja estable, las obligaciones militares, la transición a la adultez<br />

con la consiguiente incorporación a los roles, son las grandes "tareas" de la<br />

juventud<br />

La actitud de los padres no es ajena a esos esfuerzos. Aunque existe una mayor<br />

autonomía los jóvenes transitan esas experiencias sabiendo que sus padres están<br />

con ellos. Ya no es la dirección, consentimiento, o negativa, es un que tiene<br />

mucho de solidaridad familiar, amistosa. Por presencia más que supervisión, los<br />

padres siguen -siendo padres.<br />

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Los Hijos de Padres Separados<br />

De lo expuesto se deduce que las funciones son de apoyo, incentivación,<br />

estímulo.<br />

De las principales tareas del joven, la elección de profesión o lograr un trabajo y la<br />

formalización de pareja, son las más decisivas para él.<br />

En ambas poco pueden intervenir los padres como no ser mediante consejos,<br />

colaboración económica o guía aproximativa. Son en verdad decisiones propias<br />

del joven y allí se juegan muchos aspectos del futuro de su vida.<br />

Pero hay dos dificultades agudizadas socialmente 1) La inserción laboral del<br />

egresado secundario o universitario: 2) lograr trabajo adecuado y remunerado<br />

suficientemente, para solventar los gastos de una familia nueva en vías de<br />

crearse; vivienda, equipamiento, vestimenta, traslado, creación, mayores<br />

actividades sociales, etcétera.<br />

La actual situación económica en muchos países relega a los jóvenes al<br />

denominado paro juvenil, como se lo denomina en Europa.<br />

Ello retrasa la emancipación real del joven de su familia de origen y hace más<br />

difícil la realización del sueño de un matrimonio independiente, libre de privaciones<br />

económicas. Y más difícil lo es por el deseo incentivado publicitariamente de tener<br />

todo aquí y ahora. A la pulsión consumista debe frenársela con el sentido de<br />

realidad y capacidad económica.<br />

Los jóvenes tienen a su favor una ilimitada sensación de futuro, de confianza en<br />

sus capacidades. Así debería ser siempre.<br />

Pero es preocupante que cada vez más jóvenes pierden esa fe, piensan como<br />

fracasados y dejan caer los brazos en los primeros intentos. Es un síntoma cierto<br />

de una enfermedad social más amplia.<br />

Las conductas de esos jóvenes, que no son la mayoría de la juventud, pero sí una<br />

parte considerable, pueden derivar hacia el escapismo, el "pasotismo", la<br />

indiferencia, la integración de grupos exóticos, descreimiento de los valores de los<br />

adultos. Pueden comprometerse allí los ideales de familia, como nosotros la<br />

consideramos, sobre la cual la sociedad está construida hasta ahora.<br />

La juventud es una etapa en que se pagan muchos errores de los padres, éstos<br />

con su dolor o indignación, pero los hijos con su felicidad personal.<br />

No hay tiempo ya para hacer lo que no se hizo en su oportunidad (infancia o<br />

adolescencia).<br />

Entonces un divorcio de los padres cuando los hijos son jóvenes no es indiferente<br />

o neutro como pareciera concluirse de la opinión común sobre este asunto.<br />

Para jóvenes escépticos, el fracaso matrimonial de sus padres tiene el valor de<br />

una prueba más de lo endeble y efímeras que son muchas instituciones de la<br />

sociedad, mirado el asunto desde sus puntos de vista.<br />

Cuando esas dudas se plantean ¿quién mejor que los padres, pueden darle<br />

ejemplo de constancia, esfuerzo, sobrellevando su crisis matrimonial, superándose<br />

al fracaso y replanteando sus proyectos de vida?<br />

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Los Hijos de Padres Separados<br />

A medida que los jóvenes transcurren sus vidas, la realidad va descartando el<br />

facilismo, las posturas excesivamente principistas e intolerantes. Los padres<br />

pueden contribuir para que dicho tránsito sea con las menores desilusiones<br />

posibles.<br />

Aparentemente la cantidad de divorcios en matrimonios de 20 a 23 años<br />

aproximadamente de unión, es menor a las separaciones en los primeros anos de<br />

las parejas. Esa impresión aunque pueda ser acertada, contribuye a minimizar el<br />

problema, pero, como podrían explicarlo muchos terapistas individuales o<br />

familiares, en los tratamientos afloran siempre problemas a resolver de ese tipo.<br />

Cuando los hijos tienen la mayoría de edad, algunos padres deciden la separación<br />

largamente evitada desde anos atrás por la minoridad de la prole.<br />

De acuerdo al ciclo vital familiar, los padres cuentan entre 38 a 45 años o más de<br />

edad aproximadamente, cuando sus vástagos son jóvenes ya. Durante esa etapa<br />

de los mayores, suelen producirse en éstos crisis existenciales, deseos de<br />

cambiar. Una sensación de que los años pasan y no se es todo lo feliz que se<br />

esperaba.<br />

Como explicamos al tratar la crisis del hombre, pueden presentarse desconciertos,<br />

dudas, conductas de afirmación, negación de naturales declinaciones en cuanto a<br />

la aptitud de conquista, potencia sexual, etcétera.<br />

No hay otra forma de demostrar ese supuesto pico en los promedios de edad de<br />

los esposos que se separan, que mediante estadísticas serias. Recién con la<br />

regularización de muchas uniones y la nueva ley de divorcio vincular podrán<br />

efectuarse estudios serios al respecto en nuestro país. Sin embargo, deberán<br />

transcurrir varios años para encontrar claridad en los datos, puesto que en el<br />

comienzo de vigencia de la ley, la tasa de trámites judiciales se elevará<br />

considerablemente porque se iniciarán muchos expedientes de separaciones con<br />

mucha antigüedad pero no legalizadas hasta ahora, habida cuenta de que la<br />

anterior legislación no admitía nuevo casamiento válido.<br />

4. ¿Qué aspectos concretos incluyen la tenencia y el derecho de visita sobre los<br />

hijos?<br />

Producida la separación de los esposos se plantean toda una serie de cuestiones<br />

que involucran a los hijos, con importantes influencias sobre la salud psíquica, el<br />

proceso evolutivo, aprendizaje y el cumplimiento de las funciones parentales sobre<br />

éstos.<br />

Podemos resumir esas cuestiones en los siguientes interrogantes:<br />

a) ¿En qué consiste la tenencia de los hijos y su correlato: al derecho de visita del<br />

padre no custodio? ¿Cómo han evolucionado los criterios científicos al respecto?<br />

b) ¿Cuáles deben ser las modalidades más convenientes de, su ejercicio,<br />

pensando en el mayor interés de los hijos?<br />

c) ¿Es más conveniente un acuerdo reglamentado o es preferible que el derecho<br />

de comunicación del padre no conviviente sea amplio, no sujeto a reglas estrictas?<br />

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Los Hijos de Padres Separados<br />

d) ¿Por qué motivos se plantean conflictos entre los esposos divorciados con<br />

relación a la tenencia y en especial sobre el ejercicio del derecho de comunicación<br />

y contacto del padre no conviviente?<br />

e) ¿Por qué ocurre a veces la abdicación del padre ausente, el abandono de los<br />

hijos, falta de comunicación, incumplimiento del sostén económico?<br />

f) ¿Qué se puede hacer para mejorar esos aspectos disfuncionales?<br />

a) Cuando el sistema familiar se transforma por el divorcio de los cónyuges, en<br />

uniparental (un solo padre con sus hijos, generalmente la madre con sus hijos), el<br />

otro progenitor sale del núcleo y se convierte en padre no conviviente.<br />

Los hijos quedan unidos cotidianamente con la madre, quien pasa a convertirse en<br />

cabeza de familia. Ello significa asumir preponderantemente las funciones<br />

nutritivas (afecto, cuidado, alimentación) y normativas (límites, marco referencial<br />

de las conductas).<br />

Sin embargo para un cabal cumplimiento de esos dos tipos de funciones, es<br />

menester la concurrencia de ambos esposos, que aún separados, siguen<br />

vinculados como padres.<br />

Dado que la tenencia no puede atribuirse a ambos en su totalidad, las<br />

cuestiones legales incluyen necesariamente el planteo de con quién vivirán los<br />

hijos y corno será la comunicación y el contacto con el padre no conviviente.<br />

Son dos derechos recíprocos y que se complementan<br />

La tenencia constituye el ejercicio diario e inmediato de las funciones parentales,<br />

convivir, educar, formar, asistir, guiar, corregir. No se debe olvidar que quien<br />

ejerce la tenencia, está en un subsistema familiar, en el hogar de los chicos<br />

Ello significa que no sólo es un conjunto de derechos y deberes del padre custodio<br />

sino, mirado desde la posición de los hijos, es mucho más; es el ámbito físico y<br />

espiritual en el que vivirán una etapa decisiva de sus vidas.<br />

Entonces debemos cambiar un poco la óptica de la tenencia como derecho de un<br />

padre, para decir que es el conjunto de relaciones afectivas y normativas a que<br />

tienen los hijos para su mejor formación.<br />

La tenencia implica muchos aspectos concretos: convivir diariamente, guiar la<br />

educación en el seno elección de colegios, permisos de salidas, atención do las<br />

diferentes actividades de los hijos, recreación y del grupo de amistades,<br />

contribución a la determinación vocacional, satisfacción de las<br />

necesidades materiales acercamiento a una confesión religiosa, adecuado<br />

ejercicio de la potestad correctiva, aprendizaje de conductas sociales e<br />

intrafamiliares, marco normativo (reglas, límites, valores que se internalizan),<br />

comunicación, diálogo y decisiones sobre los continuos que se suceden en la<br />

relación hijo-hogar contexto social, conducción equilibrada del proceso de,<br />

crecimiento y madurez sexual, etcétera.<br />

Al leer ese párrafo anterior, salta una evidencia: ¿Entonces, cómo pueden todas<br />

esas funciones ser satisfechas adecuadamente por e1 padre custodio únicamente<br />

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Los Hijos de Padres Separados<br />

mente? y otras preguntas más Es justo que la tenencia exclusiva lleve- a<br />

concentrar en un solo progenitor, el custodio, tales funciones en desmedro del<br />

padre no conviviente?<br />

¿Es conveniente para los hijos tal asignación de derechos deberes a un solo<br />

padre?<br />

Se dirá que el padre que dejó el hogar, igual podría, si quisiese, intervenir en<br />

muchos de los aspectos.<br />

Tal respuesta no se ajusta siempre a la realidad. La salida del padre varón<br />

muchas veces es inducida o presionada por la esposa, que en pleno período del<br />

conflicto conyugal se le hace insoportable la presencia cotidiana del esposo,<br />

independientemente de las causas o culpas que cada uno posea en la crisis del<br />

matrimonio.<br />

Retirado el padre del hogar, su intervención en los asuntos formativos de los hijos,<br />

se dificulta por la falta de convivencia, ausencia de inmediatez en tiempo oportuno,<br />

en las muchas decisiones que sobre la marcha debe tomar el padre custodio. A<br />

ello se agrega que en las etapas de enfrentamiento y dolor del divorcio, las<br />

conductas suelen ser agresivas, hay tentativas de exclusión casi total del otro y<br />

deseos de ganar para sí a los hijos, desprestigiando al otro padre, inculpándolo del<br />

fracaso, acusándolo de abandono y creando conflicto de lealtades en los hijos.<br />

Eso no es deseable, pero nuestra experiencia nos indica que es una triste<br />

realidad, por lo menos durante los primeros años de la separación.<br />

Y ello nos lleva a concluir que la única forma de solucionar, aunque parcialmente,<br />

el tema de la necesaria co-responsabilidad de ambos padres en la formación de<br />

los hijos, es implementar un adecuado sistema de comunicación y contacto con el<br />

padre no conviviente, mal llamado régimen de visitas.<br />

La denominación "régimen de visitas" es inadecuada, es una rémora de los<br />

tiempos en que se consideraba que toda separación debía originarse en la culpa<br />

de alguno de los cónyuges. La tenencia era como un premio al inocente y convertir<br />

al culpable en visitante era su castigo, una concesión para que los chicos lo vieran<br />

algunas veces, en días y horas fijas.<br />

El correcto término sería sistema de comunicación, contacto y convivencia parcial.<br />

Ello significa trato y comunicación permanente, contacto físico y espiritual en todas<br />

las oportunidades posibles y por el tiempo indispensable sin alterar gravemente el<br />

ritmo del hogar y las actividades educativas de los hijos.<br />

Y convivencia parcial quiere decir precisamente eso, convivencia vivir con, en<br />

períodos cortos, fines de semana alternados o no, pasar la noche en la casa del<br />

padre, vacaciones, tratarlo en la intimidad, conocer sus actividades, descubrir ese<br />

misterio que tiene todo chico de padres separados, de cómo es, cómo vive, qué<br />

piensa, qué hace, cómo trabaja su papá, con quién habita, cómo es esa otra<br />

familia.<br />

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Los Hijos de Padres Separados<br />

Parecerá alarmante a muchas mamás que ejercen la tenencia tal amplitud, sobre<br />

todo si no han resuelto su duelo por el divorcio. Pueden en los comienzos existir<br />

temores: que no le sean devueltos los hijos como se acordó, perder el afecto de<br />

éstos, y muchos miedos más. Pero es imprescindible, con la mayor prontitud<br />

posible, recrear relaciones profundas y positivas con el padre "ausente". Este tiene<br />

que convencer, con su serenidad y actitud de respeto al otro, que tal relación es<br />

posible e incluso luchar por ello.<br />

Lo cierto es que, merced a las implicancias que las leyes y la sociedad han dado<br />

al "régimen de visitas", las dificultades por las conductas de enfrentamiento entre<br />

los divorciados y los temores explicados, la comunicación entre los hijos y el padre<br />

no conviviente se ha convertido muchas veces en un sistema de relación<br />

estresante, que viola la dignidad del padre y compromete el equilibrio emocional<br />

de los hijos, a saber: en un día determinado, a una hora rija, el progenitor pasa a<br />

retirar a los chicos del hogar (que hasta hace poco tiempo fue también el suyo),<br />

llama, espera y a los poros minutos salen los hijos, la puerta se cierra, dentro<br />

queda la madre que no se hizo ver.<br />

Unas horas con los hijos, como un recreo, como una tregua. Pasear, ir al cine, una<br />

plaza, golosinas, algunas preguntas, pocas respuestas. Alegría a plazos.<br />

Terminado el horario, vuelta a la casa, dejar los chicos. Así se repetirá otro día a la<br />

misma hora.<br />

¿No es eso alienante, indigno para los hijos y el padre, mi visitante nada más, ni<br />

siquiera una visita, puesto que nada conversó con la madre, nada sabe de las<br />

vidas cotidianas de sus hijos, de sus necesidades, de sus éxitos o pequeños<br />

fracasos?<br />

Ese padre hace de preceptor, de guía turístico, por unas horas. Y ayuda<br />

económicamente mediante alimentos (cuando los cumple).<br />

Muchos matrimonios separados obran de tal manera en los primeros tiempos del<br />

divorcio. ¿Hay alguien que se beneficia con todo eso?<br />

Y aunque parezca mentira tales "arreglos" son considerados por jueces,<br />

abogados, litigantes, asistentes sociales como "satisfactorios".<br />

¿Qué satisfacen, a quién satisfacen?; ¿a los padres?; ¿a los hijos ?<br />

Evolución de los criterios científicos y legislativos en materia de tenencia y<br />

derechos de visita del padre ausente<br />

En el Art. 76 de la Ley de Matrimonio Civil, la tenencia de los hijos correspondía:<br />

menores de 5 años, a la madre, salvo causas graves. Mayores de esa edad, al<br />

progenitor que mejor podía educarlos.<br />

Pero en la reforma de la ley 17.711 (casi un siglo después) se modificó el criterio<br />

con respecto a los hijos mayores de 5 años, otorgándose la tenencia al cónyuge<br />

inocente del divorcio.<br />

Según nuestro concepto, la reforma significó un retroceso. Por dos razones:<br />

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Los Hijos de Padres Separados<br />

Primera razón: la inocencia no determina, por sí misma, mayor aptitud para educar<br />

y formar a los hijos. Por ejemplo, la madre pudo haber sido considerada culpable<br />

por alguna conducta hacia su esposo pero que en nada significaba incapacidad<br />

para el ejercicio parental hacia la prole.<br />

Segunda razón: como la culpabilidad incidía en la concesión de la tenencia, los<br />

juicios se hacían más ardorosos, perjudicando la resolución del divorcio en sus<br />

distintas etapas. Los hijos venían a ser, en algunos casos, el premio al vencedor<br />

del juicio de separación.<br />

Como en nuestro país la patria potestad la ejercía el padre varón, salvo causas<br />

muy graves para suspendérsela, la situación era que la madre, ejerciendo la<br />

custodia, dependía del padre para tomar decisiones importantes.<br />

La reforma introducida a la legislación civil por la ley 23.264 promulgada el<br />

16/10/85, estableció en su art. 3ª que la patria potestad (le los hijos matrimoniales<br />

es conjunta mientras los padres no estén separados o divorciados. Si lo están, el<br />

ejercicio de la patria potestad será ejercido por el progenitor que tenga la tenencia<br />

de los hijos. Al otro padre se le respeta adecuada comunicación con los hijos y<br />

supervisar su educación.<br />

Tal reforma, unida a la introducción de la separación por mutuo acuerdo (art. 67<br />

bis) por la ley 17.711 que se había dictado antes, llevó la situación a cauces mas<br />

lógicos. Pero, a nuestro juicio, se resolvió un problema, el (le las atribuciones del<br />

padre conviviente, pero se creó uno nuevo, o sea el fiel de la balanza no quedó en<br />

su justo equilibrio.<br />

En efecto, al atribuirse al padre custodio, la exclusividad del ejercicio de la patria<br />

potestad, se dejó el no conviviente excluido de una efectiva co-responsabilidad<br />

parental.<br />

Es decir, se agravaron en tal aspecto los factores que inducen a la desatención,<br />

abandono del padre ausente sobre los hijos, quedó él como un simple supervisor<br />

técnico (le la educación y alimentante, cuando la tendencia moderna en las<br />

legislaciones y escuelas de psicología individual y terapia sistémica familiar,<br />

propenden a comprometer a ambos padres en el proceso formativo de los hijos.<br />

Es verdad que aun en la ley 23.264 es necesario el consentimiento de ambos<br />

padres para autorizar el matrimonio del hijo menor de edad, habilitarlo, ingreso a<br />

órdenes religiosas, salir del país, estar en juicio y actos de disposición o<br />

administración de bienes de los hijos.<br />

Pero ésos son actos jurídicos ocasionales. Lo necesario en la concurrencia<br />

permanente de ambos padres en las funciones parentales continuas.<br />

La evolución legislativa comparada, sobre la tenencia, sobre la tenencia, nos<br />

aclarará mucho.<br />

Primero se legisló la tenencia exclusiva, como dijimos antes, al cónyuge inocente.<br />

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Los Hijos de Padres Separados<br />

Después se evolucionó hacia la tenencia exclusiva pero teniendo en cuenta cuál<br />

de los padres podía ejercerla mejor, con mayor beneficio para los hijos, pero<br />

siempre era exclusiva.<br />

Más tarde se procuró mejorar el cumplimiento coparental, defendiendo también el<br />

pleno derecho a comunicación y asiduidad del padre ausente con sus hijos.<br />

Actualmente hay serios esfuerzos para lograr que la tenencia sea compartida, y<br />

aún más, alternativa si ello es posible.<br />

La Ley del Estado de California (EE.UU.) (SB 477) establece la custodia conjunta<br />

atribuyendo la tenencia convívencial al padre que mejor dispuesto esté para<br />

permitir el acceso de los hijos al otro progenitor.<br />

Ello significa que el proceso evolutivo del hijo debe desarrollarse con el<br />

compromiso conjunto de ambos padres y que la aptitud o lealtad para permitir al<br />

no conviviente un contacto fluido, son tenidos como condicionantes para<br />

establecer con quién habitará el menor.<br />

Si comparamos ese criterio con nuestra ley 23.264 antes explicada y la nueva Ley<br />

de Matrimonio Civil 23.515 que establece en su reforma al art. 206 del Código Civil<br />

que se aplicará en cuanto a los hijos, el régimen de patria potestad (ley 23.264);<br />

los hijos menores a cinco años quedarán a cargo de la madre salvo causas graves<br />

que afecten al interés del menor y que a falta de acuerdo con respecto a los<br />

mayores de 5 años, el Pez otorgará tal derecho exclusivo a quien considere más<br />

idóneo), tenemos que concluir que en nuestro país aún hay un largo camino para<br />

recorrer hacia la tenencia compartida, la co-responsabilidad y compromiso de<br />

ambos progenitores hacia los hijos.<br />

b) ¿Cuáles deben ser las modalidades más convenientes en interés de los hijos,<br />

del ejercicio de la tenencia y derecho de visita del padre no custodio?<br />

En cuanto a la tenencia, es indispensable que en el mejor interés de los hijos, se<br />

procure: sea ejercida sin exclusión, consciente o inconsciente, del padre no<br />

custodio Se tienda a un compromiso de ambos progenitores en el desempeño de<br />

las funciones parentales.<br />

También es jurisprudencia pacífica que no se debe separar a los hermanos,<br />

otorgando la custodia de uno de ellos al padre y la del otro al restante progenitor,<br />

salvo causas importantes que indiquen lo contrario (Cám. Nac. Sala E, 8/9/61, L.L.<br />

104-626; 6110/61, L.L 105-65).<br />

Cuando los hijos son de escasa edad (menores de 5 años es más necesaria la<br />

presencia materna, por lo cual, salvo inhabilidad grave (trastornos psíquicos<br />

importantes) o vida deshonesta que perjudiquen la formación y atención del<br />

menor, la madre es preferida en la concesión de la tenencia convivencia<br />

Después de esa edad, el criterio para otorgar la custodia física debe ser la mejor<br />

situación que los hijos puedan en cuanto a las funciones afectivas y normativas,<br />

siempre con la colaboración del padre no custodio.<br />

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Los Hijos de Padres Separados<br />

Cuando ambos progenitores carecen de las condiciones indispensables para<br />

detentar la tenencia, los jueces se han inclinado a otorgarla a los abuelos u otros<br />

familiares directos, si éstos la solicitan y se aprueban esas circunstancias (Cám.<br />

Civ 2da., 6/5/53, J. A. 38-307; Sala E, L.L. 106-994; Sala A, 15/3/65, L.L. 118-429).<br />

Otra situación largamente polemizada, es si los hijos deben ser escuchados o<br />

pueden decidir con cuál de los padres convivir, cuando las edades de ellos les<br />

permiten discernir al respecto.<br />

Que los menores decidan no es aconsejable y jurídicamente ninguna legislación lo<br />

concede. Es lógico por razones: son adolescentes, los hijos quizás al padre que<br />

por su mayor benevolencia o desinterés le imponga escasos límites o ninguno y<br />

de ello nazca tina excesiva autonomía que perjudique la formación del menor. Es<br />

común que la madre custodio debe asumir lo ingrato de las funciones parentales<br />

(corrección, evolución legislativa comparada, sobre la tenencia, nos aclarará<br />

mucho.<br />

Primero se legisló la tenencia exclusiva, como dijimos antes, al cónyuge inocente.<br />

Después se evolucionó hacia la tenencia exclusiva pero teniendo en cuenta cuál<br />

de los padres podía ejercerla mejor, con mayor beneficio para los hijos, pero<br />

siempre era exclusiva.<br />

Más tarde se procuró mejorar el cumplimiento coparental, defendiendo también el<br />

pleno derecho a comunicación y asiduidad del padre ausente con sus hijos.<br />

Actualmente hay serios esfuerzos para lograr que la tenencia sea compartida, y<br />

aún más, alternativa si ello es posible.<br />

La Ley del Estado de California (EE.UU.) (SB 477) establece la custodia conjunta<br />

atribuyendo la tenencia convívencial al padre que mejor dispuesto esté para<br />

permitir el acceso de los hijos al otro progenitor.<br />

Ello significa que el proceso evolutivo del hijo debe desarrollarse con el<br />

compromiso conjunto de ambos padres y que la aptitud o lealtad para permitir al<br />

no conviviente un contacto fluido, son tenidos como condicionantes para<br />

establecer con quién habitará el menor.<br />

Si comparamos ese criterio con nuestra ley 23.264 antes explicada y la nueva Ley<br />

de Matrimonio Civil 23.515 que establece en su reforma al art. 206 del Código Civil<br />

que se aplicará en cuanto a los hijos, el régimen de patria potestad (ley 23.264);<br />

los hijos menores a cinco años quedarán a cargo de la madre salvo causas graves<br />

que afecten al interés del menor y que a falta de acuerdo con respecto a los<br />

mayores de 5 años, el Pez otorgará tal derecho exclusivo a quien considere más<br />

idóneo), tenemos que concluir que en nuestro país aún hay un largo camino para<br />

recorrer hacia la tenencia compartida, la co-responsabilidad y compromiso de<br />

ambos progenitores hacia los hijos.<br />

b) ¿Cuáles deben ser las modalidades más convenientes en interés de los hijos,<br />

del ejercicio de la tenencia y derecho de visita del padre no custodio?<br />

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Los Hijos de Padres Separados<br />

En cuanto a la tenencia, es indispensable que en el mejor interés de los hijos, se<br />

procure: sea ejercida sin exclusión, consciente o inconsciente, del padre no<br />

custodio. Se tienda a un compromiso de ambos progenitores en el desempeño de<br />

las funciones parentales.<br />

También es jurisprudencia pacífica que no se debe separar a los hermanos,<br />

otorgando la custodia de uno de ellos al padre y la del otro al restante progenitor,<br />

salvo causas importantes que indiquen lo contrario (Cám. Nac. Sala E, 8/9/61, L.L.<br />

104-626; 6110/61, L.L. 105-65).<br />

Cuando los hijos son de escasa edad (menores de 5 años es más necesaria la<br />

presencia materna, por lo cual, salvo inhabilidad grave (trastornos psíquicos<br />

importantes) o vida deshonesta que perjudiquen la formación y atención del<br />

menor, la madre es preferida en la concesión de la tenencia convivencia<br />

Después de esa edad, el criterio para otorgar la custodia física debe ser la mejor<br />

situación que los hijos puedan en cuanto a las funciones afectivas y normativas,<br />

con la colaboración del padre no custodio.<br />

Cuando ambos progenitores carecen de las condiciones indispensables para<br />

detentar la tenencia, los jueces se han inclinando a otorgarla a los abuelos u otros<br />

familiares directos, si éstos la solicitan y se aprueban esas circunstancias (Cám.<br />

Civ 2da., 6/5/53, J. A. 38-307; Sala E, L.L: 106-994; Sala A, 15/3/65, L.L: 118-429).<br />

Otra situación largamente polemizada, es si los hijos deben ser escuchados o<br />

pueden decidir con cuál de los padres convivir, cuando las edades de ellos les<br />

permiten discernir al respecto.<br />

Que los menores decidan no es aconsejable y jurídicamente ninguna legislación lo<br />

concede. Es lógico por razones: son adolescentes, los hijos quizás al padre que<br />

por su mayor benevolencia o desinterés le imponga escasos límites o ninguno y<br />

de ello nazca una excesiva autonomía que perjudique la formación y guía del<br />

menor. Es común que la madre custodio debe asumir lo ingrato de las funciones<br />

parentales (corrección, Si se habla con ellos, se encontrará mucha más<br />

comprensión que lo imaginable. También debe pensarse en mecanismos que<br />

logren contacto permanente con el padre no custodio, puesto que las<br />

reclamaciones del muchacho hacia él están indicando una n necesidad afectiva<br />

insatisfecha. La tenencia compartida o la alternativa, nos parece la solución<br />

indicada en esos casos.<br />

Son tan importantes los roles materno y paterno para el proceso de formación de<br />

la identidad y maduración de los hijos, que según hemos explicado, los vástagos<br />

necesitan contacto frecuente, comunicación y afecto con ambos padres. Por eso<br />

los estudios actuales tienden a lograr un sistema de tenencia que cumpla mejor<br />

con las funciones parentales y logre el compromiso de ambos progenitores.<br />

La tenencia exclusiva y el ejercicio de la patria potestad únicamente a cargo del<br />

padre custodio no parece ser la solución indicada para conseguir una adecuada<br />

interacción sobre los hijos.<br />

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Los Hijos de Padres Separados<br />

La convivencia del hijo con el padre es sólo uno de los aspectos de la tenencia<br />

legal. Puede aquel vivir con uno de sus progenitores y sin embargo la custodia<br />

legal, ejercicio de la patria potestad (derecho y responsabilidades), ser compartida<br />

Por ello se ha pensado en dos sistemas: custodia compartida o custodia alternada.<br />

Nuestra legislación prevé en casos de desacuerdos reiterados entre los padres o<br />

entorpecimiento grave en el ejercicio de la patria potestad, que el juez atribuya<br />

total o parcialmente a uno de los padres o distribuya entre ellos sus funciones por<br />

el plazo que fije, no mayor a dos años (ley 23.264, reg. art. 264 ter).<br />

Tal criterio legislativo debería extenderse no sólo en caso de desacuerdos<br />

reiterados o entorpecimiento sino también y con mayor razón aún, cuando los<br />

padres acuerden voluntariamente el ejercicio compartido. En tal caso no debiera<br />

ser por el término de dos años sino en forma permanente, salvo acontecimientos<br />

que obliguen a variar la situación.<br />

La tenencia compartida no significa siempre dividir las funciones atribuyendo a un<br />

padre algunas y al otro progenitor las restantes. Compartir la guarda quiere decir<br />

actuar conjuntamente, guiar ambos el proceso formativo del hijo. Tal es el<br />

concepto cabal de compromiso.<br />

Nos parece que la solución indicada sería aplicar el art. 3ª de la ley 23.264 inc. 12,<br />

que determina el ejercicio conjunto de padre y madre en la patria potestad, cuando<br />

no están separados, extendiéndolos también a los padres divorciados (tenencia<br />

compartida, aunque la convivencia diaria sea con uno solo de ellos), con la<br />

presunción de la misma ley que "los actos realizados por uno de ellos cuentan con<br />

el consentimiento del otro, salvo los supuestos contemplados en el art. 264 quater<br />

(salida al extranjero, matrimonio del menor, etc.) o cuando mediare expresa<br />

oposición Agregaríamos. . . "justificada".<br />

Si queremos comprometer a ambos padres separados, en sus funciones hacia los<br />

hijos, no vemos razón valedera para no aplicar el mismo sistema de patria<br />

potestad conjunta en matrimonios divorciados con hijos menores.<br />

La presunción de que los actos de un padre suponen el consentimiento del otro,<br />

salvo oposición justificada, evitaría perfectamente entorpecer las cuestiones<br />

cotidianas.<br />

La tenencia conjunta o compartida es más factible luego de los períodos de litigio,<br />

cuando los ex cónyuges han concluido sus agresiones y auto-compasión.<br />

Significa tal sistema, la co-responsabilidad parental en las decisiones importantes,<br />

guía conjunta, intercambio o de opiniones y puntos de vista sobre muchos<br />

aspectos de la vida de los h hijos, como la elección del tipo de estudios,<br />

seguimiento del aprendizaje escolar, actividades sociales, solución de problemas<br />

que pueden plantearse, facultades correctivas, acordar criterios únicos y reglas<br />

claras y uniformes sobre lo que es conveniente o inconveniente que los chicos<br />

hagan, igual actitud ante exigencias o pedidos, formación confesional, vocaciones,<br />

etcétera.<br />

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Los Hijos de Padres Separados<br />

En todos esos aspectos concretos de la tenencia y en muchos más, el sistema<br />

compartido es más funcional y da mayores resultados, por varios motivos evita la<br />

lesión al padre no conviviente de sentirse excluido, otorga a menores un esquema<br />

de conductas no disociado, evita a los hijos intentos de manipulación de las<br />

diferencias de actitud entre los padres, alivia el conflicto de lealtades en los hijos y<br />

compromete al padres no conviviente que, en la patria potestad exclusiva al<br />

custodio, es un factor de abdicación en él.<br />

El criterio de otorgar la patria potestad conjunta a padre y madre cuando continúan<br />

casados, es un avance legislativo que se originó más en el concepto, de igualdad<br />

entre hombre y mujer en lo que respecta a sus derechos que en las verdaderas<br />

causas que aconsejan tal sistema, a saber: la necesaria complementación de<br />

ambos progenitores en la formación de los hijos.<br />

Idénticos objetivos de igualdad y complementación hacen indispensable la patria<br />

potestad compartida cuando los cónyuges se han separado, pero siguen siendo<br />

padres con todo lo que ello implica en cuanto a derechos y obligaciones hacia la<br />

prole.<br />

El otro sistema propuesto, es la custodia o tenencia alternada. A primera vista<br />

parecería poco factible. Pensar que el chico va y viene de un lugar a otro ocasiona<br />

un rechazo inicial.<br />

Pero veamos algunos aspectos del sistema.<br />

La guarda alternada o alternativa se funda en el principio de que el hijo necesita<br />

convivir íntimamente con ambos padres. Como ello es imposible simultáneamente,<br />

en caso de divorcio, puede articularse un esquema donde el menor conviva<br />

algunos días de la semana (ejemplo: días de estudio escolar) o períodos del año<br />

con la madre y en otros lapsos con el padre.<br />

En ambas situaciones, con la madre o con el padre, el chico tiene un hábitat<br />

donde no se siente de visita sino en su hogar, tiene sus juegos, su vestimenta,<br />

grupos de amistades o lleva sus amigos del colegio o del barrio de la casa del<br />

padre, pasa las noches, efectúa paseos. Si ambos separados tienen residencias<br />

cercanas, el esquema puede ampliarse sin dificultad, sólo hace falta buena<br />

predisposición de las partes.<br />

Estudios contemporáneos han demostrado la conveniencia de que el chico asuma<br />

y sienta íntimamente que la casa del padre no conviviente también es su hogar.<br />

De hecho, todo hijo de padres separados tiene dos subsistemas familiares, con<br />

dos padres biológicos en distintos lugares. En caso de recasamiento, dos padres<br />

(padrastro y madrastra) que no son biológicos pero ejercen con su presencia y<br />

actitudes alguna Jurisdicción parental, hermanos de sangre y hermanastros si han<br />

nacido pequeños de las nuevas uniones y otros parientes.<br />

Si los dos subsistemas se complementan, el chico se adapta mejor a una<br />

convivencia con ambos padres (en distintos momentos), solo con tino y temiendo<br />

el otro como mero visitante.<br />

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Los Hijos de Padres Separados<br />

Los muchachos tienen mucho Interés por conocer y compartir al padre no<br />

custodio, necesitan de intimidad con éste. Tales requerimientos no se satisfacen<br />

con unas horas, algunos días del mes, es indispensable el contacto, la<br />

convivencia, el estar juntos en un hogar.<br />

Transcurridos algunos años del conflicto de ruptura, muchos padres divorciados<br />

recrean esquemas muy semejantes a la tenencia alternada; fines de semana,<br />

vacaciones, días de colegio incluso, en que al salir de la escuela pasan la noche<br />

con el papá y su familia, con el conocimiento de la madre, o cuando el padre los<br />

retira de una fiesta juvenil, etcétera.<br />

Los muchachos y chicas van flexibilizando los esquemas de tenencia y los padres<br />

también lo hacen luego de varios años desde la separación.<br />

Tales actitudes, repito muy comunes, demuestran mayor razonabilidad y cordura,<br />

de la que evidencian las propias leyes o solemnes sentencias judiciales.<br />

La enseñanza en el nivel adolescente, nos ha permitido comprobar esas<br />

transformaciones en el asunto tenencia de los hijos. Varios años después de la<br />

sentencia de separación donde se acuerda el régimen de custodia y derecho de<br />

visita al progenitor no conviviente, la realidad del funcionamiento es muy distinta a<br />

la que se acordó o dictaminó judicialmente cuando los esposos estaban litigando.<br />

Y es bueno que ocurra así, puesto que tal flexibilizaciones prueba de que los<br />

esposos divorciados han asumido Psicológicamente la ruptura del vínculo pero<br />

están comprometidos como padres, facilitando a los hijos su crecimiento.<br />

A esta altura de lo explicado podemos comprender mejor el tema "derecho de<br />

visita del padre no custodio".<br />

Primeramente encontramos que no se trata de un derecho otorgado al padre, sino<br />

un derecho-deber de éste y un derecho y necesidad del hijo.<br />

En segundo lugar que, según antes lo hemos explicado, la terminología "derecho<br />

de visita" es inadecuada y demasiado restrictiva, aunque le agreguemos la palabra<br />

comunicación, como lo hace la ley.<br />

También debemos acordar que el contacto del padre ausente debe ser<br />

permanente, íntimo, en el seno de su hogar, con convivencia de tiempo parcial,<br />

que el ejercicio de la patria potestad debe ser compartida y si la tenencia cotidiana<br />

puede alternarse, mejor.<br />

Todo ese conjunto de derechos-deberes no pueden condicionarse a otras<br />

cuestiones; comodidad, tiempo presuntamente disponible, o que el padre cumpla o<br />

no con la cuota alimentaria hacia la madre.<br />

En efecto, como el derecho de "visita" es tanto del padre como en beneficio del<br />

hijo, no debe negarse aun cuando aquél incumpla con los alimentos.<br />

Existen otras vías legales para exigir los alimentos, incluso agilizar los<br />

procedimientos judiciales para su reclamación o agravar las sanciones penales<br />

cuando hay reticencia a cumplir, pudiendo hacerlo, pero nunca utilizar a los hijos<br />

como rehén o medio de coacción.<br />

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Los Hijos de Padres Separados<br />

Felizmente los casos judiciales en que se negó derecho de visita por tales<br />

incumplimientos pertenecen al pasado están en tomos muy anteriores en los<br />

anales de jurisprudencia. Pero llegó lamentablemente a ser práctica bastante<br />

usual en estos temas, hace algunas décadas.<br />

Otra cuestión es, si el régimen de "visitas" debe ser acordado o fijado<br />

expresamente, con días, horas o períodos, para evitar conflictos futuros o, de lo<br />

contrarío, si es preferible establecer un régimen amplio y que el funcionamiento<br />

mismo del esquema vaya ajustándose a medida que los esposos ceden en sus<br />

enfrentamientos.<br />

No hay criterio único al respecto. Mientras algunos abogados prefieren<br />

reglamentar claramente los días y horarios de la visita, otros, especialmente<br />

psicólogos, aconsejan flexibilizar y ampliar las posibilidades del contacto cuando<br />

los chicos lo necesiten, salvo graves perjuicios al hogar custodio o a los menores.<br />

Nosotros tomamos decidido partido por la segunda posición. Nuestras razones:<br />

1) Todo régimen estricto perjudica a los hijos, dificulta el contacto y lesiona al<br />

progenitor no conviviente.<br />

2) La reglamentación rigurosa, efectuada en pleno trámite, etapa de lesión y dolor<br />

a ambos cónyuges, es un instrumento de castigo, arma de una batalla donde sólo<br />

pierden los hijos.<br />

Establecer un régimen semejante, influye, por inercia, sobre mucho tiempo de la<br />

crianza de los hijos. En divorcios que se estancan, no se flexibilizan y obligan a<br />

nuevas tormentas judiciales para variarlo o adecuarlo a las reales necesidades de<br />

los menores, establecer de antemano, por años, qué días y horas los chicos verán<br />

a su padre o madre, es un desacierto que va contra la naturaleza humana (ya<br />

hemos explicado las necesidades afectivas y normativas).<br />

Si el o los letrados intervinientes, actúan más de conciliadores o abogados<br />

consultores que de estrategas belicosos, el tema del régimen de visitas es uno de<br />

los primeros asuntos que pueden trabajarse en la pareja, logrando el primer éxito<br />

de la reconciliación, como padres. Esta advertencia no es desacertada puesto que<br />

en no pocos casos son los letrados quienes inducen, de buena fe, a tratar un<br />

esquema estricto de visitas.<br />

Cuando la separación o interrupción de la convivencia marital tiene dos o más<br />

años, las partes generalmente ya tienen en funcionamiento un esquema bastante<br />

amplio. Hay que tratar de perfeccionarlo y aun ampliarlo.<br />

Cuando el tramite de divorcio es muy cercano en el tiempo, habrá resistencias del<br />

padre custodio a un régimen amplio, pero tras las usuales explicaciones podremos<br />

descubrir muchas veces revanchismo.<br />

5) ¿Por qué presumir de antemano que habrá problemas con las visitas y no<br />

esperar ver cómo funciona el tenia, como se ajustan los miembros de la familia<br />

transformada, y recién al presentarse problemas concretos y graves, recurrir a la<br />

fijación de horarios y días si ello es indispensable? Se podrá argumentar que es<br />

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Los Hijos de Padres Separados<br />

mejor curarse en salud" pero ¿a qué costo? ¿Estableciendo una estructura rígida<br />

que influirá por mucho tiempo y que lo más probable es que sea modificada con el<br />

tiempo por los mismos padres o la presión de los hijos ya mayores y habiéndose<br />

perdido años de éstos en un régimen estresante?<br />

El caso del padre no conviviente que desatiende o interrumpe el contacto con sus<br />

hijos<br />

Mientras muchos padres no custodios sufren como una de las principales pérdidas<br />

del divorcio, la no convivencia con sus hijos y luchan por lograr mayor tiempo para<br />

verlos, otros progenitores abandonan afectiva y económicamente a sus hijos.<br />

Nos toca ahora analizar a los segundos, o sea las conductas de abdicación del<br />

padre ausente. Ya consideramos los daños irreparables que se ocasionan a los<br />

hijos cuando ocurren esos abandonos. Los hijos necesitan y tienen derecho a<br />

ambos padres, pero uno de ellos, el que no ejerce la custodia, como la expresión<br />

sintética que usan los chicos, "se borra".<br />

Siendo que en la generalidad de los casos es la madre quien ejerce la tenencia,<br />

los casos más comunes de abdicación corresponden al padre varón. Esta puede<br />

ocurrir desde el instante mismo de la separación o producirse paulatinamente,<br />

agravándose a medida que crecen los chicos o cuando el padre divorciado vuelve<br />

a formar pareja.<br />

¿.Qué magnitud tiene ese problema? ¿Por qué se producen esos abandonos?<br />

En las sociedades altamente desarrolladas, cuando se han efectuado estudios 0<br />

muestreos en grupos de niños adolescentes hijos de separados, los resultados<br />

fueron alarmantes: En EE.UU. el 40% de los hijos de padres no tienen contacto<br />

alguno con el progenitor ausente (A. Serrano). De allí hacia encuentros muy<br />

esporádicos o contactos deficientes en cuanto a calidad y frecuencia, hasta el<br />

ideal de custodia compartida o tenencia alternativa hay muchos grados de relación<br />

hijo-padre no custodio.<br />

Los, estudios al respecto adolecen de incompletos, falta de cuantificación<br />

suficiente y generalmente se reducen alas clases medias y altas de la población.<br />

Es problema es mucho más grave en los sectores socioeconómicos más bajos y<br />

en los grupos marginados es casi total<br />

Veamos las distintas explicaciones que se han dado sobre el qué del abandono<br />

paternal o desatención total o parcial de la corresponsabilidad a cargo del padre<br />

no custodio<br />

En un encuentro de especialistas e investigadores, convocados por el CEIF<br />

(Centro de Estudios Interdisciplinarios de la Familia) en 1984 en Buenos Aires, al<br />

cual asistieron abogados, jueces, psicólogos, terapeutas, licenciados en servicio<br />

social y en educación, etc. coordinados por la Dra. Cecilia Grosman, las opiniones<br />

tuvieron matices distintos, pero en conjunto tocaron las causas que provocan la<br />

interrupción del contacto Paterno<br />

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Los Hijos de Padres Separados<br />

Entre las, explicaciones del problema se han señalado las siguiente: falta de<br />

madurez del padre, que aun antes del divorcio no había asumido el rol paterno en<br />

la dimensión y profundidad que corresponde a su función.<br />

El hombre necesita de la convivencia con sus hijos para descubrir y desarrollar<br />

sus afectos paternos. Puede incluso ocurrir que con los hijos de una nueva unión,<br />

funcione como padre, pero con los hijos del anterior matrimonio la cosa sea<br />

distinta.<br />

Producida la separación, el hombre se vuelca a la familia de origen o construye<br />

una nueva, otro hogar, volcando sus afectos y necesidades en éste.<br />

El padre debe sentir que sus hijos lo necesitan y que él también necesita de ellos.<br />

Toda exclusión deliberada o fruto de conductas de agresión, perjudican esos<br />

objetivos.<br />

Cuando el padre queda afuera del núcleo familiar cambian sus intereses y<br />

motivaciones.<br />

El padre debe sentir que también recibe de sus hijos. No conviviendo, deja de<br />

considerarse reconocido y buscado, como no sea únicamente por la cualidad de<br />

alimentante.<br />

Muchas mamás que tienen la tenencia circunscriben sus intereses y temas de<br />

conversación al aspecto económico de los alimentos. Tal cuestión es por cierto<br />

una preocupación esencial, pero útil es que al padre no conviviente, también se lo<br />

llame para otros asuntos que satisfagan su rol.<br />

La falta de respeto entre los padres, las conductas de agresión, inculpar al<br />

ausente de todos los motivos del fracaso matrimonial, o presentarlo como<br />

habiendo abandonado a sus hijos, aleja las posibilidades de un contacto fecundo<br />

(de Terapia Familiar, n .15, año 1986).<br />

Como vemos, los motivos de la abdicación paterna pueden ser varios, actuar,<br />

sumándose o interconectados, realimentando el problema.<br />

Nuestra contribución al concluir sería la siguiente: es capital cómo se estructuran<br />

las relaciones padre no conviviente con sus hijos desde el instante mismo de la<br />

separación. Rutinas que empiezan funcionando bien tienen proyección con el<br />

tiempo. Peleas, discusiones, alteraciones caprichosas, revanchismos entre los<br />

cónyuges divorciados, impiden o desalientan el ejercicio del contacto con el<br />

progenitor no conviviente.<br />

El rol de padre tiene mucho de incorporación de valores culturales, de imágenes<br />

internalizadas que convergen en el hombre para darle una actitud de protección y<br />

responsabilidad. La interrupción de la convivencia lo encuentra en una situación<br />

nueva, una alteración de los modelos sociales transmitidos por la comunidad.<br />

La sociedad reconoce al padre en su lugar como cabeza de familia, con sus hijos<br />

en el hogar. Pero no hay hasta el momento pautas culturales que reconozcan y<br />

valoren al padre divorciado que continúa su compromiso.<br />

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Los Hijos de Padres Separados<br />

No hay indicios de estimulación social de tal actitud. Se considera más una<br />

obligación que una necesidad afectiva. parecería que en muchas familias<br />

uniparentales, la madre ha reconstruido un matriarcado, quizás latente desde<br />

antes de la separación. Hay divorcios que son la culminación de luchas de poder,<br />

de autoridad y confusión de roles. La separación es vivida como un triunfo por la<br />

esposa que queda con sus hijos, en su casa. La ¡da del esposo es una exclusión<br />

inconsciente o deliberada.<br />

Otras veces ocurre que el padre se fuga de una situación de conflicto y agresiones<br />

mutuas, porque no soporta más las tensiones de la lucha. Instalarse en un nuevo<br />

contexto reparador, que afirme su autoestima, que satisfaga sus necesidades<br />

afectivas, puede hacerlo, "olvidar" sus años desagradables pasados, con todo lo<br />

conectado a esa época. Sí sus hijos "parecen" no necesitarlo, si sólo es un<br />

visitante, un pagador de cuentas, si volver a su anterior hogar para retirar a los<br />

chicos es evocar recuerdos o discutir con su ex cónyuge, o convencer a ellos de<br />

que no es malo, que no es verdad lo que la mamá dijo, si tiene que justificarse,<br />

defenderse como un acusado, ¿qué motivos de interés y deseos de contacto<br />

puede tener ese padre?<br />

Sólo, una convicción firme por las responsabilidades paternas puede lograr que él<br />

continúe y aún luche para el contacto y recuperar cariño de sus hijos. Y amor que<br />

es la base de la relación paterno filial.<br />

Otro de los motivos está conectado al incumplimiento de la asistencia económica.<br />

Continuar sosteniendo materialmente a los hijos significa entre otras cosas seguir<br />

sintiéndose necesario, indispensable. Si también interviene en las funciones<br />

normativas, mejor. Pero ocurre que algunos padres al no poder cumplir con los<br />

alimentos adecuadamente por razones de estrechez económica, también evitan<br />

contactos frecuentes con sus hijos o encuentros con su ex cónyuge. Sienten culpa<br />

o vergüenza y evitan las situaciones que le recuerden sus falencias en tal sentido.<br />

Por supuesto no es el caso de otros padres, que pudiendo cumplir con la ayuda<br />

económica, no lo hacen por egoísmo, desaprensión o agresión a su ex esposa.<br />

Otra de las causas de la falta de comunicación y contacto entre el padre ausente y<br />

sus hijos pueden consistir en que los chicos no desean verlo, no están motivados<br />

a ello. Generalmente las situaciones se originan en conflictos de lealtades<br />

resueltas patológicamente mediante la elección de la madre como el progenitor<br />

bueno, inocente y débil, mientras el otro es el malo, el causante del sufrimiento<br />

familiar. Aún si ello fuese cierto, a manera de hipótesis, las consecuencias sobre<br />

los hijos serán perniciosas.<br />

Para el padre que se siente rechazado, poco le queda por hacer, como no sea<br />

actuar con constancia y esperar el paso del tiempo para ir reconstruyendo el<br />

vínculo afectado.<br />

Son los típicos casos -entre otros- en que una terapia familiar que integre a todos<br />

los miembros, afectados, se hace muy necesaria.<br />

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Los Hijos de Padres Separados<br />

El desempeño de las funciones normativas y de supervisión, ser consultado,<br />

intervenir en los acontecimientos gratos de los hijos, ser reconocido como padre,<br />

no sólo en las obligaciones sino también en las gratificaciones que los hijos nos<br />

pueden dar, es un estímulo al compromiso paterno. Cuando el progenitor sólo es<br />

requerido para corregir o tomar decisiones desagradables sobre problemas que<br />

hasta ese momento no se le habían expuesto, la función de apagar incendios<br />

provoca resistencias.<br />

También produce sentimientos de no ser correspondido o ser víctima de ingratitud,<br />

cuando el padre ausente es omitido en los momentos de éxito o satisfacción,<br />

acontecimientos gratos, o progresos de los hijos. Tales quejas son comunes en<br />

padres de adolescentes.<br />

Mucho aprenderemos al respecto, si observamos en nuestra tarea docente con los<br />

muchachos, ciertos detalles, por ejemplo, concurrencia del padre no conviviente<br />

para interesarse por los estudios del hijo, quién firma los boletines de<br />

calificaciones, quién concurre a la celebración de egreso, qué pasa con las<br />

medidas disciplinarias del colegio, qué sucede cuando el estudiante debe repetir el<br />

curso, los diálogos con los educandos, etcétera.<br />

¿Qué se puede hacer para comprometer al padre ausente y restablecer el<br />

contacto interrumpido?<br />

El primer paso es detectar cuáles son las verdaderas causas que provocan el<br />

abandono. Distinguir los motivos originales y centrales de otros que son<br />

derivaciones o consecuencias y actuar de acuerdo con ellos.<br />

¿Aún no ha cesado el enfrentamiento de la pareja, hay dolor, inculpación y autocompasión?<br />

¿Se somete a los hijos al conflicto de lealtades con conductas patológicas?<br />

¿El padre ausente no asumió nunca el rol paterno, por inmadurez, por conflicto de<br />

poder?<br />

¿Falta reconocimiento de la figura paterna, los hijos son parentalizados con la<br />

madre?<br />

¿El padre no conviviente "niega 11 su pasado familiar, evade compromisos , se<br />

vuelca hacia el nuevo núcleo, donde es reconocido y puede satisfacer sus<br />

necesidades afectivas, auto-estima, cumpliendo con los roles de esposo-padre y<br />

cabeza de familia con todo lo que ello significa como conductor reconocido<br />

socialmente?<br />

Es difícil esclarecer cuáles son los verdaderos motivos del alejamiento. Las<br />

personas mismas pueden no distinguirlos ni aceptarlos. La natural inclinación a<br />

justificar los errores mediante pretextos, alivia la culpa.<br />

Una intermediación profesional, la ayuda de grupos pequeños con asesoramiento<br />

científico pueden contribuir a que los miembros desconectados esclarezcan el<br />

panorama y se animen a enfrentar el contacto interrumpido, quizás hace años.<br />

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Los Hijos de Padres Separados<br />

El momento en que un padre ausente decide intentar el reencuentro está cargado<br />

de dudas y temores ¿cómo será la respuesta de mis hijos, me aceptarán, qué me<br />

dirán, qué preguntas me formularán, qué voy a responderles?<br />

Las prevenciones señaladas tienen tanta fuerza, que pueden hacer desistir del<br />

intento. Por ello son útiles, pasos previos, indicios que vayan acercando a las<br />

partes y diluyan esos temores. Salvo casos patológicos, los chicos, previamente<br />

preparados y motivados, reaccionan positivamente, con ansiedad pero con<br />

muchas fantasías, curiosidad, algunas duda, y reproches ocultos, pero desean el<br />

reencuentro. Cuantos más años hayan pasado de falta de contacto, los pasos de<br />

re-acercamiento tendrán más titubeos.<br />

No obstante, hemos observado que adolescentes con muchos años de falta de<br />

trato con el padre ausente, reavivan en esa edad el deseo del reencuentro, el<br />

interés por esa parte de sus vidas, la mitad de su pasado.<br />

Tales conductas naturales y convenientes para la salud psíquica del muchacho,<br />

creemos que se deben al proceso de integración de la identidad yoica que está<br />

elaborando el jovencito-a para lo cual es prioritario saber ¿quién soy?, ¿de dónde<br />

vengo?<br />

Muchos intentos fracasados en anteriores oportunidades pueden coronar luego<br />

con el éxito del recontacto, cuando el hijo llega a la adolescencia. Dos condiciones<br />

previas lo facilitan: la paz entre los ex esposos (divorcio psíquico) y el<br />

convencimiento de ambos padres de que el reencuentro no es de ninguna manera<br />

una táctica para rescatar para sí el amor filial en perjuicio del otro padre.<br />

En la actividad profesional de abogados y psicólogos o docentes, lograr contribuir<br />

a la reanudación del vínculo afectivo y el contacto físico es quizás una de las<br />

gratificaciones más hermosas de nuestras profesiones. Es como ayudar a padres<br />

e hijos a cambiar el curso de sus vidas hacia un rumbo más feliz y positivo.<br />

No es fácil tal tarea, hay que vencer dudas, resistencias, convencer, explicar,<br />

preparar el terreno propicio, etcétera.<br />

Hemos advertido también que hay una evolución favorable en los últimos tiempos<br />

en cuanto a la actitud de las madres a aceptar e incluso alentar la reanudación del<br />

contacto con el padre ausente, aspecto que en décadas pasadas ocurría con<br />

menos frecuencia.<br />

¿A qué se debe ese cambio positivo? Sería tema de interesantes estudios; pero<br />

sospechamos que tiene mucho que ver con él la madurez del rol femenino, la<br />

autonomía e identidad que la mujer de hoy adquiere por el reconocimiento social y<br />

la relación igualitaria Esos aspectos reducen los sentimientos de auto-compasión<br />

e infantilización de la madre durante el divorcio, alejando temores y reduciendo el<br />

revanchismo.<br />

La mayor conciencia que en nuestros días existe, sobre la necesidad del<br />

compromiso de ambos padres hacia los hijos y lo indispensable de la<br />

comunicación paterno-filial; es otro factor concurrente.<br />

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