Los Romeo Ro.41 - ares enyalius

de la flota de este tipo. Finalmente,
cuando ese Parque ya estaba en
fase de desmantelamiento, el 2 de
junio de 1945 remitió sus restos a
la Maestranza Aérea de Sevilla.
En virtud de la Instrucción General
nº 1, del 2 de noviembre de
1945 (que entraría en vigor el 1 de
diciembre), a los monoplazas se les
había asignado la denominación
C.7 y a los biplazas la ES.3, en sustitución
de sus anteriores números
de tipo.
Durante los años que estuvieron
en servicio, los Romeos «pequeños»
tuvieron seis accidentes graves, tres de los
cuales resultaron mortales para sus tripulantes.
El primero ocurrió el 15 de septiembre de 1939,
en el aeródromo de Reus, al estrellarse el 7-13 y
quedar destruido. Ignoramos la identidad del
piloto, que, afortunadamente, no pereció en el
accidente.
El 7 de junio de 1940, cuando a las 7 horas y
20 minutos de la mañana se hallaba en las inmediaciones
del aeródromo de Valls, el 7-3 se incendió
en el aire, sin que su piloto, el teniente
Leopoldo de Castro García, tuviera tiempo de
lanzarse en paracaídas. Ambos resultaron carbonizados.
No obstante, el avión sería reconstruido
y seguiría prestando servicio.
Algo más de dos meses después, el 26 de
agosto, perdía la vida el sargento alumno Guillermo
Jiménez Rivera, al tratar de tomar tierra
en el campo de Reus, tras haber chocado con un
árbol en sus inmediaciones.
El último accidente mortal tuvo lugar en Morón,
el 29 de enero de 1943, cuando, a bordo
del biplaza 37-6, fallecieron el alférez profe-
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En esta otra foto, también tomada en Tablada, el antiguo 37-5
aparece ya como ES.3-5, pero sin indicativo (SHYCEA)
sor Fernando González Montes y el brigada
alumno José Ramón Hoces Cabrera.
Otros aviones perdidos en accidente fueron el
7-16, desde el que hubo de lanzarse en paracaídas
el teniente Fernando de Juan Valiente, el 28 de
mayo de 1941, y el 7-17, destruido cuando estaba
destinado en la Escuela de Caza de Morón, un día
de noviembre de 1941.
Otros ejemplares que serían reconstruidos
fueron el 7-9, que, el 7 de mayo de 1938, hubo
de ser abandonado en vuelo por su piloto, el
alférez Carlos María Rey-Stolle Pedrosa, alumno
de la Escuela de Caza de Gallur, quien lo había
metido en barrena al ejecutar inadecuadamente
una figura acrobática, y el 7-24, que había resultado
muy dañado en Reus, el 15 de octubre
de 1940.
Los aviones más longevos (véase la tabla adjunta
de la página siguiente) causaron baja definitiva
en el Servicio en abril de 1951.
NOTAS
1. Ferdinando Pedriali, Guerra di Spagna e Aviazione Italiana,
Societá Storica Pinerolese, 1989, página 373.
2. Angelo Emiliani y Giuseppe Ghergo, Nei Cieli di Spagna,
Giorgio Apostolo Editore, 1986, pp. 164-166.
3.Revista AVIÓN, nº extraordinario, diciembre de
1961, página 502.
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