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El Alfarero Desvelado -L-ensayos-1964- 571kb - andes

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Uma-Marca: ciudad de agua —dice la leyenda—. Aquí se sumergió, tal vez, una urbe<br />

remotísima. Todavía se admira en este paraje el vigor y la belleza de la raza aimára: atrayentes las<br />

mujeres, orgullosos los varones. Había un cacique hosco y altanero, vestido con elegancia, cuyo<br />

natural señorío contrastaba con el apocamiento del indio de las ciudades.<br />

En Corque el carnaval mestizo dura una semana. También en Urna-Marca, el carnaval<br />

indio. Aquel más colorido, bullicioso, de expresión dinámica. Este más recogido, de sentido rítmico<br />

y musical. Ambos, desdichadamente, hermanados por el desborde alcohólico.<br />

Se sale de Uma-Marca, se asciende una ligera cuesta, fatigosa por lo tendida, y después<br />

de cuatro leguas de marcha se domina desde una altura la llanura que conduce a Turco. Es la<br />

típica pampa carangueña: extensa, escueta, inacabable. Al oeste se divisan todavía las cumbres<br />

cordilleranas. Al este colinas de corta elevación. Y hacia el norte, donde sólo alcanza la mirada<br />

aquilina del nativo —¿diez, doce, quince leguas?— dicen que hay un puntito blanco, casi<br />

imperceptible, pequeñísimo, perdido entre el suelo color de paja y el monte bajo, pardo, de una<br />

lejanía inalcanzable. Sólo atravesando el desierto a pie se mide su extensión y pesadumbre: hora<br />

tras hora, legua por legua, de fatiga en fatiga, asido cada uno al madero de la propia resistencia<br />

para no naufragar en la noche que se acerca. Cada paso hacia adelante parece alejar y no acercar<br />

al puntito blanco que sólo una o dos personas divisan.<br />

—¿Pero cuál es la iglesia de Turco? Cien veces brota la pregunta de los labios y cien<br />

veces nos responden:<br />

—Esa manchita blanca, debajo del lomo del cerro...<br />

Y se camina, se camina, se camina agobiado por el mar térreo. Luego, una vez vencido el<br />

punto muerto del cansancio, el cuerpo sigue mecánicamente la marcha, y de pronto el caserío de<br />

Turco aparece nítido a la vera del río que aun se debe cruzar para salir de la pampa inmensa.<br />

Quien pone el pie en el altiplano carangueño, ha invadido la zona mágica de la fábula. En<br />

Corque, en Turco en Curahuara de Carangas, los pobladores refieren tradiciones y leyendas que<br />

oscilan de lo histórico a lo fantástico.<br />

Se habla, por ejemplo, de "Parara", una ciudad de piedra a 25 kilómetros de Calacoto con<br />

varias leguas de extensión. Dicen que está llena de osamentas y que para recorrerla se necesita<br />

de guía para no extraviarse en el laberinto lítico. La defiende la "pucara" o fortaleza de "Hacha-<br />

Pasa".<br />

Se recuerda —y esto es fácil de verificar porque la cadena orográfica existe todavía— que<br />

hay una cadena de fortalezas prehistóricas de los Kollas, más de 50 "Pucaras" o reductos militares<br />

enclavados en los altos cerros. Es- tos bastiones naturales que se eslabonan a través de los<br />

departamentos de Oruro y de La Paz, se prolongan hasta Pomata, ya en territorio peruano Y<br />

atestiguan la influencia política y militar de los Kollas. La “pucara" o fortaleza de Pirapi, mayor que<br />

otras, tiene ruinas en mejor estado de conservación. Se abastecía por sí misma, tenía sembríos y<br />

depósitos de agua en las laderas y en la meseta del cerro, muchas casas Y accesos subterráneos<br />

para burlar los asedios.<br />

La leyenda de "Pumiri", la ciudad del puma, es una de las más sugestivas. Cuentan que en<br />

la zona norte de Carangas, existe una ciudad misteriosa ubicada en peña inaccesible, cuya cima<br />

nadie alcanzó. Es difícil llegar a ella porque la rodea el desierto. Algunos vieron, desde abajo,<br />

extrañas esculturas de aves y anímales petrificados y hasta un inmenso portón tallado en la roca<br />

viva. Los naturales de la región refieren que en el interior de estos peñascos existe una ciudad con<br />

plaza, templos y casas de piedra. Por las noches —expresan— cuando la luna está en cuarto<br />

creciente, una campana de oro tañe lúgubremente atemorizando a los viajeros. ¿Cómo saben que<br />

la campana es de oro si nadie visitó el paraje montañero? Eso no lo explican los narradores.<br />

Agregan, simplemente, que muchos fracasaron en su intento de escalar la peña. Alguno que<br />

durmió junto a su base enloqueció. Un indio que halló dos candelabros de plata hermosísimos al<br />

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