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El Alfarero Desvelado -L-ensayos-1964- 571kb - andes

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Varón de contradicciones. Aparenta el menos rendidor en el esfuerzo continuado, y puede<br />

soportar la carga mayor de humanidad y de sentido.<br />

Un estilo de vida alegre, despreocupado, presto a la aventura lo mismo que a la pena. Más<br />

sensual que intelectual, porque el mucho razonar no entraba todavía la fresca vitalidad de los<br />

"bárbaros" del sur. Una conciencia presentista, desdeñosa del pasado, indiferente por mañana. Un<br />

amor excesivo a la libertad que raya en menosprecio de la disciplina responsable. La “gana"<br />

sudamericana no admite reglas fijas ni puntualidad horaria; se alimenta de raptos inesperados de<br />

acción y largas pausas de inercia. Este es el mal mayor: la ausencia de un método cotidiano, la<br />

falta de perseverancia en el esfuerzo, la incapacidad para organizarse dentro de un mundo cada<br />

día más acelerado, más exigente, más complejo que filtra inexorablemente los minutos y las<br />

energías del hombre moderno.<br />

Es verdad: tenemos características negativas que han impedido el ascenso continental.<br />

Pero junto a ellas ¡qué genialidad en la planta humana, qué rasgos sorprendentes de bondad, de<br />

sensibilidad! Tiene el varón del sur más de artista que de técnico. Más que dominar el mundo, le<br />

interesa disfrutarlo: ésta su fuerza y su debilidad. Y si se le mide en su facultad de comunicación,<br />

en calidad humana, en el arranque generoso, nadie aventaja al sudamericano en nobleza y<br />

cortesía cuando se le gana el corazón. Porque el varón del Nuevo Mundo no es un cerebral, sino<br />

un emotivo, alma abierta a la confidencia y al desprendimiento.<br />

No es difícil el acceso al hombre del sur: es delicado. Y ganar su confianza, en mayor<br />

grado. Materia maleable para la insurrección y el descontento, sabrá fundirse dócilmente cuando<br />

una pedagogía de amor, de prédica inteligente, de trato sagaz sea capaz de conducirlo por sendas<br />

constructivas.<br />

Ahondar en su corazón para guiar su mente.<br />

Dirá el sociólogo desprevenido:<br />

—De comprensión más rápida, de rendimiento más efectivo, el europeo, el<br />

norteamericano, el ruso, se adaptan mejor al ritmo acelerado de la sociedad moderna. Son<br />

precisos, eficaces, llenos de ambición y de fuerza.<br />

Le responderemos convencidos:<br />

—Desde un ángulo de apreciación que mira al equilibrio biológico del individuo, preferimos<br />

el "tempo" reposado en que transcurre el sudamericano, hombre de inquietudes, mas sin acoso de<br />

angustias ni premuras. Su ambición como más noble, porque no es desapoderada; su fuerza como<br />

menos impura porque no la utiliza para destruir; su trabajo más en la onda humana que en los<br />

artificios mecánicos. No competirá con una máquina en punto a cantidad y rendimiento, pero en él<br />

la criatura viva alienta como más fresca y espontánea, distante aun de la petrificación racionalista.<br />

Cierto que ni aun en forma provisional se puede hacer el esquema completo del varón<br />

continental, todavía en trance de crecimiento y transitoriedad; pero se puede apuntar que está ya<br />

en marcha el hombre-medio del sur, como tipo representativo de la surgente humanidad del Nuevo<br />

Mundo. Se lo mira de soslayo, se lo equipara al africano y al asiático: aparenta un enigma<br />

psicológico y un embrollo étnico. Impermeables al mensaje de la raza joven, turistas y estudiosos<br />

divagan; pocos son los que alcanzan la plenitud naciente de estas sociedades súbitamente<br />

despertadas, que buscan su inserción en el cuadro de las civilizaciones contemporáneas.<br />

<strong>El</strong> concepto de país subdesarrollado aparejó una torpe subestimación del poblador. Por no<br />

partir del hombre, se malentiende su contorno.<br />

Pueblos y regiones crecen, se organizan a velocidades desiguales. Aunque política y<br />

económicamente las naciones tiendan a la unidad, aun dentro del progreso técnico y mecánico,<br />

hay mundos en el mundo y los hombres se diferencian. ¿Cómo pedir al habitante del continente<br />

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