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El Alfarero Desvelado -L-ensayos-1964- 571kb - andes

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Aniquilado el imperio quéchua, sobrevino la decadencia de la región, pues los españoles,<br />

empeñados en imponer la religión católica a los nativos, persiguieron los cultos politeístas y<br />

apagaron la emoción por los santuarios primitivos.<br />

Una larga sombra se tendió sobre el Titikaka.<br />

Al finalizar el siglo XVI, en pleno régimen colonial, los españoles habían levantado<br />

numerosos templos católicos diseminados en el Alto y el Bajo Perú. En muchos casos, las iglesias<br />

cristianas erguían sus naves sobre los cimientos de los antiguos adoratorios indígenas.<br />

En Copakawana, el nombre se castellanizó y pasó a ser, simplemente, Copacabana; pero<br />

para diferenciarlo del apelativo de la playa brasileña, mantendremos el vocablo aimára. Abolidos<br />

los cultos nativos y abandonadas las islas del Titikaka, sólo existía, en Copakawana una modesta<br />

capilla que acogía a los indios adoctrinados. En ella se imploraba a la Virgen de la Candelaria que<br />

protegiera a los "ayllus" contra las heladas que arruinaban las sementeras. Los grupos más<br />

caracterizados de campesinos nativos los formaban los "anansayas" y los "urinsayas"; los primeros<br />

devotos de la Virgen, los segundos de San Sebastián.<br />

Se cuenta que Francisco Tito Yupanqui, indio de origen noble y devoto, biznieto del Inka<br />

Huáscar, tuvo una visión en la cual se le apareció la Virgen María ordenándole que hiciera una<br />

imagen suya a la que se consagraría una Basílica.<br />

Tito Yupanqui hizo una primera imagen de la Virgen que le resultó muy tosca por ignorar la<br />

técnica escultórica, al extremo que después de un tiempo de permanecer en el altar, "se la sacaron<br />

con desaire". No se desanimó por ello el visionario y comprendiendo que debía aprender a modelar<br />

figuras, viajó a Potosí donde un maestro escultor lo adiestró en el oficio. Pasó a La Paz en la cual<br />

aprendió pintura y dorado de imágenes de los tallistas de San Francisco. Y en porfiado esfuerzo,<br />

durante largos meses, prosiguió modelando imágenes de la Virgen que tan pronto emprendía como<br />

desechaba, pues ninguna satisfacía lo que su mente imaginaba.<br />

Pasó mucho tiempo —cuentan las crónicas— y cierto día, sea por inspiración divina,<br />

porque el empeño del artista venció de las dificultades, o por ambas causas, Tito Yupanqui dió<br />

término a una imagen hermosísima de la Virgen con el Niño que ponía el asombro en cuantos la<br />

contemplaban. "Sus ojos, sin ser de vidrio, son tan hermosos, que no se dejan mirar; parece más<br />

bien que miran a cada uno lo más secreto de su corazón. <strong>El</strong> Niño tiene una expresión tan tierna,<br />

una fisonomía tan risueña, que invitan al más tierno amor. Se siente la atracción de ese divino<br />

imán, aunque pocos saben explicar las dulces y conmoventes impresiones que a todos causa el<br />

rostro maternal de María". (P. Sans).<br />

Esta Virgen se llamó de Copakawana y desde el primer instante —algún historiador refiere<br />

que antes de existir su imagen— hizo tales milagros y portentos, que autoridades, vecinos, fieles e<br />

indios resolvieron erigirle una Basílica digna de su fama.<br />

Instalada primitivamente en la pequeña iglesia del lugar, en 1583, recién en 1614 se<br />

levantó la Capilla Mayor y la Basílica se concluyó a mediados del siglo XVII. Fue su constructor el<br />

Maestro Francisco Jiménez de Sigüenza. Esta iglesia es una joya de la arquitectura religiosa<br />

sudamericana, (virreinal dirán los españoles, indomestiza replicaremos los americanos), y por la<br />

belleza de su trazo y la variedad de sus detalles donde se entrecruzan lo renacentista, lo barroco y<br />

lo bizantino, así como por la amplitud del atrio y lo seductor del convento que la integra, gana la<br />

atracción del visitante. Sus capillas, retablos, tallas y ornamentos de gran valor plástico; sus<br />

cuadros y esculturas; las valiosas joyas que se guardan en el Camarín de la Virgen; los trabajos de<br />

plata repujada y otros tesoros artísticos hacen de la Basílica un centro de incitaciones para el<br />

estudioso. Los regalos y donaciones de los fieles reconocidos, crecen incesantemente.<br />

Se afirma que esta Imagen puso paz final entre los anansayas y los urinsayas, que libraban<br />

guerras seculares. Tal renombre alcanzó la imagen santa, que de Lima, Potosí, Cuzco y otros<br />

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