La discusión que apenas se inicia y es pública, tiende a asumir una elevada intensidad en la medida en que se están cuestionando asuntos como el del academicismo y el humanismo, una trayectoria de muchos siglos en la historia de las instituciones universitarias, que aquí apenas la recordamos, pero que enseña hasta donde pueden llegar los alcances de este debate del cual solamente se anuncia su complejidad. COMO IMAGINAR LAS RELACIONES UNIVERSIDAD-EMPRESA Admitiendo que el lento desarrollo de la tecnología tanto en las universidades como en las empresas en Colombia, todavía obliga a un largo compás de espera y de organización y unión de voluntades para lograr esa aproximación y aunque el momento económico y social es propicio -por las dificultades que tenemos- para emprender investigaciones sistemáticas, con el fin de contar con el conocimiento necesario para formular proyectos posibles que vayan más allá de los análisis, diagnósticos y esperanzas ambiguas que siempre hemos propuesto, es preciso averiguar, y saber despejar las dudas de sí efectivamente la investigación aplicada y más precisamente, los desarrollos tecnológicos que tienen tanto de innovación como de investigación aplicada, son verdaderamente una función esencial de la universidad; en el Japón, por ejemplo, la mayor parte de la investigación se realiza fuera de la universidad, o bien directamente en las empresas o en institutos que dependen de las mismas y en países como Francia o Alemania la participación masiva de estudiantes avanzados en las empresas a manera de pasantías, les ha permitido a ambos sacar mutuas ventajas. Lo más deseable es que dadas nuestras pesadas costumbres, dejáramos de pensar en el extranjero porque no somos ni el Japón ni el Reino Unido, lo mejor serían pensar y concertar con el sector productivo empresarial colombiano, escucharles su experiencia entendiendo que en el panorama extenso de las Pequeñas y medianas empresas (Pymes) hay un sistema diversificado por niveles y sectores y con grados diversos de planificación y de libertad y a su vez, hacerle comprender a los empresarios, que la universidad debe ser pensada como un elemento variado y disímil dentro del conjunto de instituciones que conforman el sistema de educación superior y el sistema científico y tecnológico del país, pues no solamente urge una solución, sino que además en las circunstancias propias de la economía, en donde se anotó, una de las particularidades de la investigación y el desarrollo tecnológico es que lo financia en muy alto porcentaje el gobierno, no le quedan a los dos, mas recursos que arriesgar en ese acercamiento. De todos modos hay que vivir de parte y parte, la experiencia para saber de una vez por todas, si la universidad, es el lugar indicado para responder a los imperativos ligados a la producción. Pese a estos obstáculos, el proceso que se sigue en Colombia, al igual que en la mayoría de los países de América Latina, las soluciones que se utilizan para aproximar le universidad a la empresa, registran dos tendencias permanentes de desarrollo de la investigación delante de la escasez de recursos: a) una asignación orientada hacia prioridades específicas y realizadas a través de convocatorias y concursos, y b) la puesta en marcha de proyectos de investigación financiada mediante contratos particularmente con la administración pública y muy pocas veces con empresas privadas. Estas modalidades son alentadas por los más altos responsables de las políticas educativa nacional como una estrategia adecuada para contribuir a la solución de los problemas financieros de la universidad y para no dejar que se muera la investigación y los estímulos que despierta. Pero es bien claro que esta no es la solución, sino que confunde aun más, al ser la respuesta burocrática tradicional de tener que no solamente limitarnos, sino además contentarnos, con lo que hay, con lo que nos dan, cuando lo que se necesita es mas materialización de la investigación, mas empresa y gestión investigativa –siempre y cuando las mismas instituciones oficiales la apoyen- y se requiere, mas osadía e irreverencia delante de los falsos postulados como se viene insistiendo, para entender, que si lo que faltan son recursos, hay que salir a buscarlos, no esperar solamente a que el gobierno movilice su escaso propuesto para la investigación, y mantenga su discurso recurrente de que no hay investigación, ni ciencia ni tecnología, porque no hay fondos y no hay fondos porque no hay desarrollo tecnológico y que los demás repitamos lo mismo, reflejo cruel del subdesarrollo científico. Si las universidades dicen que son lo que son, entonces deberían demostrar con hechos que sí están en condiciones de ofrecer soluciones y repuestas, hacer ofertas, preocupar a la industria y al comercio por su atraso, llamar la atención sobre la crisis tecnológica, introducir nuevos instrumentos etc. en fin toda una
estrategia, no de venta de la universidad, sino de generación de nuevas ideas, de nuevas propuestas y alcances para la investigación, que hasta el momento continúa siendo un “agujero negro”, capaz de absorber todas las ideas, de condensar el mejor conocimiento, pero sin irradiar las esperanzas de una transformación. BIBLIOGRAFÍA ALBORNOZ, Mario. Política Científica y Tecnológica Una visión de América Latina, Revista Iberoamericana de Ciencia, Tecnología, Sociedad e Innovación. BANCO INTERAMERICANO DE DESARROLLO. La ciencia y la tecnología para el desarrollo: documento de estrategia, noviembre de 1.999. PERIODICO EL TIEMPO, abril 09 de 2.003 REVISTA UMBRAL CIENTÍFICO, noviembre de 2002, Bogotá D.C. Número 1. Fundación Universitaria <strong>Manuela</strong> Beltrán.