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Testimonios para los Ministros (1979) - Ellen G. White Writings

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78 <strong>Testimonios</strong> <strong>para</strong> <strong>los</strong> <strong>Ministros</strong><br />

Los que pretenden controlar a sus semejantes, toman en sus manos<br />

finitas una tarea que recae solamente sobre Dios.<br />

Es una ofensa <strong>para</strong> Dios que <strong>los</strong> hombres conserven vivo el espíritu<br />

que se desenfrenó en Minneápolis [veasé el Apéndice.]. Todo el<br />

cielo siente indignación por el espíritu que desde hace años se está<br />

manifestando en nuestra institución publicadora de Battle Creek.<br />

[veasé el Apéndice.] Dios no tolerará la injusticia que allí se práctica.<br />

El intervendrá a causa de estas cosas. Se ha oído una voz señalando<br />

<strong>los</strong> errores y rogando, en el nombre del Señor, que se realizara un<br />

cambio decidido. Pero ¿quién ha escuchado la instrucción dada?<br />

¿Quién ha humillado su corazón <strong>para</strong> quitar todo vestigio de ese<br />

espíritu malvado y opresor? He tenido la gran preocupación de presentar<br />

estos asuntos como son ante el pueblo. Yo sé que <strong>los</strong> verán.<br />

Sé que <strong>los</strong> que lean esto serán convencidos. *<br />

Hobart, Tasmania,<br />

1 de mayo de 1895<br />

Un mensaje fiel<br />

Muchos han dejado atrás su fe adventista<br />

Porque la iniquidad abunda, el amor de muchos se resfriará. Hay<br />

muchos que han dejado atrás su fe adventista. Están viviendo <strong>para</strong><br />

el mundo y mientras expresan el deseo de su corazón, “mi Señor<br />

tarda en venir”, están golpeando a sus consiervos. Hacen esto por<br />

la misma razón por la cual Caín mató a Abel. Abel había decidido<br />

adorar a Dios de acuerdo con las instrucciones que Dios le había<br />

dado. Esto desagradó a Caín. El pensó que sus propios planes eran<br />

mejores, y que el Señor se avendría a su procedimiento. Caín en su<br />

ofrenda no reconoció su dependencia de Cristo. Pensó que su padre<br />

Adán había sido tratado duramente al ser expulsado del Edén. La<br />

idea de conservar ese pecado siempre presente y ofrecer la sangre<br />

del cordero inmolado como confesión de entera dependencia de un<br />

poder ajeno a sí mismo, era una tortura <strong>para</strong> el soberbio espíritu<br />

de Caín. Siendo él mayor, creyó que Abel debía seguir su ejemplo.<br />

314.]<br />

* [Estudio adicional: Obreros Evangélicos, 312-330; Joyas de <strong>los</strong> <strong>Testimonios</strong> 2:311-

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