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Testimonios para los Ministros (1979) - Ellen G. White Writings

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64 <strong>Testimonios</strong> <strong>para</strong> <strong>los</strong> <strong>Ministros</strong><br />

demonios y guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de toda<br />

ave inmunda y aborrecible. Porque todas las naciones han bebido<br />

del vino del furor de su fornicación; y <strong>los</strong> reyes de la tierra han<br />

fornicado con ella, y <strong>los</strong> mercaderes de la tierra se han enriquecido<br />

de la potencia de sus deleites. Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid<br />

de ella, pueblo mío, <strong>para</strong> que no seáis partícipes de sus pecados, ni<br />

recibáis parte de sus plagas; porque sus pecados han llegado hasta el<br />

cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades’.<br />

“Hermano mío, si usted está enseñando que la Iglesia Adventista<br />

del Séptimo Día es Babilonia, está equivocado. Dios no le ha dado<br />

ningún mensaje semejante que llevar. Satanás usará a toda mente<br />

a la cual logre acceso, inspirando a <strong>los</strong> hombres a originar falsas<br />

teorías o a apartarse por alguna tangente errónea, <strong>para</strong> poder crear<br />

una falsa excitación, y así distraer a las almas del verdadero tema<br />

<strong>para</strong> este tiempo. Presumo que algunos podrán ser engañados por su<br />

mensaje, porque están llenos de curiosidad y deseo de alguna cosa<br />

nueva.<br />

“Ciertamente me entristece que usted se haya dejado engañar de<br />

alguna manera por las sugestiones del enemigo, porque yo sé que<br />

la teoría que usted está defendiendo no es la verdad. Al sembrar<br />

esas ideas usted está trayendo, y traerá, grave perjuicio sobre usted<br />

mismo y sobre <strong>los</strong> demás. No trate de interpretar mal, de torcer y pervertir<br />

<strong>los</strong> <strong>Testimonios</strong> <strong>para</strong> justificar cualquier mensaje de semejante<br />

error. Muchos han pisado este terreno, y han producido mucho daño.<br />

Cada vez que otros han comenzado, llenos de celo, a proclamar este<br />

mensaje, reiteradamente se me ha mostrado que no era la verdad.<br />

“Entiendo que usted proclama también que no debemos devolver<br />

el diezmo. Hermano mío, quite ‘sus zapatos de sus pies’, porque<br />

el lugar donde usted está es tierra santa. El Señor ha hablado con<br />

respecto a la devolución de <strong>los</strong> diezmos. El ha dicho: ‘Traed todos <strong>los</strong><br />

diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en<br />

esto, dice Jehová de <strong>los</strong> ejércitos, si no os abriré las ventanas de <strong>los</strong><br />

cie<strong>los</strong>, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde’.<br />

Pero al paso que el Señor pronuncia una bendición sobre aquel<strong>los</strong><br />

que traen sus diezmos, pronuncia una maldición sobre aquel<strong>los</strong> que<br />

<strong>los</strong> retienen. Muy recientemente se me ha dado luz directa de parte<br />

del Señor sobre este asunto, según la cual muchos adventistas del<br />

séptimo día estaban robando a Dios en <strong>los</strong> diezmos y las ofrendas,

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