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Testimonios para los Ministros (1979) - Ellen G. White Writings

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La iglesia de Cristo 45<br />

apiñaban a su paso, también tenía alguna luz e instrucción especiales<br />

<strong>para</strong> impartir a sus seguidores que él no impartió a la gran congregación,<br />

ya que no habría sido entendida y apreciada por ella. Envió a<br />

sus discípu<strong>los</strong> a predicar, y cuando regresaron de su primera labor<br />

misionera y tenían variadas experiencias <strong>para</strong> relatar concernientes a<br />

su éxito en la predicación del Evangelio del reino de Dios, él les dijo:<br />

“Venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco”. En<br />

un lugar recluido Jesús impartió a sus seguidores la clase de instruc- [35]<br />

ciones, consejos, palabras de cautela y de corrección que él vio que<br />

necesitaban en sus métodos de trabajo; pero las instrucciones que<br />

les dio a el<strong>los</strong> no habían de circular entre la compañía promiscua,<br />

porque estaban destinadas solamente a sus discípu<strong>los</strong>.<br />

En repetidas oportunidades, cuando el Señor realizó milagros<br />

de sanidad, encargó a las personas a quienes había beneficiado que<br />

no contaran a nadie lo que había hecho. Ellas debían acatar su<br />

orden dándose cuenta de que Cristo no les pediría silencio por una<br />

razón baladí, sino que había un motivo que justificaba su orden, y de<br />

ninguna manera debían hacer caso omiso de su expreso deseo. Debía<br />

haber sido suficiente <strong>para</strong> el<strong>los</strong> saber que él deseaba que guardaran<br />

el secreto y que tenía buenas razones <strong>para</strong> formular su pedido. El<br />

Señor sabía que al sanar a <strong>los</strong> enfermos, al obrar milagros <strong>para</strong><br />

devolver la vista a <strong>los</strong> ciegos y <strong>para</strong> limpiar a <strong>los</strong> leprosos estaba<br />

poniendo en peligro su propia vida; pues como <strong>los</strong> sacerdotes y<br />

príncipes no quisieron reconocer las evidencias que él les diera de su<br />

divina misión, lo interpretarían erróneamente, falsearían sus motivos<br />

y harían acusaciones contra él. Es cierto que hizo muchos milagros<br />

en forma abierta, sin embargo, en algunos casos solicitó que aquel<strong>los</strong><br />

a quienes había beneficiado no dijeran a nadie lo que había hecho por<br />

el<strong>los</strong>. Cuando se levantó el prejuicio, cuando se acariciaron envidia<br />

y ce<strong>los</strong> y se lo asechaba a cada paso, abandonó las ciudades, y fue<br />

en busca de aquel<strong>los</strong> que escucharían y apreciarían la verdad que<br />

vino a impartir.<br />

El Señor Jesús consideró necesario aclarar a sus discípu<strong>los</strong> muchas<br />

cosas que no explicó a las multitudes. Les reveló claramente la<br />

razón del odio manifestado hacia él por <strong>los</strong> escribas, <strong>los</strong> fariseos y sacerdotes,<br />

y les habló de su sufrimiento, su traición y muerte; pero no [36]<br />

explicó al mundo esos temas con tanta claridad. Tenía advertencias<br />

que dar a sus seguidores, y les reveló <strong>los</strong> dolorosos acontecimientos

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